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La melodía de Can Verdaguer

El Ayuntamiento completa la recuperación de la antigua masía del distrito de Nou Barris, reconvertida en centro cívico

Camilo S. Baquero
La masía de Can Verdaguer.
La masía de Can Verdaguer.Massimiliano Minocri

Las partituras salen de los cajones de la salita, decorada con algunos lienzos a medio terminar. La clase de canto coral comienza con una tonada tradicional occitana de Joseph Canteloube, pero en catalán. El senyor Joan entona y sus alumnas, una docena de simpáticas abuelas, le siguen. “Ca la vella Bepa, hi ha vi blanc del bo”, cantan, emocionadas. Algún viandante, que cruza por la calle de Piferrer, en el distrito barcelonés de Nou Barris, se gira con curiosidad para ver de dónde sale la melodía. Es la masía de Can Verdaguer.

Una de las gargantas participantes es la de Mari Carmen Solano, una vecina de la cercana calle del escultor Ordóñez. Sonríe cuando le preguntan su edad y prefiere guardársela. Pero no duda en remontarse en el tiempo, a cuando ni el cercano centro comercial del Heron City o El Corte Inglés de Can Dragó existían. “Hace 80 años esto solo era campo y la masía”, recuerda la mujer. Sus compañeras asienten. Y siguen cantando.

Las señoras, en sus ejercicios de canciones.
Las señoras, en sus ejercicios de canciones.Massimiliano Minocri

Can Verdaguer está ahí desde el siglo XV, aunque su aspecto actual (dos plantas y buhardilla) data del XVIII, cuando la familia de Berenguer Verdaguer realizó una ampliación. La edificación, ubicada en lo que fuera el antiguo camino entre Sant Andreu y Horta, albergó la que quizá fuera la última masía productiva en Nou Barris. La familia Samsó, los últimos propietarios en explotarla agrícolamente, cultivaron hortalizas casi hasta bien entrados los años ochenta. Después cayó en el olvido.

“Veníamos aquí a comprar el laurel para llevarlo a la bendición de la palma el Domingo de Ramos”, recuerda Solano. Eran los tiempos cuando Nou Barris era campo y en el mercado de Sant Andreu del Palomar, en la calle de Mercadal, se vendían los productos cultivados en Can Verdaguer. En los alrededores había otras masías, como Can Solà y Can Piquer. Can Valent, a 150 metros, sigue en pie, aunque se halla en estado ruinoso.

“El edificio tiene una protección B dentro del catálogo de Patrimonio desde 2000”, explica la regidora del distrito, Irma Rognoni (CiU). Cuando el Ayuntamiento la compró en 2006, decidió convertirla en un centro cívico. “Su condición de patrimonio obligó a que la restauración y los trabajos fueran muy cuidadosos, puesto que había que conservar todos sus aspectos”, explica Rognoni. De ahí que materiales como el roble macizo sean preponderantes. De hecho, una vez dentro, aún huele a casa de campo.

Las obras comenzaron en mayo de 2010 y han costado 2,5 millones de euros, puesto que también se incluye la urbanización de los entornos. El edificio tiene unos 1.000 metros cuadrados. “Cuando llegamos al Gobierno los trabajos estaban a medio hacer pero decidimos terminarlos, eran prioritarios”, agrega la edil.

La casa está ahí desde el siglo XV, aunque su aspecto actual (dos plantas y buhardilla) data del XVIII, cuando la familia de Berenguer Verdaguer realizó una ampliación

Además de las clases de canto y de solfeo hay de yoga, de danza Bollywood \[india\], de cocina, de autoestima, de idiomas... Los precios oscilan entre los 0 y los 60 euros. “Esta semana comienzan unos 20 talleres”, explica Marian González mientras abre la buhardilla donde están los ordenadores de las clases de informática. “Por primera vez, ofrecemos un curso de alemán y ya tenemos lista de espera. Pero los cursos que siguen teniendo más adeptos son los de ocio”, agrega. Can Verdaguer también tiene salas para las entidades del barrio.

Mari Carmen y sus amigas están felices con el resultado. Pero no se trata de una mera reminiscencia de infancia. “Aquí podemos hacer taichi sin que nos caigan goteras en la cabeza”, tercia otra vecina. Esa era la realidad en el antiguo centro cívico de Porta, en los bajos de la cercana plaza de Sóller. Los problemas constructivos de la explanada, próxima a cumplir 30 años, hicieron que las filtraciones y el frío fueran la constante.

La masia Can Verdaguer.
La masia Can Verdaguer.agrupació excursionista muntanya

“El centro ha quedado muy bonito, pero la verdad es que es un poco pequeño. La vida asociativa no cabe”, dice Salvador Torres, presidente de la Asociación de Vecinos de Porta. “Esperamos que los nuevos acuerdos de inversiones de CiU y PP incluyan la remodelación de la plaza. El alcalde [Xavier] Trias vino hace poco y nos dijo que era una prioridad”, explica Torres.

Si se hiciera la reforma, los vecinos creen que se podrían recuperar los bajos para que se reúnan las entidades y para crear un casal de joves, “que Nou Barris no tienen ninguno”, apunta el líder vecinal. Con ello, los habitantes de Porta esperan darle vida a un espacio que hoy en día es completamente desangelado.

La clase de canto continúa. Mari Carmen, sus amigas y el senyor Joan revisan sus carpetas. Las partituras muestran que la canción que sigue es El tilo, de Franz Schubert. Sus voces retumban en los muros blancos y vuelven a oírse en la calle. Si no fuera por el tráfico, seguramente llegarían hasta la ruinosa Can Valent, abandonada y dejada a la suerte por sus dueños. Una construcción que también espera que, como en la canción de Canteloube, le lleguen sus días de buen vino.

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Sobre la firma

Camilo S. Baquero
Reportero de la sección de Nacional, con la política catalana en el punto de mira. Antes de aterrizar en Barcelona había trabajado en diario El Tiempo (Bogotá). Estudió Comunicación Social - Periodismo en la Universidad de Antioquia y es exalumno de la Escuela UAM-EL PAÍS.

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