Ertzaintza: apuestas con riesgo
El ‘caso Cabacas’ y las críticas al organigrama pondrán a prueba la nueva etapa
“Claro que hemos tenido en cuenta el ‘caso Cabacas’, pero se ha elegido a Jorge Aldekoa por el nivel de su profesionalidad”. En el Departamento de Seguridad son conscientes de que los efectos judiciales y políticos derivados de la muerte de un joven aficionado del Athletic al ser alcanzado por una pelota de goma en abril de 2012 planeará sobre el estreno del nuevo organigrama de la Ertzaintza y, en especial, de su jefe, precisamente cuando el Gobierno vasco está empeñado en asentar un modelo de Policía de proximidad. La izquierda abertzale ha situado a Jorge Aldekoa (Amorebieta, 1956) en la diana de su reivindicación política en torno a la investigación judicial del caso Cabacas. El nuevo jefe de la Ertzaintza era el máximo responsable de la Comisaría de Bilbao, donde se ideó el operativo para sofocar los incidentes registrados tras el partido europeo del Athletic contra el Schalke 04, en San Mamés.
Aldekoa, curiosamente, quiso este puesto y el entonces consejero de Interior, Rodolfo Ares, se lo concedió a pesar de que con anterioridad había rechazado dos ofertas de mayor rango. Los socialistas apreciaban la profesionalidad de Aldecoa, curtido en un largo historial de mando y con influencia reconocida en el cuerpo. Nacionalista aunque no es afiliado al PNV, nunca quiso comprometerse con el Gobierno López y como gesto elocuente rechazó, primero, la jefatura de la Seguridad Ciudadana con mando sobre 5.000 agentes y, después, la Jefatura de Tráfico. “Aldekoa tiene un halo, un respeto dentro de la Ertzaintza y le avala el reconocimiento de su trabajo con 700 agentes en la comisaría más importante”, asegura una fuente de Seguridad. Pero la sombra del caso Cabacas le perseguirá durante cierto tiempo, aunque el Gobierno vasco sostiene que “irá remitiendo” y que el final de la investigación “si no toma ningún giro espectacular”, añade esta misma fuente, “demostrará que no tuvo nada que ver en el desarrollo de la operación”.
De momento, EH Bildu ya ha pedido su comparecencia por primera vez en el Parlamento para explicar su relación con el operativo dispuesto. Josu Erkoreka, en una de sus comparecencias menos controladas como portavoz del Gobierno, desvelóel pasado martes ante la sorpresa de mandos policiales y algunos dirigentes políticos que Aldekoa conoció este operativo. Horas después de la rueda de prensa en Lehendakaritza, fuentes próximas al jefe de la Ertzaintza admitieron a EL PAÍS que Aldekoa “como responsable de la comisaría conocía la planificación del operativo” pero “no participó de su ejecución”. Aldekoa, de hecho, no tuvo reparos en admitir ante sus mandos que el operativo dispuesto “era francamente mejorable”.
En realidad lo hizo cinco días después del pelotazo, pero es que la rapidez no fue precisamente una virtud durante el interminable análisis oficial del trágico suceso. Incluso, hasta la víspera de la muerte de Cabacas —el joven permaneció cuatro días con vida tras el pelotazo— no se escucharon en la Comisaría de Bilbao las grabaciones de la actuación policial. Esta falta de colaboración de Aldekoa alentó la sospecha en la cúpula de Interior de que se estuviera asistiendo a una maniobra política para así asociar toda la responsabilidad contra Ares.
Agentes que hacen
Ante semejante laxitud, es fácil comprender que algunos agentes conocedores del operativo no olviden las irregularidades detectadas. “Se sabía que en aquel recinto estaban prohibidas las pelotas de goma y se usaron y muchos agentes que hacen trabajo de oficina se apuntaron aquella noche a intervenir cuando pidieron voluntarios”, recuerda un ertzaina crítico con “desajustes” en “el control del armamento, y en las salidas de escopetas” que se ha vivido en la Comisaría de Bilbao y que atribuye al “clima de pasotismo”. Aldekoa, a su vez, nunca admitió ante sus superiores que se había empleado pelotas de goma. Como ayer indicó este periódico, tres agentes y un jefe de furgoneta —ahora imputados— lo acabaron por desvelar 37 horas después de utilizar este material Gervasio Gabirondo (Zarautz, 1956), director de la Ertzaintza, lo sabe pero tiene una “confianza plena” en Jorge Aldekoa.
“Se entienden con la mirada como es propio entre policías”, pero, sobre todo, “hablan el mismo lenguaje”, se admite entre sus próximos aunque hay quien advierte del duro carácter de ambos como un posible riesgo ante esta bicefalia. “No ocurrirá”, aseguran en el cuerpo. “Gervasio está donde más le gusta, en lo suyo, planificando y evaluando las cosas que se hacen, tiene ahora una vida personal renovada, se ha reservado el despacho en Iurreta para no tener que ir todos los días desde San Sebastián a Erandio y necesitaba de alguien operativo de confianza”, añade un veterano agente.
Los relegados, por la vía judicial
Seguridad se dispone a recibir la notificación de los recursos de los intendentes, principalmente, insatisfechos con el nuevo organigrama dispuesto en la alta dirección de la Ertzaintza por sentirse discriminados. Pero el tiempo juega a su favor por la lentitud de este tipo de procesos judiciales como admiten las dos partes en conflicto por experiencias anteriores. El PNV nunca fue partidario de alentar los concursos de méritos para intendentes por la hipoteca que suponen para el futuro del cuerpo al bloquear posibles nombramientos. Pero el PSE-EE lo hizo, abriendo un cupo de diez intendentes que no se libró de un recurso, en este caso de Jorge Aldekoa, finalmente admitido en detrimento de Josu Markaida. En medios sindicales de la Ertzaintza se estima que al menos cinco de estos intendentes apelarán judicialmente por entender que han sido vulnerados sus derechos laborales. De una manera especial, las críticas se dirigen hacia Maite Salaberria, quien accede a la responsabilidad de Investigación Criminal, con rango de superintendente, desde su condición de comisaria. Cualquier respuesta judicial a estos nombramientos se producirá tras su publicación en el Boletín Oficial del País Vasco, previsiblemente el 11 de diciembre. En Seguridad niegan trascendencia a este clima de recursos, donde se incluye la situación de los últimos comisarios. “El respeto al mando está por encima de todo”, dice un portavoz. Desde la óptica sindical, “arriba han creado un polvorín y abajo hay demasiado descontento”, advierten.
Aquellos dos aventajados alumnos de la primera promoción de la Ertzaintza hace 31 años, asistidos de una probada reputación nacionalista, se empezaron a conocer mejor en 1987, cuando ocuparon las dos primeras jefaturas de la comisaría de Durango (Bizkaia). “Entre los dos se saben los detalles de cada uno de los agentes y quien tiene la información, tiene el poder”, añaden en fuentes internas para proyectar la capacidad de influencia de Gabirondo y Aldekoa, sobre quienes pivotará, junto a Maite Salaberria —jefa de Investigación Criminal— la Ertzaintza de 2016. “La nueva escala de mando responde a una reflexión estratégica que ha llevado mucho tiempo”, subrayan desde el departamento de Estefanía Beltrán de Heredia. Aldekoa, a quien se le vincula con el borrador en materia de Seguridad que el PNV utilizó en su programa electoral de las últimas autonómicas, despierta la máxima confianza en el Gobierno vasco y, de manera especial, en el propio lehendakari, Iñigo Urkullu.
Asistido de un reconocimiento mayoritario en el cuerpo, fue uno de los miembros elegidos para debatir la Ertzaintza del futuro tras el último cambio del Gobierno vasco. Gervasio Gabirondo, desde luego, no se olvidó de su perfil cuando ideó el nuevo organigrama. Ambos, separados de un primer matrimonio, comparten muchas señas de identidad posiblemente, dicen en sus respectivos entornos, por los años de protección ante la amenaza de ETA y su coincidencia en apostar por los sistemas de evaluación cuando se trata de encarar procesos de calidad en la mejora del servicio. “Han unificado sus objetivos”, subrayan desde Seguridad, hasta el punto de que nadie en la Ertzaintza teme “un doble lenguaje”.
Gervasio tiene
En la legislatura anterior, todo el poder de la Ertzaintza recayó en José Antonio Varela, quien en ausencia de un director despachaba directamente con el viceconsejero. De trayectorias semejantes, Gabirondo y Aldekoa no han tenido demasiada suerte en su aspiración a convertirse en intendentes. El jefe de la Ertzaintza lo consiguió después de recurrir al verse privado del puesto en el examen. No obstante, alegó con éxito que el tribunal no le había reconocido unos méritos académicos, circunstancia que motivo la denuncia del mando afectado y que ha sido aceptada aunque la sentencia todavía no es firme. En el caso de Gabirondo, su impecable examen técnico se diluyó en el resto de pruebas. Fue entonces cuando recurrió, pero la propia Administración vasca no le ha dado la razón. Con sus actuales galones, Gabirondo dispone de una sensible influencia en las cuatro esquinas de Seguridad, donde su consejera, procedente de un área como la Agricultura en la Diputación de Álava, sigue sumergiéndose todavía en un área de demasiadas aristas y de largo recorrido.
Sobre esta base, el director de la Ertzaintza, seguidor de la Real Sociedad a quien animó en su desplazamiento europeo a Manchester, ha dispuesto de una red que le asegura ese control omnímodo al que acostumbrada. Además, siempre ha sabido ganarse la confianza de los consejeros de Interior del PNV. Con Juan María Atutxa fue responsable de la unidad antiterrorista y con Javier Balza, dirigió Seguridad Ciudadana y también Asuntos Internos. En aquella época se le consideraba el brazo ejecutor del viceconsejero de Seguridad, Mikel Legarda, y en quien influía como ocurrió cuando Ignacio Ormaetxe, responsable de la lucha antiterrorista en 1999 fue destituido por el consejero Javier Balza en 2005 tras haber mantenido un enfrentamiento con Gabirondo. Manda.
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