The Black Crowes y The Smashing Pumpkins se tutean
Ofrecen dos conciertos diferentes durante cuatro horas entre la pasión de sus seguidores
The Black Crowes y The Smashing Pumpkins han concentrado hoy la atención del Azkena Rock de Vitoria y durante cuatro horas han ofrecido dos conciertos completamente diferentes y sin embargo ambos muy cercanos a la perfección.
The Black Crowes representan, hoy más que nunca, un clasicismo adorado por los rockeros que pueblan estos días las campas de Mendizabala donde se celebran las actuaciones.
Tanto la voz de Chris Robinson como las guitarras de Rich Robinson y Jackie Greene son como volver a casa: ya está aquí el Azkena Rock. Desde sus rifs más bailables hasta sus ensoñaciones rítmicas, todo es rock. Twice As Hard, Hard To Handle, y muchas más. La memoria colectiva, parte de lo que cada uno se trae puesto a este festival, como la chupa o la camiseta de los Ramones.
Son muchos años los que llevan ya los de Georgia y su discografía es de una solidez que asombra. Lo demuestran en el escenario, dividido en cuatro preciosas alfombras para bailar unas veces, y otras concentrarse en su música o relacionarse con su público. Su madurez no les impide seguir proponiendo cosas interesantes.
Un concierto de tiempos medios, volcado en la interpretación, y tan ajustado al rythm & blues que deriva hacia el jazz, o el hard rock, o Neil Young también a veces.
No es de extrañar que la organización haya programado a The Smashing Pumpkins inmediatamente después. Había que sacar al público de ese éxtasis rockero con algo muy diferente y muy importante.
Una música que parte de una raíz también clásica, pero no reniega de un cierto carácter de pop alternativo, como no lo harían Placebo, o Rem. La interpretación no es lo que prima, aunque sea importante. Es el sonido, el conjunto, divertir.
Los de Billy Corgan han sabido hacer brillar sus éxitos de los noventa y el concierto se ha movido en clave de baile, de diversión sin complejos. Tocando rock & roll de otro siglo y haciendo espectáculo. El siglo de Primal Scream y de My Bloody Valentine. Este siglo.
El escenario se ha despoblado de alfombras y llenado de luces y de imágenes para iluminar los pasillos oscuros de su música. Por fin parece que los Pumpkins han dejado atrás esa fase en la que tuvieron que reinventarse tras una separación de cinco años y con la que la crítica no fue muy benévola.
Han sabido estar a la altura de un escenario como el de Vitoria y de un público que no es exactamente el suyo, pero que tenía unas enormes ganas de divertirse.
Cómo no, habiendo empezado la tarde con Sex Museum. Un grupo que se crece sobre las tablas y con una pasión por Vitoria. Una pasión mutua. Y M Clan, inmediatamente antes que Black Crowes, comprometidos como siempre con un rock que emociona.
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