El Ayuntamiento gastó más de 400.000 euros en cuadros para decorar despachos
La empresa municipal que los compró ha quebrado y ha despedido a un tercio de su plantilla Botella asegura que las adquisiciones se hicieron hace 23 años
La alcaldesa de Madrid, Ana Botella, ha explicado hoy que los cuadros vendidos la semana pasada por la empresa municipal Madrid Espacios y Congresos (Madridec), en proceso de liquidación tras su quiebra técnica, “fueron adquiridos como decoración para despachos [de sus directivos], sin atender a un criterio museístico”.
La regidora trataba así de explicar por qué el Ayuntamiento se desprendió de 26 obras apenas unos días después de que ella misma ordenase paralizar la subasta para no dañar el patrimonio artístico municipal. De esos 26 cuadros, los cuatro más importantes fueron adjudicados por 261.000 euros, cantidad a la que hay que restar una comisión del 9% para la casa de subastas. La cifra final, 238.000 euros, es un 36% inferior a los 372.000 euros en los que estaban valoradas sólo esas cuatro obras.
En cualquier caso, a los 372.000 euros de esos cuatro cuadros ha de sumarse la valoración de los 22 restantes (de menos cuantía), que superaría en total cuando menos los 400.000 euros. Preguntada Botella por la conveniencia de gastarse ese dinero en obras para adornar despachos, máxime cuando la empresa se encuentra en quiebra, ha despedido a un tercio de sus trabajadores y arrastra una deuda de 300 millones de euros, la alcaldesa ha señalado: “Se adquirieron el año 1990, habría que retrotraernos 23 años…”.
Este periódico no ha podido comprobar si la compra de ese patrimonio se realizó efectivamente en esa fecha y cuál es el valor total de los cuadros. En el año 1990 gobernaba el Ayuntamiento Agustín Rodríguez Sahagún (UCD) gracias al apoyo de José María Álvarez del Manzano (PP), entonces teniente de alcalde y a partir de 1991 y hasta 2003 regidor de la ciudad. Manzano sigue cobrando de las arcas públicas como presidente de la Feria de Madrid.
Precisamente a organizar ferias se dedicaba Madrid Espacios y Congresos en sus instalaciones, hasta que el anterior alcalde, Alberto Ruiz-Gallardón, la convirtió en una especia de inmobiliaria municipal y la usó como palanca financiera. La gestión de la empresa durante los últimos años, que el propio Ayuntamiento reconoce ahora que respondió a fines “políticos” y no empresariales, ha dejado Madridec en la ruina. El Gobierno municipal aprobó hace una semana su disolución; sus activos y pasivos los heredará Macsa, la empresa que gestiona los teatros y actividades culturales del Ayuntamiento.
Madridec cerró 2012 con 24,3 millones de pérdidas, y eso pese a que el Ayuntamiento le hizo una transfusión urgente de 30 millones y pagó sus deudas pendientes con proveedores (52 millones); sólo en los primeros meses de 2013 se dejó otros cinco millones. Arrastra una deuda financiera de 304 millones de euros, de los que debe amortizar 52 este año. Sin embargo, apenas tiene ingresos: en 2013 prevé ingresar prácticamente lo mismo que el anterior, 16 millones.
Entre las medidas desesperadas adoptadas este año para evitar (sin éxito) su disolución, la empresa aprobó un expediente de regulación de empleo que se zanjó con 25 despidos. Tiene ahora 60 trabajadores, cuyo destino final tras la liquidación se desconoce. Madridec cerró a principios de abril la venta del edificio Apot, en Campo de las Naciones, por 42,5 millones de euros. Sin embargo, la empresa compradora recibirá 43 millones del Ayuntamiento en los próximos 10 años en concepto de alquiler del inmueble para albergar el área de Urbanismo. Madridec trata de colocar desde hace tiempo otro edificio, en la calle Montera 25-27, que ofrece a 41 millones de euros pese a que lo compró por 55 hace ocho años.
Entre los activos que podrían pasar a Macsa tras la disolución de Madridec se cuentan el Palacio Municipal de Congresos, los recintos feriales de la Casa de Campo (incluido el Madrid Arena) y la Caja Mágica. El Ayuntamiento quiere ceder todas las instalaciones posibles a empresas privadas a cambio de un canon fijo. Más difícil lo tiene con el centro acuático, a medio construir, y que podría convertirse en un centro comercial si Madrid no logra en septiembre los Juegos Olímpicos de 2020; y con la parcela donde se iba a ubicar el centro de convenciones de la Castellana, con la que no sabe qué hacer (en todo caso, cualquier cosa excepto un centro de convenciones).
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