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Columna
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Oktoberfest

Es posible que ese acto sirva para observar que PP y C's no son ajenos a estéticas inquietantes del pasado

Participantes en la concentración ayer en la plaza Catalunya de Barcelona.
Participantes en la concentración ayer en la plaza Catalunya de Barcelona.GIANLUCA BATTISTA

Plaza Catalunya. Concentración por la unidad de España. Ambiente relajado. Familiar. Mucha familia de barrio con niño. Mucho niño con familia, de esos que te encuentras en los ferrocatas, con ese peinado que cuesta décadas reproducir sobre un cráneo. Militantes y dirigentes del PP y de C's riendo con la boca repleta de dientes, o emocionándose ante la contemplación de la bandera, ese paisaje diferente, según quien lo mira. Pancartas impresas con lemas a la convivencia — Junts estem millor, No volem ser més catalans que espanyols—, mucha camiseta con el lema Som 47 milions, mucha bandera europea, mucha camiseta de la selección. Ninguna bandera con gallina. Todo ese esfuerzo ecuménico por la contención convive, sin enfrentamiento, con sonrisas y con expresiones de complicidad ante personas con boinas militares, o que emiten periódicamente gritos de “Arriba España” —y, glups, de “Arriba España, coño”, que es como más programático—. En mitad de la plaza hay un dirigible del que pende una bandera king-size, fletado por el Casal Tramuntana, que a pesar del nombre no es un club naútico, sino un grupo fascista. Una librería móvil vende en una esquina literatura que en la RFA está prohibida.

Cuando avanzas es común escuchar conversaciones de peli de miedo —“habrá que volver a salir a la calle”, “nos vemos luego en la Librería Europa”—. Es común ver a personas fotografiadas con la bandera en una mano y el saludo romano en la otra, y con ese cuello con la yugular ocho tallas más grande. Sobre una barandilla de la plaza, un grupo de adolescentes con sendas banderas canta el himno de España. De las tres letras que existen en el mercado —ninguna podría cantarse en Viena—, optan por la de José María Pemán —”alzar los brazos hijos del pueblo español / que empieza a resurgir”—.

Bueno, el acto tenía diversos puntos de interés. ¿Ha aumentado la participación respecto al año pasado? Sí, se ha doblado. Lo que sigue siendo muy poco, casi rozando el ridículo, si se piensa los últimos 11-S. Por primera vez, desde los 90's, hay una extrema derecha no integrada en el PP. ¿Es perceptible? Pues no. Es posible que ese acto, incluso, sirva para observar que PP y C's no son ajenos a estéticas inquietantes del pasado. ¿En dos años de proceso catalán se ha creado un discurso unionista fundamentado en derechos, neutral, no esencialista, que haga de cojín entre nacionalismos y que cree propuestas? Al parecer no. Y no se le espera. El discurso unionista perceptible hoy aquí, vinculado a un Régimen extinto y a otro desautorizado y con serios problemas de futuro, no parece dar para mucho más. ¿Son importantes estos actos? No creo. El unionismo efectivo, la defensa del Régimen, está en otro lado.

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