“Nos acusan de violentos porque cuestionamos el orden establecido”
“Con Anova hay convergencia en ideas. Con el PSOE, mucha distancia”, asegura Díaz
Desde 1989 en que cayó el Muro de Berlín, los comunistas como Yolanda Díaz (Fene, 1971) fueron sepultados electoralmente bajo sus escombros. Su discurso anticapitalista fue ninguneado y la burbuja neoliberal se infló sin apenas oposición. Díaz ha sido la mensajera de la hoz y el martillo en Galicia durante parte de esa travesía en un desierto que semejaba infinito. Hoy la ciudadanía indignada se ha vuelto hacia ella y sus compañeros: “Hasta las organizaciones de izquierdas se confundieron en el consenso capitalista. Nosotros cuestionamos el orden establecido”.
Pregunta. Tras seis meses de vida parlamentaria, ¿cómo ve el funcionamiento de la institución?
Respuesta. Está alejada de la vida real de cualquier ciudadano. Hay una brecha social profunda. Somos conscientes de que es importantísimo tener voz aquí para traducir los problemas de la gente. Pero la presidencia del Parlamento se empeña en abrir más esa brecha, poniendo trabas a que vengan aquí las víctimas de la crisis. Quieren convertir la Cámara en un búnker.
P. ¿Está alejada por su forma de funcionar o por el tipo de personas que ocupan los escaños?
R. Las instituciones las hacen las personas. Hay una vocación expresa de las mayorías parlamentarias, no solo del grupo que sustenta el Gobierno, de convertir esto en algo reservado a minorías. Los discursos están plagados de consensos económicos que nosotros cuestionamos. Parte de la desafección de la política que sienten los ciudadanos de la izquierda crítica de este país viene de que ellos perciben que todo es lo mismo. Hasta que llegó AGE había un pacto de que ciertas cuestiones políticas no se tocaban, no había disonancias en los grandes debates económicos.
P. Póngame un ejemplo.
R. En el debate de la fusión de las cajas era evidente que tanto Caixa Galicia como Caixanova estaban quebradas y que había un proceso de bancarización, de privatización. La auditoría ya indicaba que se iba a despedir a personal y lo que iba a pasar con la obra social. Parto de la premisa de que los parlamentarios leyeron la información del Banco de España, así que ¿por qué apoyaron la fusión? Todas las organizaciones políticas le dieron también el visto bueno a la planta de gas de Ferrol. ¿Cómo es posible si la empresa \[Reganosa\] es un nicho de corrupción, de síntesis económica-política mezclada, afirmo, en un proceso de corruptelas? Los grupos políticos fueron cómplices de ese gran grupo empresarial que es el Grupo Tojeiro. Es la evidencia de que no gobierna quien más votos tiene sino el que más dinero tiene. Hasta las organizaciones de izquierdas confundieron su discurso con ese consenso capitalista, con ese orden establecido. Cuando llega AGE y cuestiona esas tesis, nos recriminan que lo hagamos, que seamos combativos. A mí me ha pasado y no suelo perder las formas.
P. ¿Cuando el PP les acusa de formas violentas por lo que de verdad se sienten agredidos es por el fondo de su discurso?
R. Sin lugar a dudas. Nos han llegado a corregir porque no les gusta lo que decimos. ¡Es tan evidente que está gobernando la troika [FMI, BCE y Comisión Europea] y que Feijóo es un vasallo del capital! Se escudan en las formas pero lo que les molesta es el fondo, que cuestionemos el orden establecido.
P. Sus detractores dicen que proponen soluciones irreales, que si gobiernan recortarán también porque no tendrán dinero.
R. Eso es falso. Con los recursos que tenemos hay que priorizar. ¿Es casualidad que el 44% del recorte presupuestario del PP se centre en la sanidad? No, es un recorte ideológico. Hay alternativa. Hay que cambiar el marco tributario, crear impuestos y avanzar en la progresividad fiscal. Hay que atacar el fraude fiscal y eso es posible. Lo que pasa es que eso no se puede hacer si al mismo tiempo recortas personal en la Agencia Tributaria. Con lo que tenemos sí es posible cambiar la realidad pero hay que querer hacerlo. Barreras podría hoy estar en manos de la Xunta y no de una empresa mexicana. Todo eso es posible pero el neoliberalismo que está gobernando no quiere hacerlo. Feijóo se afana en afirmar que no hay alternativa y eso no es cierto.
P. La ciudadanía indignada piensa que los partidos actúan en favor de bancos y grandes empresas porque tienen ataduras económicas. ¿Cómo se financia AGE?
R. AGE vive de la subvención finalista que tenemos para cada grupo parlamentario y lo que se recibe por cada diputado. Los diputados que somos de Esquerda Unida donamos un 33-35% a nuestra organización política.
P. Pero si crecen acabarán adquiriendo ataduras...
R. No, sería un error. La financiación de los partidos políticos es un problema. Los partidos del régimen nunca han querido cambiar la ley que la regula. Cuando hablamos de esto, hablamos de corrupción. Nosotros vivimos y sobrevivimos de esto y nos están yendo bien las cosas.
P. Con el viento electoral a favor, ¿nota Esquerda Unida (EU) un aumento de la militancia?
R. Sí, desde las generales de 2011. Tenemos un censo de verdad, una herramienta que contabiliza automáticamente a los afiliados. En la campaña de las autonómicas teníamos 1.000 afiliados y ahora unos 1.300.
P. ¿De qué partidos proceden esos nuevos afiliados?
R. Hay gente que fue nuestra hace tiempo, que se fue al PSOE y que ahora vuelve.
P. ¿Y no tiene miedo de esos afiliados que van cambiando según los resultados electorales?
R. No. Las organizaciones políticas patrimonializamos a la militancia y eso es un problema. La gente piensa, camina soberanamente, nos castiga y nos premia.
P. ¿Se mantendrá la alianza con Anova para las municipales de 2015?
R. EU aprobó una resolución por unanimidad en la que se respalda la convergencia para las europeas, las municipales y todos los procesos electorales. El análisis es que estamos ante un combate del capitalismo contra las mayorías sociales. La única manera de ganarlo es sumar a toda la izquierda, no solo de AGE sino de más voces y gente que todavía falta. Anova tiene su asamblea en junio y ahí decidirá.
P. ¿Ha recibido críticas de sus compañeros de fuera de Galicia por aliarse con nacionalistas?
R. Aunque la dirección federal cuestionase el acuerdo, somos soberanos para decidir y poco podrían decir. Pero las cinco familias políticas que conforman IU dieron el visto bueno al acuerdo. Quedé sorprendida. Pero es que IU tiene mucha experiencia en converger, en los pactos políticos.
P. ¿Haría lo que hicieron sus compañeros en Extremadura?
R. No. Le daría la investidura al presidente del PSOE y me quedaría en la oposición.
P. ¿Y gobernaría con el PNV como hizo su partido?
R. Creo que tampoco. Y eso que allí se hizo un buen trabajo en temas como la vivienda.
P. El programa de AGE asume un discurso soberanista gallego. ¿Eso tampoco le ha traído críticas dentro de IU?
R. IU es la única organización que desde 1998 tiene una tesis política del modelo de Estado que quiere. Ahora está siendo revisada porque hay que actualizarla. Queremos un modelo federal, republicano, solidario, laico y de libre adhesión. En ese proceso de federalización, los pueblos y naciones que componen España tienen que decidir lo que quieren. Tenemos una posición muy avanzada pero desconocida.
P. En su alianza con Anova no trascendió de momento ninguna tensión. ¿Cuál es el secreto?
R. Si hubiera conflicto, se notaría, a mí se me notaría. El secreto es que hay convergencia ideológica, además de en lo personal.
P. Con el PSOE no le fue tan bien en la coalición en el gobierno de Ferrol.
R. Con el PSOE teníamos que discutirlo todo. Tenemos mucha distancia ideológica con ellos. Para crear nuevos impuestos, introducir la fiscalidad a la Iglesia... Cuando salimos del gobierno, el PSOE paralizó hasta las medidas de participación ciudadana.
P. Pero estaban en un gobierno. Desde la oposición será más fácil llevarse bien.
R. No creo que fuera por eso. Es la distancia ideológica. Si cambia la relación con Anova cuando haya expectativas de poder, nos equivocaremos. Estamos juntos para cambiar las cosas, para organizar la rebeldía. Porque los grandes logros, desde la jornada de 40 horas semanales hasta el voto de las mujeres, se arrebataron con presión en la calle.
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