PP vasco, de tumbo en tumbo
A tres dias de su congreso, el PP vasco busca secretario general por la errática gestión de Arantza Quiroga
A tres días de iniciar su congreso regional, el PP vasco busca un secretario general. A tan patética situación se ha llegado por la manifiesta incapacidad de su presidenta, Arantza Quiroga, sometida por su impericia a una grave devaluación como líder político que compromete, de paso, la estabilidad de esta cuarta fuerza en Euskadi en un momento demasiado intrincado para adecuar su discurso ideológico a un nuevo contexto sin violencia de ETA.
Quiroga entendió mal los aplausos recibidos en el cónclave del PP el Valladolid. Creyó que este reconocimiento ante Mariano Rajoy le revestían de la máxima autoridad para tejer sin cesiones su equipo de dirección. Quizá levitó sin darse cuenta de la consistencia de sus apoyos. Es ahí donde se dio de bruces con la realidad al encontrarse una adversa situación que debilita su autoridad, de entrada, y, de paso, daña la imagen a los ojos de Génova, cuando todavía tratan de digerir a duras penas la rocambolesca elección de su candidato a dirigir el PP andaluz.
Es evidente que Quiroga ha vendido la piel del oso -su desafecto hacia Iñaki Oyarzábal como secretario general- antes de cazarlo -asegurarse la mayoría para aceptar a su desconocido candidato-. En una maniobra solo explicable por la inexperiencia y el desacierto, la presidenta se siente prisionera del error de su funesta estrategia. Empezó la casa por el tejado y ahora ve derrumbarse el edificio de su proyecto, que se descubre demasiado obsesionado por el desalojo del actual número dos y carente, en cambio, de debate discursivo.¿Nadie se lo ha hecho ver?
Quiroga no ha medido sus fuerzas y así se explica que vaya de tumbo en tumbo llamando a la puerta de posibles candidatos a secretario general. En su futuro interno siempre ha temido el voto de castigo de Álava si no compensaba debidamente haber dado un golpe a Alfonso Alonso en la cara de Oyarzábal. Y de ahí que recurriera por sorpresa a un concejal de Vitoria que, paradójicamente, no parecía saber el alcance de ser la mano derecha de la presidenta de un partido. ¿Acaso antes de admitir la condición de número dos, Manu Uriarte no preguntó a Quiroga si podía seguir como concejal? Por curiosidad: ¿de qué temas hablaron los días que fraguaron tan débil acuerdo para ir juntos en la misma plancha?
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