Orfebres de joyas falsas
Los Mossos detienen a 16 personas acusadas de vender alhajas simuladas en 37 establecimientos
Para darse cuenta del engaño hacía falta partir la joya por la mitad. Y eso es algo que en las tiendas de compra y venta de oro no solían hacer. Los Mossos d’Esquadra han detenido a 16 personas, acusadas de haber logrado colar diversas joyas falsas por valor de 25.000 euros en 87 ventas a 37 establecimientos, principalmente de Barcelona y Castelldefels.
El origen está en Italia, donde al menos cuatro personas o hacían o encargaban fabricar joyas que, en apariencia, eran de oro. “Por fuera era una especie de macarrón de oro, que rellenaban luego con cobre o estaño”, explicó ayer el subinspector de los Mossos d’Esquadra, Albert Isant. Además, las piezas estaban marcadas con el sello AR, que pertenece a una zona de la Toscana, que en teoría certifica su autenticidad.
El incremento de las denuncias fue lo que alertó a los Mossos. Al menos desde marzo, cuatro personas de origen napolitano, comandadas por un ex miembro de La Camorra, se dedicaron a introducir esas joyas en Cataluña. Lo hacían a través de un hombre, de origen peruano, afincado desde hace dos años en Castelldefels, según contó Isant a este diario.
A él le llamaban el captador. Durante varios meses, el hombre convenció a 14 jóvenes, de entre 19 y 25 años y nacionalidad española, para que vendiesen las joyas a los establecimientos de compra y venta de oro, que luego las fundían. Normalmente, les reclutaba en bares y discotecas de la zona de Gavà y de Castelldefels. Sólo tenían que acudir al establecimiento con los anillos, pendientes y pulseras que parecían de oro, se pesaban y recibían dinero a cambio. Fuera les esperaba el captador, al que le daban lo obtenido, y les paga su comisión que, según los Mossos, era del 10%.
“Una pieza podía costar 300 ó 400 euros. Así que si vendían más de una, podían hacerse en un momento con 80 euros o más”, contó Isant. Cuando la policía les detuvo, muchos de ellos admitieron que sabían del origen ilícito de las joyas. Llegar a ellos no fue complicado, puesto que en cada transacción estaban obligados a presentar su DNI, y no se valieron de documentación falsificada.
Más complicado fue el seguimiento del grupo de los italianos, que venían solo esporádicamente, dos o tres días, para hacer entregas de material al captador y se volvían a marchar. Siempre viajaban en coche y se alojaban en hoteles o apartamentos. Finalmente, la policía aprovechó uno de esos desplazamientos para detener al presunto jefe de la banda, de 55 años, con antecedentes por tráfico de drogas, atracos y extorsiones en Italia y Francia. También detuvo al captador, y los 14 jóvenes. Los otros tres italianos, un padre y sus hijos de 34 y 35 años, también napolitanos, siguen en Italia.
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