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Sin ambición por la calidad del aire

La Generalitat ultima un plan contra la contaminación sin medidas concretas La UE tiene un proceso sancionador por los niveles en Barcelona

Contaminación sobre Barcelona el pasado 9 de diciembre.
Contaminación sobre Barcelona el pasado 9 de diciembre. CARLES RIBAS

Un manto ponzoñoso dibujaba el pasado 4 de diciembre una silueta sombría y difuminada de Barcelona. Una imagen recurrente en las últimas décadas de la ciudad. Los vecinos del área metropolitana se levantaron ese día con una advertencia inédita: utilizar el vehículo propio solo en caso necesario y, si lo hacían, la velocidad de los accesos a la ciudad quedaba limitaba a 80 kilómetros por hora. El episodio, debido a un anticiclón, se repitió seis días del mismo mes. Los niveles de dióxido de nitrógeno se dispararon y la Generalitat activó el protocolo por contaminación. Una medida incluida en el nuevo plan para la mejora del aire en 2015 que tramita la Generalitat. Un texto que llega sin medidas de calado y tras tres años de inacción de las Administraciones catalana, a pesar de que la Unión Europea (UE) podría imponer una sanción millonaria al Ejecutivo por exceso de contaminación.

El área de Barcelona sobrepasa sistemáticamente los límites legales de contaminantes, tanto de dióxido de nitrógeno como de partículas en suspensión (PM10), que la UE ha ido marcando desde 2005. El nuevo plan del Gobierno catalán pretende reducir la contaminación con la vista puesta en 2015. Pero ni la propia diseñadora del texto, Assumpta Farran, directora general de Calidad Ambiental, cree que se consiga. “Queremos poner las bases para que la gente tome conciencia, necesitaremos más años para conseguir los objetivos de la UE”, asegura.

Con una densidad de más de 6.000 coches por kilómetro cuadrado, por los alrededor de 2.000 de Madrid, el plan del Gobierno catalán se centra en el tráfico de vehículos, el principal problema que afecta a la calidad del aire de Barcelona. En el texto se recogen una serie de intenciones como “favorecer el trasvase de desplazamientos del vehículo privado motorizado hacia el transporte público por carretera y ferroviario[...]”. Y así hasta 19 medidas “voluntarias y que ya han demostrado que no funcionan”, critica María García, coordinador de Ecologistas en Acción en Cataluña. Algunas de ellas son tan vagas como el “fomento de una mayor ocupación del vehículo privado”, “moto eléctrica, un referente en Cataluña”, “promoción de la flexibilidad horaria laboral y reuniones mediante videoconferencia”, “impulso de la bicicleta en la movilidad cotidiana” y “gestión dinámica de la velocidad para reducir la congestión”.

“Necesitamos más años para lograr los objetivos de la UE”, dice el Gobierno

A pesar de las intenciones del nuevo plan, las medidas que han tomado la Generalitat y el Ayuntamiento de Barcelona en otros ámbitos hasta la fecha apuntan en dirección contraria. Hace solo un mes los usuarios del transporte público del Área Metropolitana han visto como su precio se disparaba —la T-10, la más utilizada lo hizo un 5,1%— mientras se rebaja la presión al vehículo privado en forma de reducción de precios de peajes en hasta un 30% y congelación del coste de la zona azul.

José María Baldasano, catedrático en Ingeniería del Medioambiente, opina que “las medidas que propone el plan, tal y como están planteadas, carecen de efectividad”. La UE ya ha rechazado los dos planes anteriores de la Generalitat. El último en 2011, presentado por el Gobierno de Artur Mas (CiU). La UE, que mantiene un proceso de sanción por la contaminación en Barcelona, ha rechazado continuamente los planes de la Generalitat. Dirigentes de Bruselas alegan que para reducir la contaminación harían falta “medidas más estrictas”. Aunque muy por debajo de los objetivos de Bruselas, los niveles de contaminación han mejorado levemente en los últimos años, pero la Generalitat no parece dispuesta a ir más allá. “El plan llega muy tarde, se ha perdido mucho tiempo”, denuncia García.

Farran confía en que el plan convenza a las autoridades comunitarias y retiren la denuncia. Pero los antecedentes auguran que Europa exigirá medidas más severas para sacar coches de la circulación en Barcelona. “Necesitamos electrificar el 35% del parque móvil”, apunta Baldasano como una posible solución, que añade: “O como ya se ha hecho en más de 70 ciudades europeas, declarar Zonas de Baja Emisión”, una figura que limita el tráfico de los vehículos más contaminantes.

El Gobierno catalán no es partidario de poner restricciones al tráfico. El Ejecutivo de Mas fulminó de un plumazo en 2011 la limitación de 80 kilómetros por hora en los accesos a Barcelona, medida adoptada por el Gobierno tripartito cuatro años antes que redujo la contaminación un 4%. Según Felip Puig, entonces consejero de Interior, la medida no tenía beneficios medioambientales. “Sí que reduce la contaminación, pero queremos huir de las prohibiciones de tráfico”, apunta Farran. Desde el Ejecutivo apuestan por que sean los ayuntamientos los que tomen medidas que penalicen a los vehículos que más contaminen.

La última institución en pedir medidas más concretas al Gobierno de Mas ha sido el Parlament. A petición de ICV-EUiA y con los votos de CiU, ERC, PSC y la CUP, la Cámara aprobó una moción por la que pide más contundencia para reducir la contaminación, un fenómeno que afecta gravemente a la salud de los ciudadanos. En su lista de 70 riesgos para la salud, la Organización Mundial de la Salud sitúa a la contaminación como la novena y la primera causa ambiental.

“La contaminación causa enfermedades respiratorias, infartos de miocardio y cáncer de pulmón”, recuerda Jordi Sunyer, codirector del Centro de Investigación en Epidemiología Ambiental.

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