¿Sueño o realidad?

De no creérselo. El año Verdi concluye en Madrid con una representación de su última ópera, Falstaff,en la que a modo de conclusión se canta colectivamente en la fuga final lo de “todo en el mundo es burla”, después de que el compositor abordase a lo largo de su vida tantas tragedias. Si se hubiese titulado este comentario como “Falstaff en Moncloa” se estaría, sin faltar a la verdad, dentro del espíritu de la representación, pero parecería una broma surrealista. No está el señor Rajoy para este tipo de recepciones pero no es La Moncloa de Presidencia donde desembarca Falstaff, sino otra, la del centro cultural en el distrito del mismo nombre.

El personaje de Ford, disfrazado de Fontana, se interroga en una escena de la ópera sobre si lo que está viviendo es un sueño o es realidad. La pregunta se puede aplicar a lo que se ve y escucha: un escenario mínimo, una orquesta de apenas 20 músicos, un grupo de cantantes jóvenes, ponen en pie, con carácter gratuito, una de las obras más complejas, en cuanto a dificultad de ejecución, de toda la producción lírica de Verdi. Y salen airosos, gracias al sentido concertante de la directora cubana Madalit Lamazares y a la experiencia escénica de ese joven argentino de 90 años llamado Constantino Juri.

Los cantantes y los músicos son jóvenes, se dejan la piel en el intento y el espectáculo transmite tanta espontaneidad como energía. La orquesta se hace un hueco en el patio de butacas, lo que favorece un sonido cercano. Qué paradoja, un Verdi tan estimulante en este contexto, cuando el Teatro Real no ha programado una ópera suya en 2013. En fin. La próxima función es aquí el día 4. Después se traslada al anfiteatro de la Facultad de Medicina de la Complutense el día 15.