Librerías de autor
Dimensiones reducidas, especialización, más títulos de fondo que novedades y poco personal marcan la apuesta del sector para sortear la crisis
“¿Cuánto valdría montar una librería?”. “Mucho papá, es casi imposible”, respondió Olga Federico, directora aún entonces de la librería Proa-Espais, desanimada porque no podía impedir su cierre a pesar de estudiar alternativas. Lo comentó con su segunda, Mireia Perelló, y con su otro gran amigo, Tono Cristòfol, diseñador. El ritual de los cafés era: “Es imposible, pero si hiciéramos esto…; es imposible, pero si encontráramos…”. Porque, eso sí, “estábamos convencidos de que el espacio existía: el cierre de Ona [en 2010] y el de Proa Espais [lo hizo en enero pasado] iba a dejar un hueco para una librería de libro en catalán, pero queríamos añadir también algo en castellano e inglés”. Más fácil era lo de la infraestructura: Proa-Espais cayó “por un alquiler caro y por tener dos plantas que requerían mucho personal, lo que convertía la facturación, estable, en insuficiente”. Había que ir, pues, hacia una tienda más pequeña y con gran presencia de libro catalán y de calidad, buscándola en los fondos editoriales. El nombre, fácil: La Impossible. Y así Barcelona estrena hoy, en el 232 de la calle Provenza, una librería con visos de modelo a seguir en plena crisis del sector.
Son 85 metros cuadrados, rodeados de teórica competencia (Abacus, Marcial Pons, La Central…). No les asusta. “Estamos bien comunicados y nuestra apuesta era estar muy cerca del centro; teníamos claro que no abriríamos en Les Corts, pero aquí sí es viable; además tenemos un alquiler ajustado”, comenta Perelló. La coda bajo el nombre de La Impossible, “Llibreters”, lo explica todo. “Nadie puede prescindir de Dan Brown, pero no enloqueceremos por tener toda la novedad: buscamos una exposición de los libros muy clara, estantes menos apretados y ofertar lo que nos gusta, un fondo seleccionado que será lo que nos dará carácter; queremos reivindicar el oficio”.
Resultado: de sus 12.000 títulos, un 70% serán de fondo, toda una apuesta en tiempos en los que los libros a duras penas sobrepasan los tres meses en librerías. Lo que colocan estos días les delata: los míticos Episodis de la Història de la editorial Dalmau, buena parte de la anaranjada A tot vent, de Proa; una selección de los Llibres de l’Ossa Menor de poesía; la novela extranjera de Cercle de Viena… Será mayoría la narrativa (dos tercios) y el resto, un ensayo donde predominará la historia, Cataluña, la filología y algo selecto de infantil.
La caixa d’eines estrenó sucursal en la plaça de la Revolució del barrio de Gràcia hace tres semanas
“Está siendo difícil que te sirvan títulos de fondo”, lamentan Olga y Mireia, que serán las que estén en la tienda física, porque también trabajarán la virtual: a partir de agosto gestionarán el portal Llibres.cat, que Enciclopèdia Catalana decidió mantener tras el cierre de Proa-Espais. El resto se lo dará la experiencia: “Ajustarse al máximo; abriremos de 10 a 20.30 horas y sí, somos tres socios, pero aquí trabajaremos por ahora nosotras”.
Esa economía de guerra es la que aplican en la también barcelonesa La caixa d’eines: a los cinco años de abrir en Aragón, 367, Carme Prims y sus hijas Marta y Laura estrenaron sucursal en la plaça de la Revolució del barrio de Gràcia hace tres semanas. No es azar: la nueva es solo de literatura infantil, pero tiene también 85 metros cuadrados y lo gestionarán entre las tres. La música suena: en la casa-nodriza tienen unas 8.000 referencias, de nuevo en una proporción de 7 a 3 en favor del fondo editorial.
La mitad de la oferta es libro infantil y juvenil, que se reparte el espacio con narrativa de adultos y algo de cómic. Nada de ensayo. “Cuando un cliente pide ensayo lo dirigimos a La Central o a Laie o hacemos un pedido personalizado; no lo queremos todo y lo que tenemos, muy escogido: tenemos cierta especialización y aquí, en medio de nada pero en el fondo en el centro de la ciudad, nos funciona”, comenta Carme Prims, orgullosa de mostrar colecciones casi enteras, libros que “hemos leído todos; y si uno de una serie no nos gusta, lo devolvemos rápido”. Un club de lectura y talleres para niños dan “una caja relativa, pero mucha coherencia y personalidad al proyecto”.
¿Nacen las librerías de autor? “El modelo tira claramente hacia ahí: menos metros lineales, oferta y local muy cuidados, más pequeñas y muy pensadas en su oferta en relación a dónde están ubicadas; y siempre con poco personal, lo que las hace muy flexibles y que sufran menos hoy que las grandes librerías; vaya, lo mismo que ocurre en el sector editorial con la proliferación de sellos pequeños”, resume Marià Marín, secretario técnico del Gremio de Libreros de Cataluña. No ve muchas más salidas. “Entramos en el quinto año de crisis y en los cuatro anteriores hemos perdido ya el 25% de la facturación; estamos 15 puntos por debajo de la caída general del comercio en Cataluña pero rozamos ya el límite de la resistencia”, fija. Las librerías con carácter pintan a refugio.
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