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Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El hombre de todos los nombres

Bruno Mars encandila a 10.000 seguidores en el Olímpic de Badalona

La duda era razonable. En los primeros compases del concierto ella, clase media alta, con los cuarenta cumplidos, miraba embelesada cómo su hijo, nueve años, abría los ojos ante la salida de Bruno Mars a escena. Un rito de iniciación tutelado con cariño. Mediada la actuación, el niño había bajado la intensidad de su ánimo y era ella quien hacía fotos, coreaba las canciones y cantaba encantada los estribillos. ¿Estaba por el hijo o el hijo era la excusa para estar?. Un caso aislado pero que pautó la enorme variedad de público que llenó el Olímpico de Badalona con más de 10.000 personas de las más diversas tipologías. Todo parece indicar que para triunfar masivamente en el siglo XXI no puedes apelar a un sólo sector del mercado, hoy todo ha de ser para todos los públicos.

Bruno Mars es un ejemplo de ello. A lo largo de su concierto dio la sensación de que un reproductor de sonido funcionaba de manera aleatoria ofreciendo canciones al albur unificadas por la voz y el sombrero de Bruno. En ocasiones, muchas, parecía Michael Jackson –Moonshine-; en otras recordaba a UB-40 con su pálido reggae –Bam Bam- tomado quizás de Toots & Maytals-; había retazos de gospel, If I Knew; canciones que evocaban a Kool & The Gang como Treasure; solos de guitarra rockeros, “Grenade” y multitud de arreglos clásicos para adaptar al gusto popular la tradición musical negra en forma de soul y funk, envolviéndola pulcramente en un envoltorio pop, a la sazón clave en el estilo de Bruno, que también hace guiños a Jason Mraz, a las bandas para adolescentes y a Police. De todo para todos explicado con alegría, desenvoltura, optimismo y colorido.

BRUNO MARS

Pabellón Olímpico de Badalona. 14 Noviembre 2013

La entrega de tal paquete de melodías se realizó también a la antigua usanza, y cuando se descolgó el telón que ocultaba el escenario, Bruno ya estaba allí al frente de su banda, formando parte de ella, reiterando un mensaje de autenticidad, de músico honesto que no se siente por encima de sus legionarios. Eso sí, para tocar con Bruno no sólo has de dominar el instrumento, sino también adaptarte a las coreografías que por ejemplo despachó la sección de metal a lo largo del concierto, en un casi doble papel de instrumentistas y bailarines. La limpieza del escenario, diáfano, con un fondo donde en ocasiones se proyectaban imágenes, reforzaba esa idea de colectivo de músicos cuya tecnología, invisible, sólo se usaba para lograr un sonido nítido en el que se reforzaba incluso el chasquido de los dedos de los músicos cuando marcaban un ritmo. Nada en Bruno Mars parece azaroso.

Tampoco su aspecto de estrella casi doméstica, no especialmente llamativo en vestuario, con sólo un cambio de ropa durante el espectáculo y un gusto más bien rutinario. Bruno apela al chico normal que un día, al despertase, nota que tiene madera de estrella, se pone a cantar, componer y tocar batería y guitarra –lo hizo en escena- sin por ello convertirse en un marciano estrafalario y desnortado. No, Bruno es un ejemplo para los niños. Y por lo visto en Badalona, también para sus mamás.

En cuanto al concierto, sugerir que sólo tuvo una pega, no otra que la voluntad de Bruno de mostrar sus habilidades canoras alargando los temas con esa tediosa petición simpaticota de implicación a la audiencia. De esta manera las piezas se alargaban sin necesidad, la tensión disminuía y la canción se estiraba como un chicle que no por aumentar su longitud ve aumentada la intensidad de su sabor. Pero bien, eso no pesó en el debe para sus seguidoras, literalmente enloquecidas cuando Locked out of heaven, momento Police, indicó que se había llegado al éxtasis. Gorilla, una canción bastante mediocre, deshizo el encanto y llevó el concierto a su final. Si el artista emergente del siglo XXI se ha de caracterizar por recordar a muchos de los del XX, Bruno Mars lo es. Un hombre con muchos nombres.

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