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Apoteosis de cuernos en Rivas

El festival Sonisphere cumple cuatro años con un cartel de heavy clásico Los británicos Iron Maiden ponen patas arriba el auditorio con su gira Maiden Tour

Lola Hierro
Actuación de los Iron Maiden en Sonisphere.
Actuación de los Iron Maiden en Sonisphere.KIKE PARA

Heavies de pelo corto, de pelo largo, con camisetas negras, las más de la banda británica Iron Maiden y las menos de algún color estrambótico en un día como el de ayer, como amarillo o blanco. Heavies consumiendo minis de cerveza, y heavies echándose unas risas con otros amigos también heavies. A las ocho y media de la tarde, ecuador del festival de música metal Sonisphere celebrado en el auditorio Miguel Ríos de Rivas Vaciamadrid, el ambiente era alentador. Nutrido de público, pero sin llegar a lleno, soleado, pero sin calor y con dos barras a cada lado del recinto con 160 barriles de cerveza entre otras espirituosas. A 50 litros por barril, ningún hijo del metal que pudiera pagar los 8 euros que costaba el litro quedó sediento.

Nada desentonó con otros festivales de ediciones anteriores. Sonisphere cumplía cuatro años ayer, pero bien podían haber sido dos, o tres, o siete, porque los festivales de música heavy nunca cambian demasiado. La fórmula mágica consiste en ofrecer un par de grupos muy atractivos para el público, como Iron Maiden (los de este año y hace dos) o Metallica (los del año pasado y quizá el que viene) y sumarles unos pocos de menor caché. Luego se busca un recinto muy grande y ya solo queda esperar a que las hordas metaleras hagan gala de su admirable fidelidad hacia sus bandas de culto. El beneficio está asegurado.

Daba igual si el precio de la entrada era demasiado alto, o si no se permitía introducir comida ni bebida; que los baños estuvieran sucios o que quien salía al exterior, tuviera prohibido volver a entrar. Todas las quejas se olvidaron al sonar los primeros acordes de Doctor Doctor, el tema de UFO con el que los Maiden abren sus conciertos desde tiempos inmemoriales y que precedió a Moonchild. En las dos horas siguientes, los cuernos se alzaron, las miles de gargantas enronquecieron coreando como una sola y el pabellón entero botó con pasión, como si no hubiera un mañana.

Iron Maiden trajo a España su gira Maiden Tour, calcada a la que hicieron en 1988 tras publicar su disco Seventh son of a seventh son, y que fue una de las más importantes en la historia de la banda. En plena forma, enloquecieron al respetable con hitos de su discografía como Can I play with madness, The Trooper , The number of the beast y algunas rarezas que no se oían desde hace dos décadas , véase The prisoner.

Iron Maiden fue una de las triunfadoras de la noche pese a que el viento desvirtuara un poco el sonido. Las bandas previas cosecharon éxitos relativos y desiguales. “Tierra Santa tiene que aprender a componer cosas más variadas”, decía Mario, de Jaen. “Es el grupo que más me ha gustado de momento”, opinaba Manuel, madrileño, por otro lado. “A Ghost solo le funcionan las voces alegres con teclados oscuros en estudio, en directo no valen nada”, sentenciaba Diego, de Cantabria. “Ghost tiene una puesta en escena increíble”, reconocía Jorge, también de Madrid. Newsted, el grupo del ex bajista de Metallica, Jason Newsted, sorprendió para bien, y Vodoo Six y Red Fang, encargados de tocar a primera hora y cuando casi nadie mira, salieron bien parados a juicio de los asistentes consultados. A falta de los consagrados Megadeth, Anthrax y Avantasia, que cerraban el festival, ningún compañero del metal podía estar más satisfecho la noche del viernes en Rivas Vaciamadrid.

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Sobre la firma

Lola Hierro
Periodista de la sección de Internacional, está especializada en migraciones, derechos humanos y desarrollo. Trabaja en EL PAÍS desde 2013 y ha desempeñado la mayor parte de su trabajo en África subsahariana. Sus reportajes han recibido diversos galardones y es autora del libro ‘El tiempo detenido y otras historias de África’.

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