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El tamaño sí importa

La ampliación del recinto del Sónar ha favorecido la comodidad del público

Algunos de los asistentes al Sónar de día en la jornada de ayer.
Algunos de los asistentes al Sónar de día en la jornada de ayer.gianluca battista

Con el festival en su recta final, que llega hoy a la meta con una reinterpretación de Vivaldi en el CCCB, puede asegurarse que el Sónar ha encontrado la solución a los problemas de densidad de público y aglomeración que se le habían presentado en el entorno museístico que lo vio nacer, el CCCB. La muda hacia el recinto ferial de Montjuïc le aísla del barrio, situándolo en un espacio propio donde la conexión con el entorno se hace mucho más complicada, ya que hay que caminar un buen rato para encontrar una oferta de barrio que en el Raval estaba presente en cuanto salías del recinto, pero ha ganado muchas otras cosas que sin duda son más vitales para el festival. La principal: la habitabilidad.

En los cuatro espacios del Sónar diurno se ha podido transitar con comodidad por vez primera desde hace unos cuantos años. No sólo eso, sino que dada la conducta del público en estos acontecimientos, la densidad de ocupación sólo se hace impenetrable por el centro, pero accediendo hasta el frontal de los escenarios por los laterales de la masa de espectadores, se puede alcanzar la primera fila sin problema alguno. Eso se pudo hacer en la tarde del viernes incluso en conciertos con tirón popular, caso del de Jamie Lidell. Además el Sónar gana un escenario cubierto en el auditorio que ahora alberga el SonarComplex, lo que abunda en la comodidad para seguir los conciertos de carácter menos bailable. La inclusión de casi todos los ámbitos del festival en el mismo complejo y la facilidad de acceder sin agobios a los espacios que se deseen visitar redunda en beneficio del público, que puede transitar sin que ello se convierta en una heroicidad. De esta manera pueden desarrollarse simultáneamente en el complejo diferentes conciertos, conferencias y las actividades del Sónar+D sin que se generen problemas de tránsito o de producción. Eso sí, las colas en los lavabos parecen insalvables, y, cosa insólita, no sólo en los femeninos.

Pero además de en espacio, se ha ganado en calidad de producción

Pero además de espacio, el Sónar ha ganado en calidad en cuanto a producción. El escenario más favorecido ha sido el Hall, antigua caldera de Pedro Botero convertida hoy en una especie de salón del trono de la electrónica más angulosa gracias a sus cortinajes bermellón, que delimitan un espacio suficiente para instalar una explotación agraria. Allí, además de gozarse de aire acondicionado, el sonido despeina. Por lo que hace al sonido del Village, todo parece indicar que es muy direccional, de forma que se evitan los rebotes en la pared opuesta, distante pero opuesta, y las quejas de los vecinos de un distrito particularmente sensible a estos temas. De los cuatro escenarios del Sónar diurno el más desagradecido es el SonarDôme, cuya austeridad raya lo monacal.

Pero es que el Sónar noche también ha ganado mucho espacio. Por ejemplo han desaparecido tabiques de manera que desde el escenario Sonarclub se abren dos pabellones seguidos donde cabe hasta el ego de Bono, el de U2, no nos llamemos a engaño. El cambio de orientación del Sónar Pub también parece ha hecho ganar espacio, y la enormidad de metros cuadrados de las naves donde se ubican la pista de autos de choque, la restauración y el SonarCar hacen pensar en vastas extensiones desérticas poco a poco colonizadas por la masa a medida que avanza la noche. A pesar de todo, la coincidencia de los conciertos de Kraftwerk y Nicolas Jaar generó problemas, ya que el sonido de los primeros se colaba en el enorme patio exterior donde actuaba el segundo. Eso por un lado, ya que por el otro, la sensación de agobio e imposibilidad de moverse que se vivía antaño en el Village del CCCB, se trasladó la noche del viernes al SonarLab con Jaar, cuyo concierto fue seguido por una multitud apiñada y con la movilidad limitada. A pesar de ello todo parece indicar que el Sónar ha vuelto a encontrar acomodo en su enésimo cambio. A menos que la locura se dispare, la mudanza parece dará un respiro al festival y todos saldremos ganando, Barcelona incluida.

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