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La soledad de Minerva Amador

El expresidente de la Diputación de Girona, investigado por abusos a una asesora en una cena de su partido

Iba a ser una alegre cena de partido previa a la tradicional pegada de carteles electorales en un restaurante de Girona. Y lo fue para todos, menos para Minerva Amador. La mujer (33 años), expresidenta de la agrupación local de Salt (Girona) de Unió Democràtica (UDC) y asesora de la formación, ha denunciado a su jefe por abusar sexualmente de ella durante la celebración, que marcaba el inicio de la campaña de los últimos comicios catalanes. Él, Jaume Torramadé (50 años), veterano alcalde de Salt y entonces todopoderoso presidente de la Diputación provincial, niega la mayor. La noche del pasado 8 de noviembre está en manos de un juez, que deberá decidir si archiva o no el caso.

La mujer ha denunciado a Torramadé por realizarle repetidos tocamientos por encima y por debajo de la mesa, alrededor de la que se sentaron el resto de comensales: siete concejales de CiU en Salt, tres miembros de la agrupación local de CiU y Xavier Soy, alcalde de Bescanó y vicepresidente segundo del ente provincial. Todos los presentes, entre ellos cinco mujeres, han dicho al juez que no vieron nada. Minerva ha quedado sola ante el mundo.

Lo que Amador ha contado al titular del juzgado de Instrucción número 2 de Girona es que su entonces jefe le tocó repetidamente el pecho y los genitales cuando el banquete llegaba ya a su fin. Torramadé aprovechó que varios de los presentes salieron a fumar para sentarse a su lado. Cuando Amador, vestida con unos vaqueros y una camiseta blanca, regresó de fumar, él intentó convencerla de que debía asumir más poder político en el partido. “Le dije que no tenía estudios y que no estaba capacitada para ir en las listas”, contó. “En ese momento él tuvo un gesto enfadado y una de sus manos \[que se habían posado antes sobre las rodillas de ella\] subió hasta mis genitales”. Mientras, con la otra, “me acarició, me dijo que podría ser todo lo que quisiera en Salt y me llamó princesa”.

Animal político, cirujano en una clínica, alcalde de Salt en dos etapas no consecutivas, la última tras desbancar a su oponente socialista, la exsenadora Iolanda Pineda, con la que ha mantenido agrios enfrentamientos en los plenos, Torramadé ha ido acumulando poder.

El gesto que precipitó la caída de Torramadé

Antía Castedo

Se podría decir que el llamado caso Torramadétiene tres vertientes. La primera es la personal, que afecta a las vidas de un hombre maduro, cirujano de profesión, casado y con familia, y la de una mujer joven, administrativa, también casada y con una hija, que se conocen desde hace años y viven en la misma ciudad. Una segunda es la política: el caso enfrenta a un alcalde, expresidente y diputado en la Diputación de Girona por Unió Democràtica (UDC) y a su exasesora, presidenta de la agrupación local y secretaria del partido. La tercera es la judicial, la de un presunto autor de abusos sexuales y la de la presunta víctima, por un lado; la de una presunta extorsionadora y su presunta víctima, el extorsionado, por otro.

Durante semanas, el caso se circunscribió al terreno personal. UDC insistió en que había que preservar la presunción de inocencia. "Las versiones eran contradictorias y debemos ser escrupulosos", afirma Joan Cañada, presidente de la Intercomarcal de Unió en Girona. En un primer momento Torramadé guardó silencio. Luego negó los hechos. Hasta que la carta de Josep Maria Amargant en Diari de Girona y las presiones de PSC y ERC en la Diputación le forzaron a dar un paso: decidió irse "temporalmente" y aludió a una presunta "cacería" contra él.

Era el 11 de diciembre, un mes después de la cena. Esa misma mañana, la portavoz de Unió, Marta Llorens, anunciaba en Barcelona que Torramadé dejaba de forma “temporal y voluntaria” la presidencia de la Intercomarcal. Las aguas volvían a su cauce y el grupo de CiU en la diputación respiraba tranquilo. Hasta que Torramadé volvió a sorprender a todos: solo una semana después de renunciar de forma temporal y sin avisar a nadie, el presidente del ente se presentó en el pleno con la intención de volver a ocupar su silla. Al final, sus propios compañeros de partido lograron frenarle. Ese gesto, coinciden las fuentes consultadas, precipitó la caída del presidente. “Quiso volver de forma unilateral y sin haberlo hablado con nadie. Rompió el pacto al que habíamos llegado”, explica Cañada. Un día después, el partido le apartaba definitivamente de la presidencia de la Intercomarcal. Torramadé acusó a sus compañeros de querer “defenestrarlo políticamente”. Unos días después, dimitía de su puesto como presidente, aunque no dejaba la silla de diputado. El político tampoco ha abandonado la alcaldía de Salt porque considera que el caso no ha afectado a la institución.

Tras la cena, los rumores empezaron a correr por Girona y Salt. Pero, en público, todo el mundo callaba. Hasta que alguien habló. Fue el hasta ese momento fiel aliado y escudero de Torramadé en la diputación, el jefe de Protocolo y Prensa, Josep Maria Amargant. Amargant publicó un ácido artículo en Diari de Girona en el que relataba en tono literario cómo se había encontrado a Torramadé “totalmente abatido medio estirado en el sofá” y con los “ojos rojos y llorosos” cuatro días después de la cena, el lunes 12, en la sede de la alcaldía.

Según Amargant, Torramadé le contó lo sucedido en la cena, aunque también le dijo que esa noche “iba tan embalado que no recordaba nada”. El alcalde estaba “en avanzado estado etílico”, contó Amargant que le relataron algunos de los presentes. Y le pidió ayuda. El escudero se reunió entonces con Amador que, hundida, había dejado el trabajo al día siguiente de la velada tras enviar un correo a toda la militancia en el que explicaba que se iba “por graves motivos profesionales”. Según Amargant, Amador exigió una indemnización de 50.000 euros por la liquidación del contrato, aunque no tenía derecho al ser cargo de confianza. La Diputación inició una investigación para determinar si alguien en el ente provincial tuvo intención de pagar a la mujer con dinero público y concluyó que no.

La historia dio un giro: el político denunció a su exasesora por extorsión ante los Mossos d’Esquadra. Según Torramadé, Amador le exigió dinero a cambio de no denunciarle por unos hechos falsos. El caso se tramita en el Juzgado de Instrucción número 3.

Amargant declarará el próximo día 6 de mayo junto con un excompañero de Amador en Unió. “Si el juez me pregunta, me ratificaré en todo lo que ya dije”, afirma. La tardanza de Amador a la hora de denunciar, 16 días después de la cena y solo después de ser ella denunciada primero, le parece un “hecho extraño” al abogado del alcalde, Manel Mir. “Había gente delante y nadie vio nada”, argumenta Mir. Amador ha explicado que no denunció antes porque quería “ahorrarse problemas” y no exponer a su familia.

Torramadé, que abandonó su puesto como presidente tras las presiones de los partidos, pero sigue como diputado y alcalde, reconoció al juez haber tocado “la mano, el hombro y la rodilla” de la mujer. Sobre los abusos, ni hablar. Asegura que todo es falso. Lo mismo han hecho el resto de asistentes, que han pasado estos días por el juzgado. Todos, además, firmaron un documento en pleno vendaval por el caso en el que dicen que la denuncia es una “maniobra” y le transmiten al alcalde su “apoyo absoluto”. El abogado de ella, Joaquim Bech de Careda, ha pedido al juez examinar las llamadas y mensajes que enviaron los comensales en las horas y días posteriores porque cree que podrían acreditar que sí se produjeron los abusos. Ninguno de los siete concejales de Salt que firman la carta ni el alcalde de Bescanó han querido hacer declaraciones a EL PAÍS. Minerva Amador se siente “sola y completamente desamparada”, según fuentes de su entorno. Está en tratamiento psiquiátrico y psicológico. Cree que el precio ha sido muy alto.

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