Dedos ágiles, corazón caliente
Éxito del pianista cubano Alfredo Rodríguez en su debú en el Palau de la Música
Algo está cambiando en las temporadas de la Orquestra Simfònica del Vallès. En la programación hay propuestas novedosas, espacios de encuentro con otros repertorios. También sopla aire fresco en la presentación y el formato de los conciertos, con voluntad de conectar de forma más natural y directa con el público: poco a poco van soltando lastre -no es fácil eliminar de un plumazo el exceso de convencionalismos asociados al mundo clásico- y apuestan por el disfrute de la música sin tantas etiquetas. En este camino, acaban de iniciar una etapa de relación artística con el Voll-Dam Festival de Jazz de Barcelona y lo han hecho con buena fortuna: su primera propuesta, el debút del joven pianista cubano Alfredo Rodríguez (La Habana, 1985) en el ciclo Simfònics al Palau con un programa centrado en George Gershwin, ha sido un rotundo éxito.
Blue Gershwin. Alfredo Rodríguez, piano. Simfònica del Vallès. Rubén Gimeno, director. Palau de la Música, 23 de noviembre
Catapultado a la escena internacional por el legendario productor Quincy Jones y residente desde hace cinco años en Los Ángeles, Alfredo Rodríguez es un músico que respira ritmos y colores musicales con pasmosa naturalidad. Dedos ágiles y corazón caliente, o, si lo prefieren, virtuosismo y cálida expresividad, armas con las que llegó directamente al corazón del público. Abrió su primer actuación en el Palau de la Música con la famosa Rhapsody in Blue, en una version de irresistibles acentos jazzísticos, bajo la dirección de Rubén Gimeno.
La orquesta cumplió bien, pero con nervios: los solistas de una formacion sinfónica no están acostumbrandos a tocar los pasajes más comprometidos de pie y bajo los focos, y esa tensión añadida se notó desde el celebérrimo solo de clarinete que abre la obra. Hubo un punto de rigidez en algunos episodios, pero la versión cautivó por la entrega de los músicos, la complicidad de Gimeno y el carisma del joven y deslumbrante pianista cubano.
Con carácter de preestreno, interpretaron La jungla, pieza concertante del propio Rodríguez, de factura clásica y muy previsible en su desarrollo, que basa su encanto en el tratamiento de la percusión y sus juegos rítmicos con el piano solista. Curiosamente, el talento extraordinario de Rodríguez cautivó más en las dos piezas que tocó en solitario, con la evidente huella del pianismo de Keith Jarret, pero de inflexiones líricas muy personales y exuberante sentido del color. Gimeno disfrutó de lo lindo en la segunda parte del programa dirigiendo la suite de la ópera Porgy and Bess con inspiración y musicalidad: la orquesta se entregó a fondo y ante el éxito obtenido tuvieron que repetir el final de la suite como propina improvisada.
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