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A la caza del rublo y del yuan

Los comerciantes piden al Ayuntamiento que retire de su web la publicidad de Las Rozas Village para que los turistas chinos y rusos se queden en Madrid

Vicente G. Olaya
Una pareja en la entrada de centro comercial Las Rozas Village.
Una pareja en la entrada de centro comercial Las Rozas Village.gorka lejarcegi

El problema es cómo se reparten los 2.742 euros que se gasta de media en compras cada ciudadano de Hong Kong que visita Madrid o los 1.149 euros que desembolsa un turista chino cuando entra en las tiendas de la región; es decir, entre 3 y 10 veces más que un europeo. De momento, la mayor parte de estas cantidades terminan en las cajas registradoras de las tiendas del área comercial de Las Rozas (Las Rozas Village y Factory, fundamentalmente) y no en las de los establecimientos de Serrano o de la Castellana, área conocida como La Milla de Oro. Por eso, los comerciantes de la capital han protestado ante el Ayuntamiento porque este admite en la página oficial de turismo de la capital (esmadrid.com) publicidad de Las Rozas Village. “Entendemos que los turistas vayan donde quieran, pero no que el Ayuntamiento permita que en su web se promocione Las Rozas”, explican fuentes empresariales.

 Desde el Consistorio que encabeza Ana Botella replican que “Las Rozas Village paga por aparecer en web turística y es como cualquier otro anunciante. No podemos discriminarlos porque el complejo comercial esté en otro municipio”. No obstante, el Ayuntamiento admite que el megacentro roceño tiene contrato publicitario con la web municipal hasta fin de año y que la página será cambiada en 2014. “Modificaremos el concepto de web y probablemente la publicidad desaparecerá”, señala una portavoz municipal. Por su parte, fuentes empresariales confirman que el Ayuntamiento retirará, finalmente, la publicidad en 2014.

Las Rozas Village, por su parte, mantiene que ambas áreas comerciales son compatibles. “Nos beneficiamos los dos. Los turistas que van a Las Rozas Village vienen de Madrid, y una vez que nos visitan, vuelven a Madrid: siempre pasan por Madrid. Una colaboración entre ambas partes aporta beneficio a ambos”. Esta cadena reconoce que para atraer a este tipo de clientes de alto poder adquisitivo dispone de “vendedores y azafatas que hablan inglés, ruso o chino; servicios a la carta, personal shoppers, salas VIP, wifi, aparcamiento gratuito y tarjetas regalo, entre otros”.

Cada turista de Hong Kong

La lucha entre ambas zonas se ha plasmado, incluso, en la puesta en marcha de dos líneas de autobuses desde el Ifema: una al centro de la capital y otra a Las Rozas. Con ello, el recinto ferial —300.000 visitantes extranjeros anuales— busca potenciar “el comercio de Madrid con un perfil de turista de calidad y alto poder adquisitivo como el que acude a las ferias y los congresos”. El Ifema es una empresa pública en la que participan, entre otros, el Ayuntamiento de Madrid y la Comunidad autónoma, por lo que tiene que contentar a ambos.

Los comerciantes de la capital aceptan esta situación a regañadientes. “Es verdad que hay una ruta por Castellana, Serrano o el barrio de Las Letras, pero parece que los llevan a pasear. Donde terminan comprando es en Las Rozas, y las ofertas de este municipio no son las mismas que las nuestras. Nuestros ofrecemos primerísimas marcas, mientras que Las Rozas es un outlet [venden artículos de lujo de temporadas anteriores más baratos]”, dicen.

Unos 93.000 rusos y 52.000 chinos vienen de compras cada año a Madrid

El enfrentamiento no es baladí si se tiene en cuenta, por ejemplo, que los seis millones de europeos que recalan cada año en Baleares gastan en los comercios insulares lo mismo que los 160.000 rusos que visitaron España el año pasado, según fuentes de la CEIM. Los rusos, a diferencia de los chinos, no suelen pagar con tarjetas de crédito, y los cálculos sobre sus gastos de lujo son estimativos.

Las adquisiciones de los turistas chinos están más cuantificadas. Solo el 0,3% de los que recorren el mundo con la tarjeta de crédito en la mano recala en España. La razón es clara: apenas hay vuelos directos entre España y China. Los aeropuertos españoles únicamente tienen disponibles 4.250 asientos mensuales en los aviones que unen ambos países, frente a los 111.266 de los aeródromos alemanes. De todas formas, el número de asiáticos que llega a la Comunidad anualmente supera las 52.000 personas, por detrás de los 93.000 turistas rusos, los segundos grandes compradores de firmas de lujo.

“Este tipo de turista no está especialmente interesado ni en la gastronomía ni en la cultura, sino en las compras, ya que los precios en Europa son un 30% inferiores a los que tienen en sus países. Se trata de unos clientes de altísimo nivel adquisitivo que pueden llevarse una docena de relojes de alta gama sin ningún problema”, explican comerciantes del barrio de Salamanca. “Estamos intentando que no tengan problemas al sacar estos productos de España, porque se ha dado el caso de que no les han querido devolver el IVA en la frontera porque Aduanas lo consideraba exportación”, señalan los empresarios.

El Corte Inglés, una de las grandes cadenas comerciales preferidas por estas nacionalidades —cuenta con tiendas exclusivas de marcas de lujo— ha reforzado los centros de las zonas turísticas con traductores de ruso y chino. En el caso de Madrid, los centros de Castellana y Goya. La cadena, incluso, asesora y gestiona a estos compradores en lo relativo a impuestos para que no tengan problemas aduaneros. Estos grandes almacenes, en un intento de atraer al mayor número de compradores de estas nacionalidades, les ofrece un 10% de descuento. “Los idiomas para los clientes extranjeros siempre han sido el inglés, el italiano, el alemán... ahora son el ruso y el chino”, admite una portavoz. “Y es que si queremos reactivar nuestra economía, debemos prestar la mayor atención posible a estos clientes sin desatender a los tradicionales”, concluyen. Lo mismo piensan en Las Rozas y La Milla de Oro.

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Sobre la firma

Vicente G. Olaya
Redactor de EL PAÍS especializado en Arqueología, Patrimonio Cultural e Historia. Ha desarrollado su carrera profesional en Antena 3, RNE, Cadena SER, Onda Madrid y EL PAÍS. Es licenciado en Periodismo por la Universidad CEU-San Pablo.

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