Dubrovnik-BCN: 30 horas

A las 20.40 horas de este domingo terminó la pesadilla para 100 pasajeros de Vueling que tendrían que haber terminado sus vacaciones casi treinta horas antes. Una avería impidió que el avión de la compañía que estaba previsto que despegara a las 13.30 del sábado de la ciudad croata de Dubrovnik rumbo a Barcelona alzara el vuelo.

Según fuentes de la compañía, que envió a técnicos propios que durante 24 horas intentaron arreglar la avería sin conseguirlo por falta de una nueva pieza y “tras no ser posible acoplar los pasajeros en otros vuelos o subcontratar un vuelo charter”, Vueling decidió enviar este domingo a las 15.15 otro avión vacío— en el que voló el director de ventas de la empresa para agilizar los trámites en las reclamaciones— a Dubrovnik para “rescatar a los pasajeros”.

Pero al final, según estas mismas fuentes, no voló de regreso todo el pasaje. “Durmieron 151 personas en el aeropuerto, pero unos cincuenta pasajeros cambiaron sus billetes por otros nuevos o buscaron una manera alternativa de volver que desconocemos cuál es”, explican desde la empresa. El caso es que al final el avión regresó solo con 100 personas.

Muchos viajeros manifestaron al llegar a Barcelona su indignación con la compañía —a la que ya habían puesto en evidencia en las redes sociales durante su odisea, colgando fotografías en las que aparecen cubiertos con mantas o durmiendo en los bancos de la sala de espera del aeropuerto— por lo que consideran una actitud poco transparente de Vueling. Se quejaban de no haber sido informados en ningún momento y de sentirse abandonados en el aeropuerto sin que se les buscara hoteles donde pasar la noche. “Nos han hecho sentir como delincuentes”, aseguraron Jose y Judith, que junto a sus dos hijos de cuatro y siete años pasaron la larga espera en la zona de embarque. Según Jose, los pasajeros han decidido poner una denuncia conjunta si Vueling no atiende sus quejas.

“Dubrovnik es una ciudad pequeña y en pleno agosto todos los hoteles están saturados de turistas”, se disculpó Lluís Pons, jefe de marketing de Vueling, que acudió a recibirlos al aeropuerto de El Prat.