Un héroe en apuros

El director de orquesta Pablo González tiene una fe ciega en el gran repertorio sinfónico, al que, con buena lógica, considera la “razón de ser “ de la Sinfónica de Barcelona y Nacional de Catalunya (OBC), formación de la que es director titular. Desde que asumió el cargo, en 2010 —finiquita en julio de 2015— suele programar obras que requieren amplios efectivos orquestales y siente devoción por Gustav Mahler y Richard Strauss, cuyo poema sinfónico Una vida de héroe, op. 40 ha sido la pieza estelar del último programa de la temporada. El cinematográfico Concierto para violín en re mayor, op. 35, de Erich Wolfgang Korngold, con el magnífico violinista austriaco Benjamin Schmid como solista, y el poema sinfónico de Juli Garreta, Les Illes Medes, acompañaron a Straus en un programa opulento que la OBC resolvió con menos brillantez de la esperada.

No corren buenos tiempos para mantener en nómina a casi un centenar de músicos y, de hecho, la OBC tiene 17 plazas vacantes, entre ellas algunas clave, como la del concertino. De momento, capean la situación contratando puntualmente los músicos que necesitan según el programa, pero a largo plazo será dificil mantener la calidad y cohesión del conjunto. Salvaron dignamente la clausura de la temporada, pero eso no basta para despertar el entusiasmo melómano.

Sorprendió el poético lirismo y el empaque sinfónico del poema de Garreta, que es mucho más que un inspirado autor de sardanas; Les Illes Medes, estrenado por Pau Casals en 1923, es una pieza maestra, en plena sintonía con el refinamiento straussiano que marcó su época. También sorprendió el concierto de Korngold, con citas de sus bandas sonoras, un suave lirismo y un refinamiento que la OBC no acabó de sacar con limpieza. Quien sí brilló en la parte solista fue Benjamin Schmid, violinista de sonido cálido, muy comunicativo y sin insolencias divistas.

La ciencia orquestal de Strauss no admite limitaciones técnicas y exige virtuosismo, flexibilidad y voluntad de hierro para mantener su opulencia sin desfallecimientos. En Una vida de héroe, vigoroso autorretrato de su vida y su obra, el héroe es el propio Strauss, un héroe orquestal que pasó algunos apuros en la esmerada lectura de Pablo González, exquisito en los pasajes líricos, pero sin obtener ese fulgor y complicidad de los músicos que lograban en este tipo de obras anteriores titulares como Franz-Paul Decker o Eiji Oue. Fue muy aplaudido el concertino invitado, Roberto González, pero, para hacer plena justicia al arte straussiano, faltó en la orquesta más relieve y rotundidad en la cuerda grave y un acabado más perfecto, sin desequilibrios, en metales y maderas.