La menor conducía el convoy
Una ‘au pair’ de 16 años estaba a los mandos del metro siniestrado en las cocheras de Loranca en 2012 Murieron ella y un mando de la compañía
El tren siniestrado en las cocheras del metro de Loranca, en Móstoles el 7 de agosto de 2012, lo conducía una menor de edad, una au pair de 16 años y de origen suizo. En el accidente murieron el gerente de Mantenimiento del Ciclo Corto de Metro de Madrid, José Manuel Pérez García, de 36 años; la citada joven, Jeanne A.; además de resultar heridos Rosa María S, de 37 años y esposa del fallecido, y el hijo de ambos, de cuatro años. Así lo afirma la titular del Juzgado de Instrucción número 5 de Móstoles, Susana González de la Varga, tras la instrucción del caso durante un año. La magistrada ha llegado esta conclusión tras interrogar a Rosa María S. y a los empleados de la compañía que estaban aquella tarde de guardia, y visionar las cámaras de seguridad de las instalaciones. La juez ha decretado el archivo del caso, al entender que no hay responsabilidades penales por parte de las víctimas ni de Metro, según un auto al que ha tenido acceso EL PAÍS.
Alrededor de las siete de la tarde del día del accidente, José Manuel Pérez García se acercó a las instalaciones de Loranca a hablar con el jefe de depósito y responsable de la instalación. Le pidió permiso para coger un convoy. Al ser un mando intermedio de la compañía, Pérez estaba capacitado para acceder al mismo, por lo que el operario no puso ningún reparo.
Lo que no sabía el jefe de depósito es que Pérez García había accedido a las instalaciones con su esposa, la au pair y el pequeño. Ninguno tenía permiso para ello, ya que está prohibida la visita de familiares o amigos, según consta en el auto judicial.
El gerente de Mantenimiento cogió el metro de la serie 8000, formado por los vagones con matrículas M-8403 y M-8404 del depósito, y, tras hacer las maniobras de salidas y las correspondientes curvas, accedió a la vía de pruebas. Se trata de un trazado recto de unos 800 metros de largo que discurre al aire libre y que se utiliza para probar los convoyes antes de que presten servicio. Precisamente por eso, carece de las medidas de seguridad, como el frenado automático de los convoyes, con los que sí cuenta el trazado comercial.
Las cámaras de seguridad de los dos vagones grabaron “la presencia de personas” a las 19.06. Dos se dirigieron a la cabina de conducción. “A las 19.07 se registra el encendido de las luces interiores del vagón y, seguidamente, [se ve] cómo un hombre adulto [José Manuel Pérez] y una mujer joven salen de la cabina de conducción y se dirigen hacia el extremo opuesto, correspondiéndose esta mujer con la menor fallecida”, recoge el auto. “Esto supone una infracción y una actuación negligente por parte del operario de Metro, al permitir el acceso a la cabina de conducción de personas no autorizadas”, añade a renglón seguido.
Los cuatro van entrando y saliendo, según el auto, de los dos vagones que componen el convoy. Así lo hacen en, al menos, cuatro ocasiones. “A las 19.23 [con el tren parado] se observa salir precipitadamente a Pérez García de la cabina de conducción 8403 [la siniestrada], dejando en su interior solos a los otros tres acompañantes, dirigiéndose él a la cabina opuesta. Regresa después con sus familiares. [El tren] reanuda la marcha a las 19.24”, recoge la juez en su escrito de sobreseimiento.
El accidente se produjo a las 19.25, momento en que se interrumpen las grabaciones de las cámaras del interior del metro. Esclarecedor ha sido el testimonio de la esposa del fallecido. Esta explicó ante la juez que nadie de la compañía sabía que estaban en las instalaciones, ya que esperaron a José Manuel Pérez fuera del edificio principal. A ello añade que fue el propio directivo de la empresa el que propuso a la au pair “que se sentara para la conducción del metro. Para ello [la joven] utilizó una palanca que se movía hacia delante y hacia atrás con la mano (el regulador de mando), siempre bajo la supervisión” del ejecutivo.
Rosa María S. no supo precisar el tiempo que la menor estuvo a los mandos. “En el momento inmediatamente anterior al de la colisión, ya estaban frenando el tren. Estaba Jeanne A. sentada en el lugar del conductor, su marido a la izquierda de la menor y el hijo de ambos a la derecha”, según el testimonio de la mujer. “No se alarmaron en ningún momento y su marido no les dio ninguna alerta, ya que no se esperaba la colisión final”, recoge el escrito judicial.
En la instalación de Metro se oyó entonces un gran estruendo. Al lugar se dirigieron los pocos operarios que estaban de guardia en aquel momento. De hecho, su desconocimiento era tal que no sabían si viajaba más gente en el convoy. El relato de la mujer cuadra al detalle con la forma en que fueron recuperadas las víctimas. La mujer y su hijo resultaron heridos graves y trasladados al hospital Doce de Octubre y al Niño Jesús, respectivamente. Fue sencillo sacarlos. Algo parecido ocurrió con el directivo, ya que los bomberos de Fuenlabrada rescataron pronto su cuerpo sin vida. El que más costó extraer del amasijo de hierros fue el de la au pair, al estar sentada en el puesto de conductor. De hecho, ella recibió la peor parte. Colisionaron a una velocidad de unos 50 kilómetros por hora contra el talud situado al final de la vía.
Un tema que causó controversia es la llave que permite el arranque del convoy y a la que tuvo acceso el gerente: “El jefe de depósito declaró que la llave especial para conducir libremente el tren la tienen a su disposición los conductores y mecánicos y que Pérez García debía tener acceso a la misma, sin que fuera necesario que él autorizase su uso. Cuando el conductor usa esa llave especial, él no recibe ningún aviso en su puesto”.
“Existe, por tanto, una negligencia que se estima grave por parte de Pérez García, al permitir, no solo el acceso de personas no autorizadas a la vía de pruebas, al tren y a la cabina de conducción, sino incluso a la conducción del tren por una tercera persona, menor de edad, aun cuando fuera bajo su supervisión”, concluye el auto.
La hija del fiscal y el ingeniero
El gerente de Mantenimiento de Ciclo Corto de Metro de Madrid, José Manuel Pérez García, “tenía autonomía funcional y poseía amplios conocimientos y experiencia en diversos materiales móviles”. Así se desprende de un informe remitido por la compañía a la juez instructora del caso. Este mando, ingeniero de profesión, llevaba 12 años en la empresa y había recibido varias autorizaciones para conducir en los depósitos. “Y concretamente para llevar el tren donde se produjo el siniestro. Había recibido diversos cursos en materia de seguridad y salud, entre los años 2001 y 2011”, afirma la magistrada en su auto de archivo.
Jeanne A., de 16 años, había llegado a España para pasar el verano aprendiendo español. Procedía de la zona francófona de Neuchâtel, al noroeste del país. Era la hija del fiscal general del cantón, Pierre Aubert, y de una la juez regional Claire Lase.
La magistrada abrió el mismo día del accidente unas diligencias previas por los posibles delitos de homicidio, lesiones imprudentes y contra los derechos de los trabajadores. Durante un año ha realizado diversas pruebas periciales y testificales. “Procede en consecuencia decretar el sobreseimiento provisional de las actuaciones al no existir indicios de la comisión de ilícito penal atribuible a persona determinada”, concluye la juez.
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