La muerte de una pastelera
Hallada en su piso con golpes una octogenaria del Paral.lel
Isabel la veía pasar, casi a diario. Y solía repetirle lo mismo: “Señora Montserrat, tenga cuidado”. En el barrio, en el Paral.lel de Barcelona, no son raros los robos. Cuando ayer Isabel encontró a un grupo de periodistas frente al número 70 de esa misma avenida, descubrió con gran disgusto que Montserrat había sido hallada muerta en su piso. Estaba en el baño de la vivienda, y tenía al menos un golpe en la cabeza, según fuentes policiales.
Montserrat Q. F., octogenaria, llevaba toda una vida en el barrio. Formó y crió a su familia en el mismo piso, en el 4º 2ª, en el que ella decidió seguir cuando enviudó. Montserrat se valía por sí misma y había optado por continuar en su casa, aunque, según Isabel, comía cada día con sus hijos.
La mujer regentó durante años una pastelería, justo debajo del piso. En el barrio ayer la seguían recordando como la pastelera del Paral.lel. “No quería irse de aquí”, explicó un vecino, que pidió mantener el anonimato. Los Mossos d’Esquadra llegaron al domicilio pasadas las once y media de la noche del martes. A esa hora una hija de la mujer acudió al domicilio. “Estaba preocupada porque la había llamado en diversas ocasiones y no daba con ella”, contó ese mismo vecino del mismo edificio.
La hija encontró a su madre en el baño. Además, detectó que faltaba el bolso de la mujer y que el piso estaba revuelto. Eso hace pensar a los mossos que podría tratarse de un robo. Esas mismas fuentes policiales aseguran que el crimen pudo producirse varias horas antes de que la hija acudiese al piso. El caso está bajo secreto de sumario.
Para aclarar lo sucedido, la Policía Científica permaneció ayer varias horas en el piso tomando muestras. También recopilaron imágenes de las cámaras que hay en las inmediaciones de la vivienda. Montserrat era una señora conocida, y la sorpresa en el barrio era mayúscula. Isabel, que arrastraba su carro, estaba entristecida por lo sucedido. “No es el mejor barrio”, repetía. “Además, somos mayores y no nos damos cuenta de lo que nos puede pasar. Abrimos a cualquiera. Yo, la primera”.
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