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Una sala valenciana prueba a librar al público del IVA para que vuelva al teatro

Russafa ensaya 18 días de entradas sin recargo con dos obras relacionadas con Shakespeare

Una escena de 'Las rameras de Shakespeare', de Chema Cardeña.
Una escena de 'Las rameras de Shakespeare', de Chema Cardeña.

El mundo del teatro no deja de resentirse de la aplicación del 21% del Impuesto sobre el Valor Añadido, el IVA cultural, que comenzó el 1 de septiembre de 2012. De hecho, solo en los primeros cuatro meses de aplicación perdió un 30% del público. Pero, al mismo tiempo, no ha parado de buscar fórmulas que contrarresten los efectos de la medida fiscal en la taquilla. Una posibilidad es librar a los espectadores de la repercusión fiscal. Es lo que ha decidido hacer la Sala Russafa de Valencia en plena cuesta de enero. 

La céntrica sala valenciana ha iniciado la programación trimestral con unos Días sin IVA, de los que se beneficiarán los asistentes a las representaciones de Las rameras de Shakespeare (del 23 al 26 de enero y del 27 al 2 de marzo) y Mucho Ruido y pocas nueces (del 6 al 16 de febrero). Lo que hacen, como algunos comercios, es volver a "los precios de la temporada pasada, antes de que llegara la subida del IVA” explica Juan Carlos Garés, desde la dirección del centro. Un matiz: “Nosotros nunca llegamos a repercutir íntegramente la subida sobre los espectadores porque nos parecía demasiado”.

Se trata de detener la sangría de espectadores que sufren las artes escénicas. Garés reconoce que “en el cine también están buscando fórmulas para permitir que la gente pueda seguir disfrutando de ver una película en su tiempo de ocio”, pero considera que "en el teatro es muy difícil porque trabajamos al límite, prácticamente sin márgenes de beneficio".

La cartelera sin IVA arranca de uno de sus mayores éxitos de la pasada temporada en esta sala. La comedia Las rameras de Shakespeare, de la que es autor y director Chema Cardeña, es una producción propia de la compañía residente Arden, que "hace un alto en la gira nacional del espectáculo".  La historia, recuerdan, parte de la pretensión de un lord, entusiasta de las obras de Shakespeare, de burlar el puritanismo legal que impide  a las mujeres actuar en el teatro. Entusiasta de las obras de Shakespeare. El hecho de que solo se atrevan a aceptar el reto las prostitutas abre todo un abanico de posibilidades cómicas, en medio de un ácido retrato de época. 

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