La ciudad en pantalla
Un grupo de estudiantes franceses analiza la evolución de Madrid a través de los espacios de la capital retratados por el cine del siglo XX. EL PAÍS estuvo con ellos
Frente al 27 de la Gran Vía, en pleno centro de Madrid, un grupo de jóvenes de aproximadamente 25 años entra en un edificio monumental. “¿Dónde estamos?, ¿no estaremos donde grabaron la escena de la huida y de la pelea en El Día de la Bestia?”, pregunta una chica con un ligero acento francés al entrar en el espectacular vestíbulo. Jesús Rodríguez saca su tableta y, a modo de confirmación, le enseña una secuencia del filme en el que se ven el mismo gran vestíbulo central acristalado y la escalera de traza imperial.
Jesús es uno de los voluntarios madrileños que respondieron al correo de una decena de estudiantes de Burdeos que preparan l'agrégation, las oposiciones más selectivas de Francia, para ser profesor de cultura española. Los franceses leyeron en El PAIS a finales de noviembre que la asociación Madrid, Ciudadanía y Patrimonio (MCyP) organizaba un recorrido por la capital y les preguntaron si podrían organizar una ruta para ellos sobre el tema del concurso de este año, “Madrid interpretado a través de su cine”.
“Oui, oui”, contestaron los españoles. Pasaron las navidades visionando las películas rodadas en Madrid en los últimos cincuenta años del siglo pasado y seleccionadas por el ministerio francés de Educación. Sacaron fotos de las escenas en las que se veían los monumentos y recorrieron durante dos meses la ciudad. Como detectives, elaboraron un mapa con todos los lugares de grabación y un informe de 53 páginas con la historia de cada sitio emblemático. El profesor, el bilbaíno Jesús Alonso, pasó gran parte de su vida en Francia. De hecho, tuvo que repasar mucho, leer libros sobre la evolución urbanística de Madrid, ver y volver a ver las películas y enterarse de todos los secretos del rodaje.
Todos conocían la escena mítica de Alex de la Iglesia donde los protagonistas huyen de la Bestia, suspendidos del cartel de Schweppes del edificio Capitol (recreado en estudio), en la plaza de Callao. Pero hoy descubren que todas las escenas que simulan estar dentro del Capitol fueron grabadas en realidad en un inmueble particular de la Gran Vía, la casa Matesanz. Además de localizar el edificio y pedir los permisos para entrar, los voluntarios aprovechan cada escena para contar Madrid, mezclando anécdotas personales e históricas.
“Aquí estaba el club de montaña donde venía cuando era más joven, pero entonces no me interesaba tanto nuestro patrimonio”, sonríe Jesús Rodríguez antes de explicar que el edificio fue levantado en los años veinte por los hermanos Matesanz. Fue uno de los primeros centros comerciales de la ciudad al estilo estadounidense.
Las películas también sirven para poner en valor los tesoros desconocidos de Madrid. Si bien el Capitol no puede pasar desapercibido, pocos madrileños saben que en el museo municipal se encuentra una de las maquetas históricas más antiguas e importantes de Europa, encargada por Fernando VII: la maqueta de Madrid, realizada en 1830 por Gil de Palacio.
Aparece en los primeros minutos de la película Madrid, del director Basilio Martín Patino. Se ve al protagonista, un realizador, tratando de entender la ciudad porque está haciendo un documental sobre el 50º aniversario de la Guerra Civil en Madrid. Exactamente igual, los estudiantes se pusieron en la piel del personaje y miraron la ciudad en su totalidad y en sus más mínimos detalles: cada palacio, cada árbol, cada fuente, cada calle.
Con las escenas de la película en la mente, no pudieron no hablar de la Guerra Civil. Pablo Martín, une de los voluntarios, destacó: “Mirad aquí, en la calle de Francisco y Jacinto Alcántara, existe un cementerio donde están enterrados los madrileños fusilados por los franceses el 3 de mayo de 1808 e inmortalizados en el cuadro de Goya. Pero no hay ninguna placa o monumento que homenaje a los muertos del franquismo, que siguen en las cunetas. Peor, Madrid sigue plagado de símbolos fascistas. Esta calle, por ejemplo, se llama Capitán Haya, un militar que no hizo más que matar madrileños a cuenta de los franquistas en sus ataques aéreos. ¿Se imaginan una avenida de Goebbels en Berlin?”
Otra parada en la ruta, otra atmósfera. Los estudiantes entran en la estación de metro fantasma de Chamberí que descubrieron en la película Barrio. Conocen los diálogos casi de carrerilla. “Si es una estación fantasma, habrá fantasmas, ¿no?”, pregunta uno de los tres adolescentes protagonistas. “Los fantasmas no existen, gilipollas. Lo que pasa es que la cerraron hace mucho”, contesta otro antes de avanzar por los túneles para averiguar y encontrarse con vagabundos refugiados.
Desde 2008, no hay indigentes, sino un museo que conserva varias joyas tal cómo eran hacia 1960 cuando se clausuró la estación al estar demasiado cerca de otra. Así descubrieron encantados algunos anuncios originales del Metro de aquella época, como el de Iberia, en azulejos, con los antiguos números de teléfono de cuatro dígitos. Eran verdaderas obras de arte, firmadas y permanentes. De paso, aprendieron que no sorprendía a nadie que el Metro circulara por la izquierda, porque también los coches transitaba por la izquierda en Madrid hasta 1924.
En cuanto a las películas más antiguas como Surcos, de Nieves Conde (1951), sirven para imaginar lugares que ya no existen, tal como el mercado de la plaza de San Ildefonso. Gracias al cine, los estudiantes casi pudieron oír el bullicio de uno de los mercados cubiertos más antiguos de Madrid y sus puestos temporales diseminados en las calles circundantes. Alberto Tellería, arquitecto apasionado de la asociación, había preparado láminas plastificadas para ayudarles a recrear cada detalle del alma remota de Madrid.
“Ciertos edificios desaparecen, pero sus habitantes siguen existiendo y cuentan sus historias, eso también es la memoria de Madrid. Doy clases de español en las corralas y me relatan una existencia difícil, pero también dicen que hacían vida, y juntos, con un espíritu comunitario. Hacían limonada, sacaban las sillas...!”, comparte María Ruiz, otra voluntaria de la asociación al pasar frente a la corrala calle de Mesón de Paredes.
Los franceses conocían la existencia de las corralas y de esta en particular gracias a Surcos. En una de las primeras escenas la película, la familia que viene del campo llega a la casa de una familiar, dentro de la corrala, que les cobrará por supuesto el subalquiler de las habitaciones. Vicente Patón explica que este edificio, después de múltiples vicisitudes y de estar a punto de ser derribado, fue declarado Monumento Nacional.
Según el presidente de la asociación, la conservación de esta corrala no solo permite recordar esta forma particular de arquitectura —el balcón corrido como un patio—, sino también las condiciones de los años cincuenta a setenta. “Solo había un baño por piso y una fuente de agua en el patio. En los pisos de abajo, las condiciones eran mejores, el equivalente de la clase media, y en los de encima residían los más modestos”.
Este lunes 27 de enero se celebraron los 30 años del hermanamiento entre Burdeos y Madrid, un acuerdo que ya traspasó las fronteras de las instituciones. La asociación, el profesor y los estudiantes organizaron esta ruta de forma independiente, animados por su pasión común por Madrid y su cine. Los alumnos tienen exámenes finales en marzo y si aprueban, muchos sueñan ya con el próximo viaje a Madrid. Pero esta vez como profesores
Una selección lejos del Madrid de las tarjetas postales
Esta selección de películas está lejos del Madrid de las tarjetas postales, de una visión idealizada que "vende" una ciudad como lo hace Woody Allen con Vicky Cristina Barcelona o Midnight in Paris. Pero no es algo que le moleste a Vanessa que, como los otros franceses del grupo, estudia la cultura española con detenimiento desde hace cinco años. Al contrario, la estimula para reflexionar sobre Madrid, ciudad que aprecia mucho.
"Las películas que vimos dan una visión muy negra de Madrid. Muchas escenas son de noche o en la oscuridad y la atmósfera es angustiosa. A mí me gusta porque me permite ir más allá de los clichés y reflexionar sobre el tema de la marginación, por ejemplo, del centro y las periferias de Madrid. La palabra ruido está muy presente en la filmografía de Almodóvar, incluso un personaje justifica no haber escuchado nada de un asesinato junto a él por el ruido. Pero una cosa es verlo y otra vivirlo y estar en persona entre las torres del barrio de la Concepción, del otro lado de la M-30. Me di cuenta realmente del ruido", dice. Hasta lo grabó. Vanessa insiste en escuchar y en ofrecer a sus acompañantes el ruido ensordecedor capturado por su móvil.
El interés de este recorrido reside en las varias épocas que atraviesa y que, según Vanessa, permite intuir y recrear la gran emigración de los españoles desde los pueblos a las ciudades y, en particular hasta la capital. "Vemos Madrid llenarse, expandirse a medida que pasa el tiempo, pero también se nota que los paisanos que llegan a la ciudad viven esta transición como una pérdida de valor. Madrid está simbolizada por el pecado: se ven los burdeles, los casinos y se amplifica en las películas más modernas. Almodóvar cuestiona la ausencia de solidaridad dentro de las torres y el personaje de la abuela siempre repite que quiere volver al pueblo. La gente no encuentra su lugar. Pero De la Iglesia va más allá y pinta un Madrid aún más francamente babilónico, cruel, violento."
Sin embargo, Vanessa como los otros estudiantes, distingue perfectamente la atmósfera de la ciudad en las películas y el Madrid "real". "Los artistas están para dar a conocer los problemas. Ver la ciudad a través del cine me da otra visión. Me fijo más en los edificios, pero claramente paseo por la medianoche relajada. Nada de angustia como en las pelis y, por eso, me encanta Madrid."
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