La Ciudad de la Luz ahogó a su escuela de cine al endosarle su deuda
Al asumir el patronazgo del centro, le impusó obligaciones de pago por 204.000 euros Los estudios de cine apenas cumplieron con los compromisos económicos
El Gobierno valenciano nunca se creyó su proyecto para crear un Hollywood alicantino. La Ciudad de la Luz mató a la Escuela de Cine que soñó el director valenciano y Príncipe de Asturias, Luis García Berlanga, un día después de asumir su patronazgo.
El 15 de abril de 2009 el director del centro académico, Luis Cruz, recibió un documento sin previo aviso por el cual se le imputaron a la escuela obligaciones de pago por un montante de 204.500 euros, deuda contraída por Ciudad de la Luz en 2008 cuando ni siquiera existía la fundación que facultaría la escuela.
Que los estudios de cine de Ciudad de la Luz son un proyecto fracasado lo ha dicho hasta el New York Times: el consejo europeo cifró su coste en 265 millones de euros y en siete años se ha quedado sin actividad. El contrato de gestión de los derechos de la escuela por parte de Ciudad de la Luz es otro ejemplo de mala gestión que se suma al despilfarro que viene denunciando la oposición desde finales de diciembre y con cuentagotas: facturas dobladas, actos de promoción en Madrid de 135.000 euros, 118.000 euros en dietas y hoteles para un solo socio, garitas de casi un millón de euros, etc.
La Fundación Centro de Estudios Ciudad de la Luz nació el 9 de diciembre de 2008 para crear una estructura de enseñanza enclavada en unos grandes estudios de cine “con el objetivo de desarrollar, desde Alicante, el tejido profesional cinematográfico y audiovisual”, reza todavía su web. Atrás quedaba una experiencia con una empresa del sector italiana, NUCT, que salió de Alicante bajo acusaciones de falta de inversión.
La fundación que facultaría la nueva escuela nació bajo el paragüas de tres patronos: la Sociedad de Proyectos Temáticos de la Comunidad Valenciana, la Dirección General de Proyectos Estratégicos y la propia Ciudad de la Luz. Eusebio Monzó, director general de Proyectos Temáticos, se convirtió también en su secretario; y José Luis Villanueva compaginó su cargo de director general de Proyectos Estratégicos con el de presidente de la recién constituida fundación.
Eran patronos de la fundación y al mismo tiempo apoderados mancomunados de la misma. Villanueva y Monzó firmaron el 14 de abril con el director general de Ciudad de la Luz, José María Rodríguez Galant, el contrato de cesión de derechos y al día siguiente hacían entrega de otro documento de contenido venenoso a Luis Cruz Miravet, director del centro.
En el citado anexo al contrato de gestión constaba que “durante los tres primeros años del presente contrato”, Ciudad de la Luz invertirá 150.000 euros anuales para campañas de captación de alumnos. Y que una vez recepcionadas las instalaciones por parte de la fundación, la escuela deberá liquidar los ingresos por matricula además de los gastos incurridos por Ciudad de la Luz durante el ejercicio académico 2008-2009. En total, 204.547,21 euros desglosados en un documento titulado “Relación Importe Adeudado por la Fundación a Ciudad de la Luz”. En la citada hoja figura la firma de Cruz y un “recibí”.
Puñalada por la espalda
“Fue una auténtica puñalada por la espalda” admitió sin rodeos Luis Cruz al ser preguntado sobre este hecho. Actualmente director de un centro privado adscrito a la Universidad de Murcia, Cruz describe la escena descarnadamente: “Se me dio el documento cuando ya estaba constituida la Fundación y aprobado el presupuesto. Nos imputaban obligaciones de pago contraídas por Ciudad de la Luz en el ejercicio 2008 de las que no nos habían informado. Desde que entré en diciembre de 2009 hasta mi salida en enero de 2013, de los patronos, solo la Ciudad de la Luz aportó 30.000 euros de capital fundacional, ningún otro patrono aportó cantidad alguna. De los 150.000 euros anuales para captación de alumnos solo se pagaron 100.000 el primer año”.
La vida de la escuela, según la versión de Cruz, estuvo plagada de obstáculos: pagos de servicios profesionales de certificación “superfluos” por valor de 60.000 euros; contratos “contra todo criterio profesional” como el de The New York Film Academy, por el que la Escuela pagó 25.000 euros por unos cursos de los que “nunca hubo matrícula”; cursos impartidos en el SERVEF nunca retribuidos; cesión de instalaciones y equipamiento al Instituto Luis García Berlanga de San Juan “sin contraprestación ninguna a la Fundación, que asumía unos costes que superaban los 145.000 euros”, etc. El 7 de enero de 2013, Luis Cruz presentó su dimisión a Ignacio Ventura García, presidente de la Fundación Centro de Estudios Ciudad de la Luz, el tercero en cuatro años, “algo irracional en cualquier empresa”, sentenció.
El pasado noviembre los alumnos de cine se negaron a iniciar el curso por falta de confianza en la dirección actual del centro. Hoy los únicos estudiantes de una escuela de cine moribunda son los de Comunicación Audiovisual adscritos a la Universidad Miguel Hernández de Elche. La Ciudad de Luz está en venta, Proyectos Estratégicos desintegrado por la Generalitat y Proyectos Temáticos arrastra una deuda monstruosa. Y los italianos que dirigieron la escuela, NUCT, continúan con la suya abierta en Roma.
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