Ejerciendo de leyenda
Crosby, Stills & Nash rozan la perfección en el cierre del festival de Pedralbes
Leyenda es una palabra altamente denostada en el mundo del rock. A estas alturas cualquiera con unos años de carretera pasa por ser una leyenda de género pero pocos, muy pocos, lo son de verdad y todavía menos son capaces de demostrarlo sobre un escenario. David Crosby, Stephen Stills y Graham Nash son una leyenda, ejercen como tales y, lo más importante, en presente, sin darse aires de grandeza ni insuflar falsas expectativas.
Más de dos mil personas prácticamente llenaban las gradas ante el Palau reial de Pedralbes. Pasaban pocos minutos de las 22 horas cuando una ovación calurosa saludó el inicio de un concierto que iba a ser largo, denso y cargado de momentos para el recuerdo. Crosby, Stills y Nash salieron al escenario con aire campechano, como quien va de cena con los amigos. Ningún tipo de aditamento escénico los rodeaba, solo sus tres guitarras enarboladas casi como un escudo protector y un enorme ventilador alborotando la blanca melena de Crosby. Unos saludos en catalán y, de repente, las primeras notas de Carry on rompieron cualquier posible malentendido: no se trataba de un foc de camp en recuerdo de idealizados woodstocks. Aquello sonaba deslumbrante, idéntico a nuestro recuerdo pero matizado por un toque de realidad que lo convertía en algo mucho más cercano y creíble.
FESTIVAL JARDINS DE PEDRALBES
Crosby, Stills & Nash
Jardines del Palau reial
MIQUEL JURADO
Un puñado de canciones después estaba claro que Crosby, Stills & Nash no eran un cover de si mismos, como sucede demasiado a menudo con grupos de tan largo recorrido que, al final, acaban parodiándose sin pretenderlo. Sus voces septuagenarias no son las mismas de finales de los sesenta, por supuesto. Stills ha perdido mucho pero Crosby y Nash se mantienen bastante dignamente y cuando se juntan las tres en aquellas imposibles armonías que les llevaron a la fama desaparecen las carencias y una sensación sobrecogedora lo inunda todo.
A lo largo de más de dos horas de concierto (interrumpidas por un largo intervalo para pasear por los jardines) fueron desfilando todos sus títulos míticos (solo faltó Marrackesh Express) en versiones impecables que levantaban al público de sus asientos. El trío sigue comprometido con la realidad social, si en sus inicios fue la guerra del Vietnam, hace unos años le plantaron cara a Bush, ahora denuncian las inmolaciones de mojes budistas bajo el mandato chino y lo hicieron con un nuevo y sobrecogedor tema Burnin' for Budah.
Un quinteto impecable, incluyendo al hijo de Crosby, les respaldó con sobriedad pero los momentos más álgidos se alcanzaron cuando Nash y Crosby se quedaron solos, Guinevere o Cathedral sonaron a gloria. Stills les dejó el peso vocal a sus dos compañeros pero se desquitó con magníficos solos de guitarra prácticamente en cada tema. Al final, no podía ser de otra manera, Suite: Judy blue eyes puso a todo el mundo a bailar y a cantar. Pocas veces se sale de un concierto con una carga de optimismo y alegría como las que repartieron Crosby. Stills y Nash en la noche del lunes.
El grupo daba el último concierto de este Festival Jardins de Pedralbes del que ya puede decirse que con solo una edición se ha convertido en un clásico de los primeros calores estivales barceloneses. Tanto, que tendrá continuidad durante cinco años, prorrogables otros cinco, según avanzó ayer su director, Martín Pérez. Fiesta completa.
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