Lepidópteros en la pista de baile

Después de un debut tan deslumbrante como Too Many Knobs (Matapadre, 2010), que aupó a Colectivo Oruga al pedestal de la indietrónica en la lista más que considerable de festivales y salas que recorrieron durante dos años, el grupo de Ponteareas asumió el reto del segundo disco. El presente es Paraíso Caníbal (Matapadre, 2013). “Las etiquetas no son cosa nuestra, vienen de fuera”, señala Iago Martínez, vocalista. “Aunque nunca tuvimos intención de hacer un disco conceptual, quizá el primero suene así de algún modo. Ahora las guitarras y los sintetizadores suenan más libres, pasamos a ser más rítmicos”.

Igual de bailables, más estribillos y un poco ochenteros. “No teníamos ideas preconcebidas antes de grabar, pero sí se nos había ocurrido hacerlo un poco revival. Construimos el disco en muy pocos meses y creo que afloraron las referencias de la música con la que crecimos, que era de la finales de los ochenta y principios de los noventa, y que era la que escuchaban en casa nuestros hermanos mayores”, explica. Las letras en castellano en sustitución del inglés tienen razones bastante aleatorias, aunque existe cierto afán de estrechar la comunicación en el tablero de sentidos antagónicos que propone el título, contenido en una de las frases del tema “No acabamos”. “Por un lado, debemos aprovechar todo lo que nos puede ofrecer este momento, pero como hacerlo sin, por otra parte, dejar de pensar en manos de quién estamos”.

Un sonido más orgánico es lo que marca la gran diferencia en un trabajo que presentarán en directo mañana sábado en Vigo (La Fábrica de Chocolate) y a lo largo de este mes en Pontevedra (10 de mayo, Karma) y A Coruña (11 de mayo, Le Club). Sus seguidores notarán cambios importantes también en estas puestas en escena. La salida del proyecto del realizador Cuco Pino y la incorporación plena del batería Álex Penido (The Blows, La Familia), miembro de la banda desde el tramo final de la última gira, les han hecho prescincir del componente audiovisual que caracterizaba sus conciertos. A cambio, “reforzamos el directo, intentamos mejorar el disco”. Con todo, la imaginería no ha perdido valor para ellos. En Oporto, donde se fueron a grabar el disco en el estudio Sá da Bandeira con el ingeniero João Brandão, exploraron su interesante circuito de arte contemporáneo y dieron con el artista Rui Vitorino dos Santos, quien firma el artwork de Paraíso Caníbal.