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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Se ha destapao el LAPAO

Ah, el catalán, pensará alguno de Vds. ¡Chitón!, no digan palabras malsonantes. A partir de ahora se llama lapao y no tiene nada que ver con el catalán

Uno creía haberlo visto todo ya en este país disparatado. Bancos que estafan a los ciudadanos y reciben como premio sesenta mil millones de euros para nivelar sus balances. Gobernantes que cobran uno y hasta dos sobresueldos, viendo que la gente pasa hambre. Consortes despistadas que no se aperciben de que han aparecido varios milloncejos en su cuenta o un Jaguar en su garage. Organismos públicos que siguen contratando asesores innecesarios, al tiempo que la sanidad se desmantela. Institutos de secundaria que se caen a pedazos, mientras se subvencionan colegios privados, cuyos padres de alumnos podrían costearse la enseñanza de sus hijos sin problemas. O el pasmoso espectáculo de un ministro que decide dejar morir sin asistencia a los dependientes, pero se inventa una ley del aborto para que este valle de lágrimas se llene de niños con malformaciones. ¡Cómo nos había calado Valle Inclán cuando definió el esperpento!: “Las imágenes más bellas, en un espejo cóncavo son absurdas. Deformemos la expresión en el mismo espejo que nos deforma las caras y toda la vida miserable de España”. Y a fe que nos hemos puesto a la labor. En su tiempo para ver deformaciones de la realidad había que asomarse al madrileño callejón del gato (del poeta Álvarez Gato, no vayan a pensar), donde la gente se divertía mirándose en un espejo cóncavo: ahora nos basta la pantalla de televisión, cualquier pantalla de televisión. Alguno se ha aficionado tanto a la realidad que reflejan que se niega a salir del paraíso de plasma y nos recomienda paciencia y sentido común desde allí. 

Bueno, pues estaba equivocado, siempre cabe un más difícil todavía en lo del esperpento: ha llegado el lapao. ¿Que qué es esto del lapao? Un invento genial del partido popular. No se confundan, no es el tapao, sino el lapao. Tapaos tienen unos cuantos en el partido —por ejemplo ese misterioso tesorero al que expulsaron y siguió cobrando dos años como si nada—, pero lapaos no hay más que uno. Se trata de una lengua que aprobaron ayer en las Cortes de Aragón, la lengua aragonesa de la parte oriental (LAPAO) y que se ha descubierto en Fraga, Mequinensa, Tamarit de la Llitera o Vall de Roures. Ah, el catalán, pensará alguno de Vds. ¡Chitón!, no digan palabras malsonantes. A partir de ahora se llama lapao y no tiene nada que ver con el catalán.[CON PERDÓN]

Anda, que no voy a presumir poco la próxima vez que asista a un congreso de lingüística y presente una comunicación sobre el lapao. ¡Vaya primicia, nada menos que un nuevo idioma! Debo confesar que fui injusto cuando me enfadé con la alcaldesa de Benasque porque se cargó un Instituto de Lenguas de la Península Ibérica (ILPI) con el argumento de que “en el PP no estamos por las lenguas”. ¡Qué callado se lo tenía la pillina! Y es que no solo se han sacado de la manga el lapao, sino que ahora van a inventar el lapapyp (lengua aragonesa propia de las áreas pirenaica y prepirenaica). Como quien dice la T.I.A. de Mortadelo. En comparación con los vecinos, los de nuestro PPCV, que armaron un escándalo a propósito de la muestra de la Universidad de Alicante, son unos pipiolos. Aunque uno recuerda todo aquello del "valenciano serrano" y por si acaso se tienta la ropa. Con esta gente nunca se sabe: si logran convencer a Mc Arthur Mas de las ventajas del lapao, a lo mejor se arregla el lío de Cataluña.

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