Sacerdotisa del buen rollo
La cantautora María Rozalén triunfa con un repertorio en el que mira la vida con amor y humor
Cada mañana, cuando amanece en su corrala de alquiler en el corazón de Lavapiés, la albaceteña María Rozalén se pellizca para convencerse de que no se encuentra sumida en un sueño. Dos años y medio atrás, recién llegada con poco más equipaje que su guitarra a la ciudad, sobrevivía como azafata de congresos, impartiendo clases particulares o tocando en bautizos y comuniones. Ahora ha fichado por una multinacional, tiene su primer disco (Con derecho a…) en la lista de ventas, ha tocado en los Premios Max o la inauguración del Festival de Málaga, comparte representante con Bosé o Alejandro Sanz y debuta esta noche en el Teatro Lara con casi todo el papel vendido. “Algunos compañeros que me dan mil vueltas componiendo actúan en garitos ante diez personas, pero supongo que tengo carisma y transmito esa gracia y buen rollo”, reflexiona con un desparpajo irrenunciable.
La vida le sonríe a esta hija de sacerdote, don Cristóbal, que colgó los hábitos por amor tras diez años en la parroquia y fue estrecho colaborador de José Bono como presidente de Castilla-La Mancha y ministro de Defensa. “El celibato es una gilipollez muy grande”, exclama Rozalén, de 26 años, con sus enormes pendientes (un aro gigantesco y unas plumas de colores) bailándole sobre la cara. Sobre la historia de sus padres compuso una canción, Te pido, concebida como “una oración de reproches a la Iglesia”. Es una de las muchas que ha retirado del repertorio. “Escribo desde los 14 y, claro, algunos temas hoy me suenan desfasados. El primero de todos, Dorada perfección, trataba sobre un viaje en patera y era un horror. Pero tengo otra peor, Falso soñador: tan mala que la habría podido cantar Amaia Montero…”.
María es así: espontánea, directa, un punto lenguaraz. “Supongo que el carácter manchego me permite mirar las cosas con humor”, admite. Ella resulta positiva y vitalista hasta cuando relata un despecho amoroso en 80 veces, su primer sencillo. “No soy ajena a la realidad y tengo a gente muy cercana que atraviesa circunstancias muy dolorosas, pero en Albacete somos capaces de hacer bromas y soltar alguna risotada hasta en los entierros. Yo misma fui siempre la payaseta de la casa…”.
Actuó en la entrega de los Max y en la inauguración del Festival de Málaga
Su música es un enjambre de influencias, canción de autor con toques aflamencados, mestizaje, algo de reggae, un punto moruno y hasta una canción, Cal y arena, concebida como un chotis de libro. Habrá quien la tome por dispersa, pero ella anhela justo eso, “especializarse en muchas cosas”. Y le falta el tiempo para seguir aprendiéndolas. “Necesito aumentar mi bagaje como lectora para tener más complejidad a la hora de escribir. Quiero mejorar con la guitarra, picotear en el fado, probar con el inglés, profundizar con el flamenco. Vamos, ¡que tengo que estudiar un montón!”.
Licenciada en Psicología por la Universidad de Murcia, se especializó en Musicología y no se cansa de dar consejos a sus amigos para mejorar su día a día: “Estirarse bien por las mañanas, bostezar en agudo y en grave. Y cantar, en la ducha o donde sea, aunque cantemos mal. La voz es un vibrador natural que nos ayuda a tener un día mejor. Muchas cosas en el ser humano son pura música, desde los pasos cuando caminamos al latido del corazón”. Y este somero repaso a sus conocimientos académicos le empuja a sacar su vena más afilada. “He conocido a gente muy valiosa, becada aquí y allá… y la mayoría se encuentra ahora en el extranjero. No existen ayudas a los jóvenes y el panorama cultural español es una vergüenza absoluta. Entre el IVA, la SGAE y la sala, casi no ves un duro de los conciertos…”.
Su vena concienciada también se refleja en la presencia en casi todos sus recitales de Beatriz Romero, una intérprete del lenguaje de signos. Pero en las letras de sus canciones hay mucho más de amor, amistad y hasta erotismo que de argumentos sociales. “Ya sé que escribiendo de amor no puedes inventar nada”, concluye, “pero es un argumento cíclico para los seres humanos. Canto las cosas que voy viviendo, y del amor no se va a dejar de hablar nunca”.
Rozalén actúa esta noche, a las 22.30, en el Teatro Lara (Corredera Baja de San Pablo , 15). Entradas, de 15 a 18 euros
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