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TOROS

La estrategia silenciosa para reducir la afición taurina en el País Vasco

La izquierda 'abertzale' mantiene su estrategia de reducir la presencia de la fiesta donde gobierna

Enrique Ponce (c), Juan José Padilla (d) y David Fandilla 'El Fandi' (i) salen a hombros.
Enrique Ponce (c), Juan José Padilla (d) y David Fandilla 'El Fandi' (i) salen a hombros.J. Casares (EFE)

La izquerda abertzale mantiene entre sus objetivos políticos la eliminación progresiva de los festejos taurinos allí donde gobierna. Tras la negativa a permitir la tradicional feria de agosto en San Sebastián, a la que se ha sumado la prohibición de espectáculos con animales decretada en el municipio vizcaíno de Sopuerta, la dinámica antitaurina va tomando cuerpo de una manera silenciosa mediante la reducción de festejos.

El fin no ha cambiado, pero sí la estrategia. Bildu alarga su cruzada con el propósito de borrar todo aquello que se viste con tintes españolistas. Inicialmente eligió la fórmula de las consultas populares en municipios que controlaba y donde presumiblemente podría sacar adelante sus aspiraciones. Sin embargo, primero la guipuzcoana Zestoa y después la vizcaína Karrantza se convirtieron en un serio contratiempo y en ambas localidades la voluntad de las urnas apostó por la continuidad de los festejos y este verano seguirás las tradicionales novilladas.

Mientras en Francia continúan los toros sin entrar en debates políticos ya que nadie advierte prácticas invasoras, en el País Vasco el debate se ha acelerado sobre todo en la actual legislatura. No obstante, los partidarios de los toros en el País Vasco prefieren ceñirse exclusivamente a la apuesta por la continuidad de la tradición que se sigue en muchos pueblos y evitando en todo momento debates de otro signo. Como prueba de este compromiso con la tradición secular recuerdan los ejemplos de las localidades guipuzcoanas de Azpeitia y Deba o la vizcaína de Orozko, alejadas de tintes y simbolismos.

Donostia fue el primer lugar donde se anularon los festejos sin excesivo ruido. Antes de prohibir los toros, se optó por utilizar la plaza de Illunbe para otras actividades y de esa forma impedir la celebración de corridas. La polémica sólo tuvo cierto eco por la trascendencia de ser la feria de una capital.

Tras perder las consultas populares en Zestoa y Karrantza ahora recorta festejos

La localidad alavesa de Llodio, a su vez, es un nuevo ejemplo de esta política de desgaste. Este año verá reducida su tradicional feria de tres novilladas a dos: uno de recortadores y una novillada. La crisis no está detrás de este recorte ya que el presupuesto es el mismo, pero sí existe un indudable el interés por reducir el número de festejos. Ya en 2012, el Ayuntamiento en manos de Bildu propuso a los organizadores de la feria taurina de este municipio celebrar solamente dos novilladas con el mismo dinero con el que se podían organizar tres, con la idea de reducir el protagonismo taurino. Para este año, la feria laudiotarra estará en manos de un empresario en lugar del club taurino local Mazzantini que la venían organizando durante décadas sin ánimo de lucro.

La estrategia silenciosa tiene los antecedentes en Cataluña. Se basa en el concepto de ¿para qué matar la fiesta si hay formas de dejarla morir? En lugar de luchar en una batalla política que desgasta, es mejor elegir un camino interesado que vaya acabando con el espectáculo. Así, se fueron vaciando las plazas de Lloret de Mar, Sant Feliu, Olot, Girona…, siempre en manos de los mismos empresarios dedicados a montar festejos de dudodos resultados.

Con la experiencia catalana de fondo, Bildu, que cuenta con la complicidad de los partidos que silencian su postura —vía abstención—, han seguido el camino de no matar la fiesta de los toros sino de incitar a que se vaya muriendo por su ineficacia. Con la pérdida de festejos, la respuesta de los aficionados será lógicamente menor y es la imagen que se quiere proyectar para acabar con esta actividad.

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