Otra piedra en el zapato
Los sucesivos patrocinadores del Bilbao Basket, un quebradero para la Diputación vizcaína
José Luis Bilbao no acaba de tener suerte con los empresarios que bendice para patrocinar al baloncesto profesional de Bizkaia. La racha adversa comenzó con Iurbentia, en pleno proceso de encantamiento público entre el diputado general y el empresario de referencia entonces Jabyer Fernández. Eran tiempos de mutua colaboración, donde la aportación al Bilbao Basket se antojaba como una condescendencia más del tejido acuerdo al que se incorporaba un nuevo grupo de elegidos industriales, que se habían hecho con un hueco en el círculo más próximo al poder de la Diputación.
Lógicamente, Iurbentia mantuvo su generosidad hasta la ruptura traumática entre Fernández y Bilbao. Aquel generoso pacto de conveniencia saltó por los aires tras incumplirse abruptamente el convenio para la construcción en Alonsotegi de centenares de viviendas prefabricada para abrir la puerta a un arduo contencioso que sigue ahora su curso por los pasillos de los juzgados.
Pero el interés de Bilbao por asegurar la supervivencia del baloncesto profesional en Bizkaia, coincidiendo además con una etapa de progresiva proyección deportiva y social del equipo, le llevó a procurar un relevo alternativo. Y lo encontró en Gescrap, en cuyo entorno volvían a aparecer algunos empresarios a quien ya conocía de experiencias anteriores. Así fluyó más fácil la relación hasta que la crisis se cruzó por el medio para dinamitar el compromiso. Otra vez, la época de las presentaciones exultantes, la repercusión mediática y los cánticos convencidos de que se encontraba una vía más directa para conectar con los mercados internacionales por medio de la canasta, quedó convertida en un frustrante espejismo. Gescrap se fue por la puerta de atrás, dejando por enésima vez al Bilbao Basket en manos de la Diputación, que puntualmente tuvo que recurrir de nuevo a su cajón para solventar pagos pendientes a la plantilla.
Todo hasta llegar a la esotérica irrupción de Uxue, una empresa acompañada de antecedentes inquietantes fatalmente confirmados en poco tiempo. De hecho, el CAI, otro equipo profesional, le sigue esperando a que cumpla su palabra como antiguo patrocinador. En Bilbao, a Gorka Arrinda, principal accionista del Bilbao Basket, le ocurre lo mismo. Aquella supuesta solución de emergencia ha quedado convertida en un craso error. Eso sí, cabe preguntarse: ¿Tan difícil era preverlo?
Así las cosas, la piedra del Bilbao Basket sigue en el zapato de la Diputación en el peor momento posible porque los recortes y la ayuda a un club privado son incompatibles para la razón del ciudadano medio. Además, para agudizar la causa, el diputado general se ve obligado a desdecirse de su hoja de ruta a sabiendas de que le causará algún jirón político. Curiosamente, el Ayuntamiento de Bilbao sale indemne de este trago, a pesar de que el equipo de baloncesto lleva el nombre de la capital en el escudo. Y no es la primera vez. Quizá sea porque sabe elegir las compañías.
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