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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

La táctica tse-tsé

Cuanto más cae el Gobierno del PP por el desgaste de la crisis, más se derrumba el PSOE por la falta de un proyecto

Contaba Jorge Valdano en un artículo que, a principios de los años sesenta, el fútbol argentino paseó por el mundo su fama de técnico y refinado, aunque tenía un inconveniente: no le ganaba a nadie. Un periodista francés dijo que en Argentina se empleaba la táctica tse-tsé. El juego era una especie de sesión de hipnosis y un fútbol anestésico que siempre terminaba igual: perdían contra cualquiera. Desde que Alfredo Pérez Rubalcaba, lideró el descomunal batacazo en las elecciones generales del año 2011 con el peor resultado obtenido por los socialistas en su historia, el PSOE utiliza una fórmula muy similar al que le reprochó este periodista francés a la selección argentina: la táctica tse-tsé. Un toque, un resbalón, otro toque, un conflicto… Y así, cuanto más cae el Gobierno del PP por el desgaste de la crisis, más se derrumba el PSOE por la falta de un proyecto que atraiga a sus antiguos votantes.

El PSOE lleva desde el año 2011 en una especie de sesión de hipnosis, luchando con el subconsciente por los errores cometidos e indagando sobre la necesidad de buscar un rearme ideológico con el que afrontar el futuro. Sus dirigentes llevan ya tanto tiempo tumbados en el diván que cualquiera diría que se han quedado dormidos. Es como si les hubiera picado la mosca tse-tsé y no lo advirtieran, de ahí que acumulen varias citas con las urnas sufriendo la indiferencia de su electorado pero sin hacer un único movimiento para corregirlo. Ni la prometida revisión del proyecto ni la cacareada renovación de los liderazgos internos. Resulta complicado entender que un Gobierno donde ni su presidente y ni uno solo de sus ministros obtiene un aprobado en la valoración de los ciudadanos, los líderes socialistas tengan la capacidad de obtener peores resultados.

Hace unos días, un personaje tan poco sospechoso de hablar desde la estridencia como el que fuera presidente federal, Manuel Chaves, resumió la situación en una frase demoledora: “El PSOE no es un partido creíble en estos momentos. Tenemos que ganar credibilidad y generar confianza”. O sea, despertar. El alejamiento del electorado hacia el PSOE hace tiempo que alcanzó a parte de su propia militancia. Ahora mismo, la estructura orgánica de este partido en muchas provincias está copada por cargos públicos, lo que favorece la lealtad y no el mérito político como criterio de promoción interna. La mayoría de los dirigentes actuales mantienen sus puestos a pesar de haber sufrido severas y continuadas derrotas electorales en sus respectivas circunscripciones. Hay una resistencia real a los cambios, por eso las estructuras están congeladas y las puertas cerradas a la entrada de la discrepancia.

Con este panorama, más que una Conferencia Política, lo que inició ayer el PSOE fue un proceso de rehabilitación después de un periodo de letargo. Habrá que esperar hasta el final para conocer cuánto tiempo más va a durar la convalecencia, ya que de momento parece que van a eludir esa búsqueda desesperada de un líder que les saque del diván y espante la soñarrera. Por lo pronto, resulta destacable que el principal protagonismo en esta cita lo tenga Susana Díaz, una dirigente que lleva 57 días al frente de la Junta y que ha pasado directamente del anonimato a convertirse en un referente en el PSOE. La inesperada cabriola de José Antonio Griñán, con su marcha, es el único movimiento orgánico de relieve que se ha producido en el PSOE con cierta visión de futuro. En una de las escasas comunidades autónomas donde los socialistas mantienen el poder, es donde se ha producido un cambio real de liderazgo e incluso de discurso político. Difícilmente podrá mantener la actual dirección federal socialista la táctica tse-tsé al término de esta conferencia política. Toque, balones fuera, toque, balones fuera… Y así en situación de duermevela hasta la próxima derrota. Un PSOE como la Argentina de los sesenta, ahora más técnico y refinado, pero perdiendo siempre. @jmatencia

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