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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Vivir de espaldas

Se olvidaron de la demanda, proyectaron y ejecutaron obras que nos convirtieron en la vanguardia del despilfarro. El glamour no era sino la versión pepera de la coentor

Si no me falla la memoria, fue Josep Vicent Marqués quien, en una de sus brillantes ocurrencias, estableció un axioma que estaba predestinado a tener mucho más éxito del que su autor podría imaginar. La ocurrencia iba de límites y venía a decir que aunque, obviamente, el País Valenciano limita al Norte con Cataluña, al Oeste con Cuenca y Albacete, al Sur con Murcia y al Este con el Mare Nostrum, el límite real era la limitación mental de sus gobernantes. Ha llovido mucho desde entonces pero el axioma ha demostrado con creces su inesperada potencialidad. Sin pretender —¡¡Dios me valga!!— minimizar las deficiencias de "nuestra" izquierda y sin atreverme, visto lo visto, a aventurar pronóstico alguno hasta que la noche de autos dicte su veredicto, a nadie le sorprenderá el aserto de que el largo mandato del PP en nuestra tierra nos ha hundido en la miseria y que levantar cabeza va a ser tarea de quizá más de una generación. Una mala política puede echar al traste a cualquier país prometedor y el caso argentino es un buen aunque no único ejemplo.

"Nos vamos a forrar", dijo Vicente Sanz (¿o fue Zaplana?) y de aquellos vientos estas tempestades. La política al servicio de la voracidad insaciable de mis queridos promotores, el pelotazo como enseña, el desprecio suicida por las actividades realmente productivas. Barra libre en la banca y ensalzamiento de los valores más retrógrados y funcionales a la perpetuación de una oligarquía dominante. Políticos, banqueros sin oficio ni escrúpulos, promotores y empresarios sumisos se dedicaban a lo suyo dando la espalda a la mayoría de la población que —salvo una minoría advenediza y oportunista— no gozaba de la mieles del reino de la abundancia.

Se olvidaron de la demanda, proyectaron y ejecutaron obras que nos convirtieron en la vanguardia del despilfarro. El glamour no era sino la versión pepera de la coentor (Escalante dixit). Las vacas gordas parecían haber encontrado en nuestros predios los pastos adecuados y el rojo se tiñó de azul. Éramos tan españoles como valencianos (sic), el espectáculo sustituyó a la cultura y el memoricidio y la manipulación se adueñaron de nuestra historia . El PP se hizo régimen y elección tras elección demostraba su poder ninguneando a una izquierda de votos menguantes, desconcertada y entregada al ombliguismo. Del "modelo" California, al "modelo" Florida y, al final, a un engendro turístico-inmobiliario-logístico-innovador que sólo servía de excusa formal para seguir el consejo de Monleón: a guanyar diners. Cuanto más y más fácil mejor. Las redes clientelares se extendían y hasta las piedras se afiliaban (de facto o de mente) al PP.

Pero no hay bien ni mal que cien años dure y en 2007 estalló la burbuja inmobiliaria en los USA. La desregulación bancaria que provenía desde los tiempos de Reagan había permitido la proliferación de las sub-prime y otros activos tóxicos que se difundieron como mancha de aceite en todo el sistema financiero mundial. El "pinchazo" de 2007 destapó la compleja trama financiera y el gobierno americano tuvo que salir al rescate aunque dejó caer en Agosto de 2008 a Lehman Brothers en lo que fue el inicio de una tormenta financiera mundial: crisis de confianza, crisis de solvencia y contagio de la economía "real". Una profunda crisis económica que en nuestro caso se vio agravada por nuestra gran dependencia del sector inmobiliario incubada en la última década hasta límites extremos y por el dominio de las tesis austericidas en Bruselas que no hicieron más que cavar más profundo el hoyo. La base económica se contrajo y el paró se disparó.

Llegó la debacle y todas las vergüenzas se pusieron de acuerdo para emerger a la superficie. Corrupción generalizada, diputados imputados, chapuzas mil al descubierto. Era la herencia de la quimera del oro. De Terra Mítica al Aeropuerto sin aviones para que jugaran y se pasearan los nietos de Carlos Fabra. De la Ciudad de la Luz a la de las Lenguas. De Brugal, Rabassa y Emarsa a la piratería de Gürtel, visita del Papa incluida. De la grandeur desmedida de CACSA al fiasco de la Fórmula 1. De las deudas adquiridas en la Copa del América al circo (en curso) de la Marina Real. De PAI en PAI y tiro porque me toca a la parálisis inmobiliaria. De los convenios lesivos de los depósitos de CHL y de la Tabacalera al encintado PAI del Grao y a la mutilación injustificable de aquella. Del baile de millones a déficits espectaculares, deudas crecientes y Montoro disfrazado de banquero in extremis. Todo esto y mucho más a lo largo y lo ancho de la geografía valenciana, de la Sénia al Segura. Me ahorraré detalles. Tiempo habrá de poner nombre y apellidos a las mil y una miserias y reconstruir la memoria que se niega a aceptar el reino del olvido.

¿Y ahora qué? Un PP atenazado, sin ideas ni programas que busca desesperadamente algún argumento para sacar pecho. Que si el sistema de financiación injusto (¡¡¡a buenas horas cuando llevan gobernando desde 1995!!!), que si el Corredor Mediterráneo (cuando defendían el "eje" Madrid- Valencia- Mallorca frente a la euroregión de Maragall). Hipotecados hasta las cejas y Montoro-dependientes intuyen que su tiempo se ha acabado. ¿Quién arreglará el entuerto? Mirar hacia otro lado, hacer como que no pasa nada, esperar un milagro y frenar la caída de expectativas electorales a base de no reconocer jamás error alguno para demostrar "firmeza" y coherencia. Ni el accidente del Metro ha podido alterar una prepotencia insultante y dolorosa. Prestidigitación y conejos blancos. Lástima que en lugar de conejos blancos sólo se encuentren mofetas y que su "oferta" a la sociedad sea sólo una ristra infame de despropósitos.

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No contentos con habernos sumido en la miseria; de ser la vanguardia de la crisis; de recortar en sanidad, educación, universidades e investigación, servicios sociales, dependencia, cultura y tutti quanti; de haber permitido y colaborado en la venta de las joyas de la corona "financiera" (La CAM, el Banco de Valencia y Bankia/ Bancaja), sólo se les ocurre, para rematar (por ahora) la faena y poner la guinda al pastel, cargarse sin argumentos de peso ("es inevitable" y punto) una RTVV que ellos mismos habían degradado hasta el límite, a golpe de colocación de sucesivas oleadas de "fieles", triplicando la plantilla necesaria, "externalizando" la programación y disminuyendo la calidad hasta alcanzar ínfimas cuotas de audiencia. Primero la hundo, luego la cierro. Aunque, a pesar del deterioro, Canal 9 seguía a todas luces siendo necesaria (no ese Canal 9 con demasiadas lágrimas de cocodrilo sino otro) en un País que quisiera mantener, la lengua, la cultura y la autoestima. Y, ya puestos, también es inevitable, pues se vende el Valencia CF después de haber permitido pelotazos y desmanes a una legión de impresentables bien representados por los Soler, Soriano....

Un servidor está lejos de cualquier patria, bandera, trapo o himno pero la sensación de que hemos sido despojados de casi todo y que de aquel País Valencià soñado en los 80 no quedan más que jirones es difícil de obviar para amplias capas de la población incluyendo a parte de las de perfil netamente conservador. ¿Quiénes somos? ¿Qué pintamos? ¿A dónde vamos? Como demostró sobradamente la LRAU, la "bondad" de las leyes no es independiente del cariz del gobernante por lo que el último invento de reintroducir la asignatura de "Cultura Popular Valenciana" (tras haberse cargado la educación para la ciudadanía)- presentada casualmente a Lo Rat Penat como primicia- da bastante miedo porque la manipulación está servida en manos de tan cultos y democráticos gobernantes.

A pesar de todo, el poder- todavía detentado por una clase política obsoleta, anacrónica, desfasada y culpable- sigue insistiendo en vivir de espaldas a la sociedad y a los hechos y guindas ya comentados no tienen el menor apuro en añadir, día sí y día también, nuevos insultos a la inteligencia. Dos botones de muestra, procedentes, en este caso, de nuestros ilustradísimos munícipes: una pista de hielo navideña (més coentor impossible) en la plaza del Ayuntamiento (de la que se han adueñado porque lo de Plaza del País Valenciano era de rojos) y una Marina Real (¿porqué no Port Vell y menos realeza?) diseñada con la peor de las fórmulas. Con la excusa de que hay que deevolver el préstamo del ICO para la Copa del América, se desaprovecha una oportunidad histórica (y van...), se mantienen estúpidamente las Bases de la famosa Copa y se convierte el espacio "conquistado" no en un espacio de encuentro entre ciudadanos y de éstos con el mar, abierto al disfrute del paseo, poniendo en valor, los Tinglados, el Varadero, la Aduana y los Docks sino en un espacio comercial, segregado, de pretendido glamour y con un hito en altura en forma de gran hotel que -digo yo- debería suscitar las iras de un sector cuyas tasas de ocupación distan mucho de ser razonables. Como siempre, la demanda importa un soberano pimiento. Una Marina Real que da la medida de los límites mentales de nuestros gobernantes reacios a saber copiar, a escuchar a los ciudadanos que no súbditos, a articular un proceso de participación que no sea el simulacro de la exposición pública.

Como todo -menos lo bueno- se contagia en estos lares, lo de vivir de espaldas al sentido común y al personal, no es un atributo exclusivo de una Generalitat ni de un Ayuntamiento nefasto que, a pesar de la retórica del Cap i Casal, que no ha sido capaz ni de conseguir la adhesión de los municipios anexionados a la ciudad en la segunda mitad del XIX. Otra "querida" Institución que comparte modos y maneras, que ha hecho ostentación de soberbia e incompetencia y que casualmente está siendo investigada judicialmente por malversación es nuestra flamante Autoridad Portuaria con Manuel Aznar a la cabeza. Con el síndrome de una "autonomía " mal entendida y peor practicada, no sólo se empecinaron de forma irracional en no desplazar progresivamente la actividad a Puerto de Sagunto en lugar de presionar para que se les autoriza un mastodóntico dique Norte sino que además tienen a bien no dialogar con nadie, por mucho que alardeen de lo contrario. Ni con el vecino El Cabanyal, ni con Vilanova del Grau (su entorno urbano natural en el que además podrían capitalizar y rentabilizar las magníficas naves góticas de Les Drassanes), ni con Natzaret (la víctima por excelencia) sometido a un cruel aislamiento físico fácilmente solucionable si terrenos vacantes que caen dentro de su linde se utilizaran a tal fin y no a futuras especulaciones. Puerto y Ayuntamiento (con éste sí que hablan de cesiones, Marinas y yates), Ayuntamiento y Puerto, un binomio letal que sólo adopta lo peor del estilo intensamente democrático de cada uno. Estilo es un término que sugiere inteligencia, sentido común, ductilidad, flexibilidad, voluntad de consenso, aprecio por la cultura, cualidades todas ellas que les son ajenas.

El PP en sus dos versiones, autonómica y local y el aventajado discípulo de la Autoridad Portuaria sólo merecen el desprecio popular y el fin de tan infausto reinado. No se puede insultar tan continua y tenazmente a la inteligencia ni gobernar de espaldas a los intereses de la mayoría de los ciudadanos. Que Belcebú les confunda y que la historia los juzgue. A ellos, a sus acólitos y a los que han hecho fortuna a su sombra. Definitivamente, no nos merecemos tanta ignominia. Hay muy buena gente y en este país son multitud. Por decirlo con palabras de Joan Romero, en un reciente acto sobre el cierre de la RTVV: "no es más que una muestra de tanto desgobierno, de tanto robo, de tanto despilfarro, de tanta corrupción, de tanta incompetencia, de tanta estupidez". Visto lo cual no estaría mal que además de esperar que caiga la fruta madura, la izquierda de este País se aplicara, dejándose de diferencias y líneas rojas("pactaremos con nuestro programa por delante) y nos ofrecieran alternativas comunes serias, coherentes y articuladas que fueran más allá las habituales promesas. Ojalá.

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