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La policía identifica a 136 grupos de crimen organizado en Málaga y Cádiz

Andalucía supera las 200 bandas delictivas, que se concentran en la costa

Javier Martín-Arroyo
Miembros de los GRECO detienen a un jefe la la mafia rusa en Frigiliana durante una pasada operación policial.
Miembros de los GRECO detienen a un jefe la la mafia rusa en Frigiliana durante una pasada operación policial.julián rojas

Las bandas de crimen organizado prefieren la costa andaluza más al sur. Málaga y Cádiz aglutinan 136 bandas que concentran sus operaciones delictivas en el tráfico de drogas, pero también en el blanqueo de capitales y el tráfico de personas. En todo el país, solo Madrid y Barcelona concentran más bandas que Málaga y Cádiz, y al mismo nivel (entre 51 y 100 por provincia) figuran Valencia y Alicante. En el mapa de estos grupos organizados, que suelen estar formados por entre 11 y 20 personas, Sevilla sufre la presencia de 30 agrupaciones delictivas y Almería supera la veintena de grupos. Córdoba y Granada concentran 11 a 20 grupos criminales, y Jaén y Huelva soportan por debajo de 10 bandas. El último informe sobre el crimen organizado del Ministerio del Interior confirma este involuntario protagonismo por parte de Málaga y Cádiz y un responsable del Centro de Inteligencia contra el Crimen Organizado (CICO), que solicita el anonimato, condensa en una palabra la clave de la lucha policial para minar estas bandas: “Arruinarles”.

La lucha contra el crimen organizado se concentra en el principal objetivo de este: el beneficio económico. “Golpearles donde más duele. Su único objetivo es el lucro”, incide el responsable de la coordinación de los cuerpos policiales para evitar que las investigaciones se solapen. De este modo, si antes en las estadísticas sumaban los detenidos, ahora se valora cada vez más el peso de las incautaciones de bienes y dinero. Para esta tarea, se creó hace un par de años la oficina nacional de recuperación de activos para localizar los bienes. A lo largo del país las autoridades decomisan con agilidad todo aquello que pueda traducirse en dañar el patrimonio de los mafiosos.

“La técnica siempre ha sido la misma: beneficios económicos a través del lavado del dinero, diversificar actividades y conseguir contactos. En definitiva, obtener ganancias económicas de la manera más limpia posible y generar conocidos en todos los ámbitos, incluidos el policial, judicial y político”. La reflexión de un exmando policial de la Costa del Sol relata una dinámica ya tradicional en la costa malagueña, que incluye grupos nacionales e internacionales: al margen de que los beneficios fluyan, siempre hay que tener un ojo para captar contactos que puedan solucionar los problemas burocráticos y de logística para sus negocios a cambio de un jugoso soborno. En parte por la presión policial y por esa “diversificación de actividades”, y sobre todo por la excepcional ubicación, la provincia de Cádiz concentra 64 grupos organizados (ocho de alta intensidad, 41 de media y 15 de baja intensidad) y Málaga 72 de ellos (13 de alta, 54 de media y 5 de baja intensidad).

La presión policial sobre estas mafias provoca que a veces se solapen los pinchazos telefónicos y seguimientos entre la policía, la Guardia Civil y Vigilancia Aduanera. Cuando esto ocurre, el cuerpo que ha recabado más datos retiene la investigación, o a veces el CICO se decanta por otorgarla a los agentes que iniciaron antes las pesquisas, aunque cada vez las operaciones conjuntas son más frecuentes, apunta el responsable del CICO.

Para combatir a estas mafias en la comunidad existen seis grupos especializados repartidos entre Sevilla, Málaga, Algeciras y Chiclana (Cádiz), donde se reparten tres Udyco (Unidad contra la Delincuencia y el Crimen Organizado) y dos Greco (Grupo de Respuesta contra el Crimen Organizado) de la policía y un grupo ECO (Equipos Contra el Crimen Organizado) de la Guardia Civil. Al margen, colaboran unidades de la policía judicial y de los EDOAS (Equipo de Delincuencia Organizada y Antidroga) de la Guardia Civil.

En todo el país, la policía identificó 442 agrupaciones criminales el año pasado (el 67% internacionales, desarticuladas por completo el 57%) con 6.460 detenidos, mientras que en 2011 la cifra era más alta (662, totalmente desarticulados 383).

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¿Un descenso coyuntural?

El descenso desde las 662 organizaciones desarticuladas en 2011 hasta las 442 del año pasado puede tener múltiples razones detrás. Una de ellas pasa por la extendida identificación de sospechosos realizada en 2011 por las Fuerzas de Seguridad, que puede haber provocado su ingreso en prisión o expulsión del país. El incremento de más agentes contra la delincuencia organizada también puede tener su influencia. Por último, también influye en el descenso la mayor precaución por parte de las bandas. "Alguno se arriesga, pero ahora siempre actúan con más aguadores. Es habitual la telecocay cada camello sirve exclusivamente a sus clientes ya conocidos tras la llamada telefónica pertinente", apunta un mando policial de la Udyco. "La impresión es que se vende mucho menos, aunque puede ser meramente circunstancial", matiza.

Un último motivo con especial peso en Andalucía son las investigaciones que han sufrido los grupos antidroga tanto en Sevilla como en Málaga por parte de la unidad de Asuntos Internos.

Las tensiones que han provocado desánimo después de que se descabezara la cúpula de las unidades se multiplicaron y es que la lucha antidroga es muy especializada y requiere años de aprendizaje para los nuevos agentes que se unen a estos grupos. “La nefasta actuación de Asuntos Internos destruyó todo el trabajo previo. Se les ocurrió sospechar del jefe de la unidad [ahora restituido] y dos jefes de grupo (…) Remontar el vuelo y recuperar el nivel de antes es muy difícil”, censura un mando policial sobre la investigación de Asuntos Internos, surgida tras el robo de 154 kilos de droga en los calabozos de la Jefatura Superior de Sevilla.

El secretario de Estado de Seguridad, Francisco Martínez, rezumó optimismo en la reciente presentación de los datos y afirmó que España “ha dejado de ser la puerta de entrada de la droga a Europa para convertirse en el muro de contención de todas las actividades ilícitas derivadas del tráfico de drogas”. El matiz de que “la puerta de entrada de la droga” ya pertenece al pasado no lo comparten todos los mandos de las Fuerzas de Seguridad. “Que no se desarticulen no significa que no existan”, apunta uno de ellos veterano. La cocaína sigue siendo la droga estrella seguida del hachís y del robo con fuerza como actividad delictiva.

La única actividad que el crimen organizado desarrolla en exclusiva en Andalucía respecto al resto del país es el del tráfico de personas a través de las pateras que cruzan el Estrecho. “Es una realidad criminal de gran trascendencia económica, con ganancias que superan en muchas ocasiones incluso el tráfico de drogas y que presenta, desde hace varios años, un contorno proteico”, aclara la Fiscalía Superior en su memoria de 2012. Las autoridades identificaron a seis grupos criminales de inmigración ilegal con base en Andalucía el año pasado.

Al margen de las mafias de tráfico de personas y el tráfico de drogas, las bandas se dedican a los robos de todo tipo: cometidos con fuerza en establecimientos, de gasoil de camiones, de cables de cobre, con intimidación con armas de fuego en gasolineras, etc.

¿Cómo mejorar la lucha policial? Para combatir las bandas organizadas, el ministerio público propone crear observatorios regionales que integren responsables de la Agencia Tributaria, de la fiscalía, del Poder Judicial y las Fuerzas de Seguridad del Estado para valorar periódicamente la “penetración real del crimen organizado, que debería ser mejor conocido en nuestra vida social”, matiza el informe.

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Sobre la firma

Javier Martín-Arroyo
Es redactor especializado en temas sociales (medio ambiente, educación y sanidad). Comenzó en EL PAÍS en 2006 como corresponsal en Marbella y Granada, y más tarde en Sevilla cubrió información de tribunales. Antes trabajó en Cadena Ser y en la promoción cinematográfica. Es licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla y máster de EL PAÍS.

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