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MARA ARANDA | CANTANTE Y COMPOSITORA

“Hay que hacer un producto competitivo fuera de nuestro país”

Creadora atípica, a caballo entre el folk, la música tradicional y la antigua, Mara Aranda ha conquistado el mercado de la World Music y la unanimidad de la crítica

La cantante Mara Aranda junto a la Lonja de Valencia.
La cantante Mara Aranda junto a la Lonja de Valencia.Jesus Ciscar

Tenía previsto publicar cinco discos en 2013, todo un alarde en los tiempos que corren. Creadora atípica, a caballo entre el folk, la música tradicional y la antigua, Mara Aranda (Valencia, 1968) conquistó ya el mercado de la World Music y la unanimidad crítica con su primer proyecto, L’Ham de Foc. Convencida de la posibilidad y la conveniencia de armonizar una proyección artística poliédrica con una vida familiar plena, no cesa de estudiar sus músicas in situ y programa un próximo viaje a la Biblioteca Nacional de Jersusalén para bucear en la música sefardí, en el que tal vez le acompañen su madre y su hijo pequeño.

Pregunta. ¿Sigue con la idea de sacar cinco discos este año?

Respuesta. Casi. El de Sephardic legacy, dirigido por Jota Martínez [destacado instrumentista de zanfoña medieval y actual pareja] salió en primavera, antes de Lo testament, el de Mara Aranda i Solage. El de Al Andaluz Project, Salam, saldrá en otoño. Hay un cuarto con la Capella de Ministrers, que grabamos a final de junio, pero que, para evitar coincidencias con otros discos suyos, Capella ha decidido posponerlo. Queda un álbum con una nueva formación que hemos puesto en marcha, cuyo repertorio denominamos Sepharad en el corazón de Al Andalus.

P. ¿No es una locura? ¿Cinco discos? ¿Cinco proyectos diferentes?

“Cuando empecé no había escuchado a Al Tall ni María del Mar Bonet”

R. Hacer muchos discos a la vez, como hacemos nosotros, puede que no sea la mejor de las políticas. Pero una cosa es la industria musical y otra el músico, el creador. Y, comercialmente, tal vez es más útil utilizar una sola marca. Eso lo sabemos ahora, con 45 años. Pero cuando empiezas, tocas con una gente u otra un repertorio u otro y le pones un nombre u otro. No es una cosa meditada.

P. L’Ham de Foc fue un grupo español de gran repercusión internacional, pero de repente desapareció y Efrén López y usted se fueron cada uno por un lado. Debió haber un motivo importante.

R. Sí, un motivo tan importante como la honestidad. Era un proyecto compartido entre Efrén y yo, en lo profesional y personal, una cosa muy pasional, muy intensa y tenía que ser o todo o nada. Mucha gente nos aconsejó seguir haciendo lo que mejor sabíamos hacer, la música, al margen de nuestra relación personal. Pero para nosotros no tenía sentido. El dinero no compra ni la salud ni la felicidad.

P. Tanto en L’Ham de Foc como después, el viaje es una característica constante.

R. El objetivo de los viajes era contactar con músicos, con luthiers, y ver cómo la gente respiraba, el color del aire, qué especias gastaban para sus comidas, por qué lloraban y se reían, todo lo que hace que su música se cante como se canta, se interprete como se interpreta. Eso es el alma.

P. ¿Como viajes de estudios?

R. Todos los viajes que yo he hecho son de estudio. Siempre voy con una grabadora y un bloc. Incluso cuando trabajaba en un almacén de naranjas, llevaba la grabadora en el delantal y mientras ponía en una cinta mecanizada cajas para que las mujeres que estaban abajo fueran encajando las naranjas, pensaba poemas y canciones. Cuando tenía algo encendía la grabadora, porque con una mano me bastaba para coger las cajas y colgarlas de los ganchos. El primer viaje fue a Creta. Luego hemos indagado en el origen de la música tradicional griega; hemos estado en Salónica, siempre en contacto con la gente creativa, los músicos, o en Estambul, que es donde más he vuelto, porque es muy interesante a nivel instrumental.

P. ¿Cuál es el próximo viaje?

R. El año que viene probablemente viajaré a Jerusalén, porque en la Biblioteca Nacional es donde está la fuente fonográfica más importante de música sefardí, de grabaciones documentadas, desde principios del siglo XX. Es una fuente que se está agotando, porque todos los intérpretes de música sefardí han cogido las mismas piezas y la música sefardí se ha convertido en algo endogámico, no sale nada nuevo.

P. ¿Dentro de esas músicas del Mediterráneo, que posición ocupa la valenciana?

R. Cada vez me interesa más la tradición valenciana. En el último trabajo de Solage, el 80% son canciones valencianas, tradicionales o de nueva composición. Con el tiempo veo que todos esos viajes son una búsqueda de los puntos que tienen en común esas músicas con la valenciana. Y lo que no es común enriquece mi propia música, la más entrañable porque me sale de las entrañas.

P. ¿Qué le enseñó el maestro del cant valencià Jose Aparicio Apa en ese sentido?

R. Estuve un año con él y me enseñó a encontrar los nutrientes en la tierra. Me dio como una clave, una dirección precisa, como un zahorí.

P. ¿Cómo ve la escena folk valenciana?

R. Son ya muchos años de trabajo de muchos grupos y empieza a haber una calidad notable. Pero la crisis ha hecho daño y hay gente que ha tenido que aparcar sus proyectos; va a haber una criba importante y quien quede tendrá que hacer un sobreesfuerzo por pulir muy bien aquello que transmite; la crisis va a exigir mucho de nosotros mismos. No hay que guardar ninguna carta en la manga, con la baraja en la mano hay que jugárselo todo en esta partida. Hay que hacer un auténtico producto de máxima calidad que sea competitivo fuera del ámbito valenciano. Hay que empezar desde lo alto y hay que remangarse, noche y día. No hay otra.

P. ¿Cómo mueve sus distintos proyectos? ¿No chocan?

R. No, porque no compiten entre sí y tienen espacios geográficos diferentes. Al Andaluz, por ejemplo, es un grupo multinacional y multicultural con cuatro discos que no ha tocado más de cuatro veces en España. En Europa, en cambio, hemos tocado muchísimo. Han sido tiempos difíciles y posiblemente con un solo proyecto no estaríamos donde estamos. También ha sido una necesidad vital de expresión de estos dos repertorios, músicas del Mediterráneo y música sefardí, mis dos ámbitos. Tal vez en un próximo trabajo estén integradas todas esas influencias y será un poco como un nuevo comienzo.

P. ¿Ha tenido alguna cantante como referente especialmente admirado?

R. A ver [(PIENSA]. Me interesa mucho la voz y la personalidad de, por ejemplo, Maria Lafitte, una catalana de origen occitano que era la trovadora del siglo XX. Pero a la música tradicional llegué muy tarde. Cuando comencé en L’Ham de Foc, no había escuchado nunca a Al Tall ni a Maria del Mar Bonet. Las voces que habían calado en mi recuerdo, vía intravenosa, eran las tonadas que escuchaba en la calle, en las casas, en los patios de luces, las voces de las mujeres sentadas a la puerta de casa en verano.

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