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MÚSICA ANTIGUA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

A la sinfonía por la danza

Jordi Savall dedicó el segundo concierto de su ciclo El So Original a ilustrar el camino que a lo largo del siglo XVII conduce, a partir de la danza, a la formación de la orquesta como grupo de instrumentos más o menos definido y estable, a la creación de un corpus de piezas dedicadas exclusivamente a explorar las posibilidades tímbricas y armónicas de estas nuevas agrupaciones y a la aparición, finalmente, de un lenguaje y unas formas genuina y exclusivamente orquestales que encontrarían su paradigma en la sinfonía.

Le Concert des Nations

Jordi Savall, dirección.

Auditori. Sala Pau Casals. Barcelona, 23 de enero.

El concierto presentaba una ordenación cronológica incluyendo obras de Michael Praetorius, William Brade y Guillaume Dumanoir y, en la segunda parte, piezas de Jean-Baptiste Lully, Johann Rosenmüller y Henry Purcell. Una repartición equitativa: dos ingleses, dos franceses y dos alemanes. El resultado, como suele ocurrir en casi todos los “Conciertos Savall” fue totalmente óptimo. Le Concert des Nations, con Manfredo Kraemer en el concertino, sonó equilibrado en sus diferentes timbres y siempre conjuntado. La factoría Savall va viento en popa: los conciertos se suceden, las salas están llenas, los discos se venden, las giras no cesan. No hay crisis. Lo único antiguo en Savall es la música, en lo demás, es uno de los más modernos y avispados productores musicales.

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