Un magnate indio adquiere la antigua sede de Telefónica por 56 millones
El nuevo propietario se propone invertir 45 millones de euros para destinarlo a viviendas
Una family office -empresa que gestiona los bienes de una familia- de Hong Kong, vinculada al magnate del textil de origen indio Harry Mohinani, ha adquirido la antigua sede de Telefónica en Barcelona por 56,4 millones de euros.
En un comunicado, Renta Corporación, que ha gestionado la venta, ha precisado que el comprador de este edificio es una de las nueve family offices que integran el grupo Platinum Estates, liderado por dicho magnate. El edificio Estel, situado en la avenida de Roma de Barcelona, era propiedad de Cerep Investment, sociedad controlada por el grupo de capital riesgo Carlyle hasta que entró en concurso de acreedores en primavera del año pasado.
El nuevo propietario se propone invertir 45 millones de euros para destinar este edificio a viviendas, según fuentes del sector. En la firma de la operación han participado el presidente de Renta Corporación, Luis Hernández de Cabanyes, y por parte de Platinum Estates, el propio Harry Mohinani y su socio y representante en España, el empresario Juan Luis Segalerva, mientras que el despacho Garrigues ha actuado como asesor jurídico.
El juzgado de lo mercantil número 2 de Barcelona autorizó el pasado septiembre la venta del edificio Estel, la antigua sede de Telefónica en Barcelona, que está situado en la avenida Roma de Barcelona, por un importe mínimo de 56 millones de euros.
Ese importe mínimo de venta de 56 millones de euros equivalía al 30 % del valor de la tasación y suponía apenas el 24 % de lo que pagó la sociedad de capital riesgo Carlyle en junio de 2007 por dicho inmueble. El edificio Estel estaba vacío desde el año 2011, lo que se ha traducido en problemas de seguridad y repetidos robos del cobre de sus instalaciones. Por ello, el Ayuntamiento de Barcelona actuó oficio para impedir el acceso de personas en el interior del inmueble.
De hecho, las brigadas de mantenimiento del distrito del Eixample de Barcelona habían tapiado o asegurado los accesos que tiene el edificio en la avenida de Roma y en las calles de Viladomat, Mallorca y Calabria por los que se había detectado la entrada de personas ajenas a las instalaciones.
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