Irina no irá a Tokio
La hacienda de los Prójorov se convierte en la fábrica de robots de los Fukazawa, en esta refundición de 'Tres hermanas' ambientada en Japón durante un futuro próximo
La hacienda de los Prójorov se ha convertido en la fábrica de robots de los Fukazawa, en esta refundición de Tres hermanas ambientada en Japón durante un futuro próximo. El país está en horas bajas, su producción se ha trasladado a lugares con mano de obra más barata y los robots han sustituido a los hombres en tareas como cocinar y hacer la compra. Ikumi (Irina), la hermana menor, es una hikikomori: cuando se encerró en su cuarto,diez años ha, papá, eminente ingeniero electrónico, creó una androide con su exacta fisonomía, para no echarla de menos.
TRES HERMANAS, VERSIÓN ANDROIDE
A partir de la obra de Chéjov. Versión y dirección: Oriza Hirata. Intérpretes: Hiroko Matsuda, Mizuho Nojima, Tadashi Otake, Kenji Yamauchi, Tatsuya Kawamura, Akiko Ishibashi, Hiroshi Otsuka, Natsuko Hori, el robot Robovie-R3 y el androide Geminoid F, animado por Minako Inoue. Operación de los robots: Takenobu Chikaraishi. Luz. Shoko Mishima. Vestuario: Aya Mashakane. Escenografia: Itaru Sugiyama. Dirección técnica. Takao Nakanishi y Aiko Harima. Desarrollo de los robots: Hiroshi Ishiguro. Matadero Madrid. 9 y 10 de julio.
Hay algo fascinante, si no en la relectura que Oriza Hirata, dramaturgo y director de la compañía Seinendan, hace de la obra de Chéjov, sí en su puesta en escena, interpretada por un elenco de buenos actores cuyas voces, caracteres y fisonomía nos llevan a un universo distante; pero interpretada también por ese pseudorobot geminoide dirigido por control remoto, que es una versión exacta y bilocada de Ikumi/Irina, y por un robot que aúna los papeles de la criada Anfisa y del viejo Ferapont, aunque su divertida impasibilidad nos recuerda más bien la de los mayordomos de las comedias de Jardiel.
Estas Tres hermanas, versión androide, son al original lo que la geminoide Ikumi es a Minako Inoue, intérprete de la Ikumi real (que le presta su voz y a partir de cuyo rostro se moldearon sus facciones): un doble con su topografía exacta, más sin su hálito, porque se ha orillado el conflicto, central en la pieza de Chéjov, entre las hermanas y su cuñada, personaje que aquí queda falto de desarrollo. Al final de la pieza, Oriza Hirata le da la vuelta al monólogo en el que Olga, la mayor de los Prójorov, canta al trabajo como semilla de un futuro utópico, en el que la paz colmará la Tierra, y hace decir a Risako, primogénita de los Fukazawa: “Habrá un día en que los androides se ocuparán de todo”. Y en lugar del “hay que trabajar" chejoviano, Risako repite, irónicamente: “Hay que comer”, porque el robot anuncia que la mesa está servida.
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