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El Espanyol no da una

Rakitic se basta para desfigurar a un rival tan descolocado como huérfano de ideas y fútbol

Jordi Quixano
El delantero del RCD Espanyol, Sergio Garcia (d), intenta controlar el balón ante el defensa del Sevilla CF , Alberto Moreno (i), durante el partido de liga correspondiente a la 13 jornada disputado hoy en el estadio de Cornellà-El Prat.
El delantero del RCD Espanyol, Sergio Garcia (d), intenta controlar el balón ante el defensa del Sevilla CF , Alberto Moreno (i), durante el partido de liga correspondiente a la 13 jornada disputado hoy en el estadio de Cornellà-El Prat.Toni Albir (EFE)

El Espanyol ha perdido el paso, desteñido en una competición que se le queda grande, al menos la sugerida por el presidente que auguró la pugna por Europa. Lejos de tejer fútbol, se limita a cerrar huecos en la retaguardia para usar después el pelotazo, colgados de la inspiración puntual de Sergio García. De poco sirvió que se corrigiera Aguirre en el entreacto, que persiguiera el triunfo con el balón y no con el reloj; la defensa no acompaña y la puntería la puso el Sevilla, atornillado en su campo y sin apenas juego, pero con Rakitic atómico a balón parado y con Bacca como estilete. Un triunfo que aligera el peso sobre el cogote de Emery, que respira antes del derbi con el primer triunfo a domicilio en 13 meses, y que pone al técnico blanquiazul en entredicho, con cuatro puntos de los últimos 24 disputados.

Persiste Aguirre en su particular librillo del palo y la zanahoria, con titulares sentados en la grada al siguiente duelo y viceversa, una estrategia que no otorga ritmo ni confianza, tampoco réditos. Como ocurre con Pizzi, que ha perdido el protagonismo en el césped y en las alineaciones; como le sucedió a Torje, que pidió turno en el Camp Nou con un partido espléndido y que vio este encuentro desde las butacas de Cornellà; y como le pasa a Córdoba, que fue titular frente al Málaga para ser el mejor, después sentado y solo recuperado para la causa frente al Sevilla y a última hora. Todo un baile de piezas que mantiene activo al equipo, pero le resta competitividad y gancho; todo un zapateado de tácticas sin dar con la tecla.

Más compacto se presentó el Sevilla, aunque juega a trompicones, demasiado comedido para el talento que atesora —el rondo de los suplentes antes del partido tuvo caños, pases aéreos y de todos los colores— y febrilmente dependiente de Rakitic. Una exigencia, en cualquier caso, que coge color porque el suizo-croata, lejos de quedarse encorsetado en el eje, actúa liberado en la mediapunta. Su trascendencia, sin embargo, no llegó solo en las jugadas trenzadas, puesto que Emery insiste en el pase largo a la carrera de Bacca, en contras estériles acompañados desde los costados. Pero sí que es capital a balón parado, musa inagotable para la inspiración colectiva del Sevilla.

Contó Rakitic dos faltas que rozaron el poste y una más lejana que sonrojó al Espanyol y a Sidnei. Fue al abrir el telón, en una jugada de estrategia que simuló colgar a la olla, pero que la puso en paralelo a la carrera de Fazio. Ganó el argentino sobre Sidnei el salto y el balón para cruzarlo ante la media salida de Casilla, para enviar el cuero a la red. Manos a la cabeza de Aguirre y del Espanyol, con las legañas en los ojos. Tantas, que las penalizó el Sevilla, que se expresó de nuevo en un saque de esquina. Lo lanzó Rakitic, nadie lo repelió y el esférico lo meció Vitolo, ya en el segundo palo, con tiempo y espacio para el recorte y perfilarse. Chut delicado, rosca envenenada, y segunda diana. Jauja del bueno para el Sevilla a balón parado, que sorprendió en otras dos ocasiones a Casilla, con un remate cruzado de Fazio y otro desviado de Vitolo.

Conforme con la fatalidad, el Espanyol apenas rechistó. De poco sirvieron las carreras de Simão y de Lanzarote, sin un aspersor que les ofreciera balones en condiciones. Menos absorbió Sergio García, la soledad hecha en persona, Don Quijote de Cornellà. Pero el delantero, sobre todo en el Espanyol, es ocasional. Le alcanzó con dos pases interiores. En el primero, sacó una falta peligrosa de Pareja; en el segundo, sentó a Moreno y cruzó ante la salida de Beto. Un gol, una esperanza. Por eso estiró las líneas y removió de nuevo la libreta Aguirre en el segundo acto (pasó del 4-1-4-1 al 4-4-2), otra corrección a un mal planteamiento inicial. Sacó a Córdoba y Thievy para quitar un mediocentro y poner a dos puntas. Una variante que Córdoba casi valida, en un pase interior a Víctor Sánchez que no atinó a resolver.

La pega al atrevimiento, sin embargo, fue que el Espanyol se partió. Por lo que Rakitic la dejó pasar a Bacca para que embistiera desde el centro del campo. Marcado tan mal como lejos, el colombiano autografió una carrera y un autopase estupendos, un gol soberbio que definió a la demacrada zaga blanquiazul. Con poco hizo mucho el Sevilla y sin nada se quedó el Espanyol, que desde hace tiempo no da una, huérfano de táctica, continuidad y fútbol.

“Estamos sin crédito”

JUAN I. IRIGOYEN

El Espanyol resume su juego en la solidez de la zaga, brega de la medular y contras exprés. Siempre intenso, con la máxima concentración defensiva. Pero nada de eso se dio contra el Sevilla. Ni siquiera su fortaleza en las jugadas de estrategia.

Hasta ahora, en las primeras 12 jornadas, el Espanyol encajó 15 goles y ninguno fue a balón parado —por los tres que cuenta a favor—. Poco le interesó el dato al Sevilla, que en un santiamén, en apenas 10 minutos, descompuso al Espanyol con dos dianas de pizarra. “Fueron los primeros goles que hemos encajado a balón parado en la temporada. Ocurrieron muy pronto y condicionaron el partido”, analizó el portero Casilla. “Los dos goles de estrategia fueron mortales. En 10 minutos, casi de la nada, te pones 0-2 y cuesta mucho remontar”, sumó Aguirre.

“Estamos en la cuerda floja y sin crédito, mucho más cerca del descenso. Todo el mundo aprieta y hay que salir lo antes posible”, afirmó el mexicano, consciente de que su equipo solo suma cuatro puntos de los últimos 24. “Lo que antes nos salía, ahora no. No solo ha cambiado la solidez defensiva, sino la de todo el equipo”, cerró Víctor Sánchez, que vio la tarjeta roja por segunda vez en el curso y no jugará ante el Rayo.

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