Madrid redobla la pataleta
La Comunidad achaca al Estado sus medidas más impopulares mientras reclama otro modelo de financiación
La privatización de la gestión de una decena hospitales no es cosa de la Comunidad de Madrid. Ni la subida de las tasas universitarias una media del 20% para el próximo curso, un 65% en dos años. Ni los recortes generalizados del último ejercicio, por valor de 2.800 millones de euros, de los que mil se siguen reclamando del sistema de financiación autonómico. A tres meses de la presentación de los presupuestos de 2014, al Gobierno regional (Partido Popular) no le salen las cuentas y, en lo que supone una reapertura implícita del frente entre el PP autóctono y la cúpula de Génova, ha optado por responsabilizar al Gobierno central, de las mismas siglas, de sus medidas más impopulares.
“Se suben las tasas porque en base al sistema de financiación a Madrid se le han quitado mil millones, y previsiblemente se van a establecer déficits diferenciados por comunidades. Sí claro que es responsable [el Gobierno central]”, arremetió el miércoles la consejera de Educación, Lucía Figar, en una crítica durísima. “Lo hemos repetido hasta la saciedad, somos víctimas de un modelo de financiación diabólico”, enseñó los dientes un día después el portavoz y número dos del Ejecutivo madrileño, Salvador Victoria.
En cuestión de semanas la reacción de la Comunidad ha subido de grados, hasta convertirse en furibunda conforme se acerca el 31 de julio, la fecha prevista para una reunión decisiva del Consejo de Política Fiscal y Financiera. Será entonces cuando el Estado comunique cómo queda el reparto del objetivo de déficit de 2013 por autonomías. Ignacio González, como otros barones del PP, es contrario a un reparto asimétrico que a su entender perjudica a las regiones que han cumplido con el déficit del 1,5% fijado en 2012 (Madrid lo dejó en el 1,13%) y beneficiará a las que han superado el listón permitido como Cataluña, que cerró el ejercicio con ocho décimas por encima de lo establecido.
Síntoma de la inquietud del Gobierno regional es el activismo con que sus componentes se han puesto a reclamar un cambio del modelo de financiación. Tras las críticas de Figar y Victoria, el viernes le llegó el turno a Enrique Ossorio. El consejero de Economía y Hacienda, por lo habitual un hombre ponderado, afirmó que Madrid “es la región peor tratada de España en el reparto de la financiación” y alarmó de las posibles consecuencias, que podrían “comprometer” la prestación de los servicios públicos. “Este sistema se hizo para perjudicar a Madrid y desgraciadamente lo han conseguido. Pedimos una reforma rápida, para que en el presupuesto de 2014 ya se corrijan esas trampas que nos afectan”, expresó con tono de alarma.
En una crítica idéntica a las realizadas por sus colegas de Gobierno en tan corto lapso de tiempo, el consejero de Sanidad, Javier Fernández-Lasquetty, culpó en abril al Estado de que Madrid pretenda privatizar la gestión de seis hospitales de la red pública. “Nos la planteamos cuando se produjo esa reducción injusta de la financiación, no antes. Era algo que no habíamos contemplado”, se desmarcó Lasquetty, en una intervención que causó un revuelo interno considerable, donde mantiene un aura reputada entre todas las familias por su labor en FAES, el think tank político vinculado al PP.
Lasquetty se cuidó entonces en señalar como responsable de la privatización de una decena de centros hospitalarios al Gobierno central actual. La misma estrategia han seguido desde entonces Victoria, Figar, Ossorio o el propio González, que siempre se refieren al Ejecutivo de José Luis Rodríguez Zapatero como causante de sus medidas más impopulares. “Los socialistas diseñaron este sistema para beneficiar a Cataluña y Andalucía y perjudicarnos a nosotros”, se ha convertido en uno de los lemas de la Comunidad desde su primera pataleta en julio del curso pasado. “Si Madrid cumple y es solidaria, el resto también”, enfatizó entonces González en su calidad de portavoz del Gobierno regional. “La gestión de Zapatero ha dejado a este país tiritando. Cuando el resto de países decían que había que recortar, él iba de campeón mundial de no recortar”, se cuidó de responsabilizar jamás a Mariano Rajoy. Exculpando, en una estrategia seguida al dedillo por sus consejeros, al presidente del PP y del Gobierno, del que depende cambiar o no el modelo.
La única que fue más allá en el proceso fue Esperanza Aguirre, que el pasado septiembre se revolvió ante lo que consideraba “un error”. “El Ministerio de Hacienda tiene que aclararlo cuanto antes, porque si no el déficit nos lo están generando ellos”, arremetió en un reproche evidente a Cristóbal Montoro. Once días después, Aguirre dimitió, sin que Montoro abriera la mano. Mientras, en lo que parece un déjà vu, el tiempo pasa, el presupuesto para el año que viene aprieta y La Moncloa se mantiene en silencio.
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