Garaje Lumiere o el utópico sueño de un espacio multidisciplinar
El Ayuntamiento cierra, finalmente, el local tras dos años gestionando una licencia que se adecue al tipo de negocio que regentan
¡Con la burocracia hemos topado! Eso deben pensar los propietarios de la sala Garaje Lumiere. Durante más de dos años han tratado de legalizar la situación del local, solicitando una licencia que les permitiera seguir abiertos y cumplir todos los requisitos exigidos, pero la cosa no es tan sencilla. Al menos para ellos, porque el Ayuntamiento de Madrid lo tiene claro: si no hay licencia, se cierra. Hablar de Garaje Lumiere como un teatro sería simplista. Es más que eso, es un espacio donde se exponen obras, se graban cortometrajes de directores emergentes, donde uno puede escuchar un concierto acústico o un recital de poesía y hasta no hace mucho, donde se celebró el campeonato de España de Break Dance. En definitiva, una propuesta multidisciplinar, y a todos los efectos, una utopía.
El tema de la licencia es lo que tiene enfadados a los propietarios. Celia de Molina y Miguel Quero cogieron el local en octubre de 2010. “Recorrimos Madrid día y noche durante meses para encontrar un espacio que cumpliera con todos los requisitos para el proyecto que teníamos en mente. Por fin, encontramos un garaje donde se alquilaban furgonetas. Era un espacio diáfano con mucha luz. Inmediatamente pensamos: ¡Es lo que buscamos!”
En contra de lo que se suele hacer en otros teatros, ellos pintaron el escenario de blanco y no de negro. “Elijemos el color porque buscábamos darle muchas más salidas. Queríamos que el espacio fuera virgen para que el artista se sintiera libre”. Y la idea de esta hecatombe multidisciplinar prosperó. La noticia corrió como la pólvora y a todos efectos Garaje Lumiere se convirtió en aquello que sus dueños soñaron.
El jarro de agua fría, el primero, llegó el 21 de septiembre de 2011. Si bien esta fecha en concreto no la recuerdan con exactitud los dueños. El Ayuntamiento no la olvida. Según un portavoz, aquella noche, el área de Medio Ambiente actuó motivado por las quejas de algunos vecinos del barrio de Delicias, donde se encuentra el local. Los agentes se personaron en el centro a altas horas de la noche y dieron cuenta de que allí se servía alcohol sin permiso, (solo cerveza y vino alegan los dueños), amén de otras infracciones como la de una terraza ilegal donde los clientes salían a fumar.
Los propietarios aseguran que la policía solía venir de vez en cuando a inspeccionar el local. “Nos han hecho sentir unos delincuentes. Nosotros lo único que queremos es ganarnos la vida”. De todas esas visitas, una quedó registrada en el Consistorio, la del 15 de marzo del 2012. La policía da cuenta, una vez más, que allí se vende alcohol sin licencia y añade que el espacio no está insonorizado. Es entonces, según el Ayuntamiento, cuando se inicia un expediente de cese de la actividad con las consecuencias que aquí se relatan: el cierre definitivo del local.
Según Celia de Molina, ellos nunca supieron exactamente qué condiciones necesitaban para poder acondicionar el local. “A nosotros nos hubiera gustado que alguien del Ayuntamiento hubiera presentado para decirnos lo que teníamos que hacer”. Pero nadie vino. Y el motivo se debe a que la solicitud nunca llegó al Consistorio. El trámite de licencias está privatizado. Primero se encarga una empresa de gestionar las peticiones y cuando ellos dan el visto bueno, entonces pasa a la Administración.
La empresa en cuestión se llama AECLU. El primer problema con que se encontraron los dueños de Garaje Lumiere cuando en 2010 cogieron el local fue elegir el tipo de licencia. Se tendría que amoldar al tipo de negocio que ellos imaginaban en sus cabezas. La cuestión, aseguran, es que ninguna de las existentes se ajustaba a esta modalidad de negocio. Finalmente, solicitaron la licencia de Escuela de Teatro, pensando que era lo más cercano a las actividades que gestionarían.
“Cuando estábamos solicitando la licencia nos encontramos con un problema, que era el plano aéreo del edificio. No había. Según el Ayuntamiento de Madrid no existía ninguno en el que apareciera la sala y nos dijeron que no podíamos hacer una actividad en un espacio que no existe”, cuenta De Molina. Entonces comenzó la búsqueda del mapa, que se extendió durante meses. Finalmente, una arquitecta que contrataron, localizó los documentos en los archivos de la Villa. Pero para entonces la licencia que habían solicitado ya había expirado.
La segunda licencia que solicitaron, cuentan los dueños de Garaje Lumiere, fue para Centro Cultural. “La arquitecta nos aconsejó que lo hiciéramos. Entonces empezamos a gestionar esta, con todas las tasas y gastos” cuenta De Molina. Sin todavía respuesta sobre la solicitud de los permisos fue cuando recibieron la carta de cese y clausura del local, en mayo de 2013.
Según la versión del Ayuntamiento, el 14 de junio los dueños fueron informados de que tenían que abonar el Impuesto de Construcciones y Obra. Una vez pagada esa tasa, el portavoz asegura que hubiesen obtenido la licencia. Es más, según este, los empresarios titubearon sobre si pagar o no ya que no tenían claro si iban a continuar en el local. “Es absurdo. El coste de ese impuesto es de 1.500 euros. Si de verdad hubiésemos obtenido los permisos no habríamos dudado en pagarlo. Pero es falso. Solo sirve para obtener la licencia de obras, no la de apertura del local”, afirman los empresarios.
Durante dos años, los dueños de Garaje Lumiere aseguran que han tratado de legalizar su situación siguiendo fielmente las reglas del juego. “Nosotros hemos invertido mucho dinero en este local, pero se nos exige mucho más de lo que podemos asumir. Insonorizarlo puede costar 300.000 euros. Es una cantidad que nosotros no podemos conseguir”, explican
La situación de esta sala no es excepcional. De un tiempo a esta parte han aparecido en Madrid algunos locales multidisciplinares y todos se quejan de lo mismo: no hay una licencia específica para el tipo de negocio que regentan, y las que más se aproximan requieren de una inversión inasumible para los propietarios. “En el caso de que quieras abrir un teatro tienes que tener el edificio en propiedad. Si quieres una licencia de discoteca tienes que insonorizar el espacio entero. Así una tras otra. No hay un permiso que se adecue a lo que nosotros hacemos”, asegura De Molina
Por eso, los dueños de Garaje Lumiere y varios responsables de otras salas han comenzado a reunirse para encontrar una solución. “No queremos tener un negocio ilegal. Tampoco nos estamos haciendo ricos, vivimos como cualquier otra persona. El problema está en que no nos dejan. Nos ahogan con las tasas, el IVA… Al final tenemos que abandonar nuestros sueños.” Cuando la voluntad no es suficiente, lo que queda es la resignación. Para bien, o para mal, otro local cerrado en Madrid… Uno de tantos.
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