Los cortes en la línea 1 elevan el tono de la queja de los usuarios del metro

“Metro de Madrid informa: por obras de acondicionamiento de las instalaciones, hasta mediados del mes de septiembre permanecerá suspendido el servicio de la línea 1 entre las estaciones de Bilbao y Vodafone Sol. Disculpen las molestias”. La voz de la megafonía se entremezcla con el ruido de los trenes que llegan a la estación de Sol y acompaña a los viajeros que, confundidos, no logran encontrar la ruta adecuada para seguir su camino.

Marta Monasterio es una de ellas. Utiliza el metro a diario para llevar a su hijo, de corta edad, a una escuela situada en los aledaños de la estación de Tribunal. En su brazo derecho sostiene al pequeño y de su antebrazo izquierdo cuelgan una mochila y varias bolsas de aspecto pesado. Nada cómodo para aguantar las siete estaciones y dos transbordos que, desde el pasado viernes, separan su casa en Arganzuela del centro educativo del niño. Sin obras, este mismo trayecto le habría supuesto “unos 20 minutos”, frente a los casi 40 que tarda ahora, y ella y su hijo se habrían ahorrado un largo enlace a pie en Plaza de España. “Es una vergüenza, pagamos mucho dinero por este servicio público como para tener que aguantar los cortes y el calor en el interior de los vagones”, afirma resignada.

Como ella, Beatriz Nieves, una madrileña de 49 años que lleva más de dos años sin empleo, llega desorientada al andén de la estación de Sol, que se ha convertido en improvisado final de línea. Vive en Vallecas junto a su hijo, de 23 años y también en paro, y viaja hasta Plaza de España. Al igual que Monasterio, Nieves tendrá que invertir un cuarto de hora más en su trayecto por las obras entre Sol y Bilbao.

“Es indignante”, repite una y otra vez uno de los dos empleados de Metro de Madrid que indican a los usuarios cómo seguir su camino. No dan abasto cuando los viajeros salen en tromba de los vagones. El trabajador, que prefiere no dar su nombre, también sufre los cortes en forma de insultos por parte de “unos pocos” usuarios. “La gente está cansada, no suele hacer reclamaciones oficiales y muchas veces lo paga con nosotros”, afirma el empleado en referencia a un episodio sucedido media hora antes, cuando una mujer la emprendió con él, profiriéndole toda clase de insultos. “Ante esto no podemos hacer nada, nos callamos y, en la mayoría de casos, comprendemos su indignación aunque no compartamos las formas”, admite con gesto conformista.

Las obras en el metro en el período estival no son nuevas: prácticamente todos los veranos la dirección del suburbano aprovecha para remodelar algunos tramos de la red. Sin ir más lejos, en julio y agosto del año pasado, cerró por espacio de un mes y medio los tramos de MetroSur comprendidos entre Arroyo Culebro y los Espartales y Alcorcón Central y Móstoles Central. En aquella ocasión, en cambio, la empresa sí dispuso un servicio sustitutivo de autobuses. Un portavoz de Metro de Madrid afirma que la razón de no haber puesto en marcha un servicio especial en esta ocasión “únicamente” tiene que ver con que existen alternativas “suficientes, tanto de líneas de metro como de autobuses urbanos”.

Recortes en Metro

Varios trabajadores de Metro consultados creen, sin embargo, que “tiene más que ver con los recortes presupuestarios”, que denuncian desde hace meses, “que con que haya alternativas válidas”. Estos mismos empleados también señalan dos de las quejas más habituales de los usuarios de la red estos días: la disminución de las frecuencias de paso de los trenes y la improvisación y falta de planificación del corte.

En relación a la ausencia de trenes, el sindicato UGT lleva desde 2011 denunciando que Metro de Madrid “esconde en las cocheras más de 300 vagones inutilizados”, extremo que niega tajantemente la empresa. Metro de Madrid afirma, además, haber reforzado el servicio en las líneas alternativas al tramo afectado de la 1, aunque solo “en las horas valle”, es decir, aquellas en las que antes menos gente transitaba pero que, tras el corte, sí sufren aglomeraciones.

Respecto a la falta de previsión en los cortes, los agentes encargados de la seguridad de la estación de Bilbao afirman que, durante las primeras horas del domingo (segundo día de obras), el aire que inhalaban los usuarios en el andén era “irrespirable como consecuencia del humo de las obras”. Los conductores de los convoyes, por su parte, se quejan de que hasta el jueves no se instalaron las cabinas de final de línea en las que descansan entre un servicio y otro.

Esta situación, tildada de "caótica" por una conductora del metropolitano, se alargará hasta una fecha indeterminada de mediados de septiembre cuando acaben unas obras “inevitables” según la dirección del suburbano. Los tiempos de trayecto de los viajeros volverán a la normalidad, pero el asfixiante calor, las continuas averías de las escaleras mecánicas y la escasa frecuencia de trenes en las horas de menor densidad de viajeros seguirán siendo una constante en el día a día de Beatriz, de Marta y de las casi 300.000 personas que utilizan a diario la línea 1 de metro.