Poblenou espera a la Beckett
Tras perder el litigio por la sede, la sala prepara ya el traslado de su Obrador
Pau i Justícia, el nombre de la antigua cooperativa de consumo situada en el Poblenou y cedida por el Ayuntamiento de Barcelona a la Sala Beckett cuando Jordi Martí estaba al frente del Institut de Cultura de Barcelona, resume, por el momento, los deseos del responsable de la sala, Toni Casares, y de su equipo para garantizar el crecimiento de sus actividades y la continuidad de las mismas.
Tras siete años de litigio por la periodicidad del contrato de alquiler que la Sala Beckett tiene con Núñez y Navarro y cuatro esperando la sentencia del Tribunal Supremo, esta llegó la semana pasada, fallando a favor de la propiedad. Ante esta situación, la Beckett alcanzará la paz si logra negociar con la inmobiliaria la permanencia en su actual sede en el barrio barcelonés de Gràcia hasta que se haga el traslado definitivo al Poblenou. La justicia se hará si la sala llega a un acuerdo con las Administraciones, estas asumen el coste de las obras de rehabilitación del edificio de la cooperativa y la Beckett, con 22 años de trayectoria como espacio motor y laboratorio de la dramaturgia textual contemporánea, puede desplegar en él su proyecto.
La remodelación del edificio construido en 1924 y con una superficie de 2.600 metros cuadrados en dos plantas, el doble de la sede actual, fue encargada al estudio de arquitectura Flores & Prats y preveía la construcción de una sala de exhibición para 200 espectadores, otra más pequeña, salas de ensayo y espacios para las actividades formativas del Obrador, oficinas, un bar e incluso unos apartamentos para acoger a los creadores en residencia.
Los talleres de verano se impartirán, “en precario”, en la antigua cooperativa
Su coste total era, hace un año, de ocho millones de euros. Desde entonces y dados los recortes presupuestarios de las Administraciones —el Ministerio de Cultura ha suspendido su aportación y la Generalitat participa en un 20% menos—, la Beckett ha ido rebajando sus expectativas de crecimiento y adaptándose a los nuevos tiempos y números hasta contentarse con los 325.000 euros del Ayuntamiento para poder adecuar bajo mínimos un tercio de la segunda planta y trasladar este mismo verano las actividades del Obrador Internacional de Dramaturgia.
“Vamos a entrar como podamos, en precario, pero los talleres de este verano se harán allí y espero que, como sucedió en 2009 cuando los hicimos en la Fabra i Coats cuando aún estaba en obras, las condiciones del espacio se conviertan en energía positiva y creativa”, comentaba Toni Casares al conocer la sentencia del tribunal.
Con el traslado parcial previsto por el momento, la Beckett pasa a ser como la Fabra i Coats, La Seca-Espai Brossa o la Nau Ivanow, una de las Fábricas de Creación del Ayuntamiento de Barcelona, y con su instalación definitiva será la Casa de los Autores Teatrales bajo la figura jurídica de una fundación cuyo patronato, presidido por Josep Maria Benet i Jornet, está compuesto por 13 dramaturgos de diferentes edades y procedencias, algunos de los cuales se han formados en sus aulas.
La nueva sede en el Poblenou es el paso necesario para que la Sala Beckett y su Obrador consoliden el momento creativo que vive el teatro de texto en lengua catalana y garanticen el intercambio con los agentes de promoción del teatro contemporáneo de todo el mundo. De hecho, la Beckett ya está funcionando, coordinada con el Institut Ramon Llull, como agente de los autores catalanes en el extranjero. Y su instalación en el nuevo edificio propiciaría que las actividades de formación del Obrador Internacional de Dramaturgia que organiza cada verano desde hace ocho se pudieran desarrollar durante todo el año. Cursos, laboratorios de creación y experimentación, tutorías, lecturas dramatizadas, programas de residencia para autores y creadores locales o de fuera, y la atención especial a la formación de los jóvenes posicionarían a la ciudad de Barcelona como referente de la dramaturgia contemporánea en Europa y en el resto del mundo.
Final de una etapa, pues, para la Sala Beckett, que se traduce en una reorientación de prioridades incluso a nivel programático. Si en las últimas cinco o seis temporadas ha centrado su atención en los autores nuevos, independientemente de cual fuera su corriente estilística, a partir de la próxima quiere incidir en el teatro ideológico: “No queremos hacer teatro moral ni elitista pero sí nos parece necesario que los dramaturgos conecten con la sociedad e incidan en ella”, explicó Casares.
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