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CLÁSICA
Crónica
Texto informativo con interpretación

El Schubert de Krivine

Una interpretación ligera, aireada y viva, dondelas maderas cobraban presencia y se creaba un hermoso equilibrio tímbrico

Emmanuel Krivine, viejo conocido de la OBC, regresó al Auditori. En esta ocasión su presencia al frente de la orquesta tenía un significado especial: era su primera actuación como principal director invitado del conjunto, un cargo que desempeñará durante las tres próximas temporadas.

La pieza fuerte del programa era la Novena Sinfonía en Do Mayor D.944 de Schubert, una pieza cuyo subtítulo, La Grande, unido al hecho de ser la última sinfonía del compositor ha provocado, históricamente, que se dramatizaran en exceso sus interpretaciones. Que Schumann se refiera a ella, loándola, citando las famosas longitudes divinas de Schubert, no ayudó a mejorar las cosas y algunos melómanos que hace años se referían a la octava de Schubert como la inacabada decían, por lo bajo, de la novena que era la inacabable.

Orquestra Simfònica de Barcelona i Nacional de Catalunya

Bertrand Chamayou, piano. Emmanuel Krivine, director. Obras de Beethoven, Strauss y Schubert. Auditori. Temporada de conciertos de la OBC. Barcelona, 18 de octubre.

Krivine decidió acabar con esto proponiendo una interpretación ligera, aireada y viva. Con la cuerda aligerada, solo seis violonchelos y cuatro contrabajos (Karl Böhm no tocaba eso con menos de diez violonchelos) las maderas cobraban presencia y se creaba un nuevo y hermoso equilibrio tímbrico. Krivine hizo que aquel Schubert se llenara de luz y que en vez de mirar hacia el último Beethoven y, más lejos, hacia los grosores sonoros brahmsianos, mirara hacia la textura abierta y clara de Mendelssohn o incluso hacia Weber.

Dos direcciones

Que a fuerza de avivar los tempi y buscar la pulsación el Andante con moto le quedara un poco saltarín y casi bailable es una minucia que no empaña una labor global muy encomiable. El conjunto respondió muy bien a los requerimientos del director y parecía encontrarse a gusto con esta dirección.

Krivine puede aportar muchas cosas a la OBC y complementa bien la labor de Pablo González, el titular, pues son direcciones muy diferentes y las dos son buenas.

El programa se completó con la obertura Egmont de Beethoven y con Burlesque para piano y orquesta de Richard Strauss con Bertrand Chamayou, que debutaba con la OBC y que realizó una gran labor en la enrevesada parte solista de una obra innecesaria que no añade ninguna gloria al autor.

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