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Del drama griego al ‘apocalipsis’ catalán

El laboratorio de ideas de la CEOE dice que una Cataluña independiente saldría del euro, su moneda se devaluaría al menos el 50% y perdería empresas y bancos

Lluís Pellicer

¿Es Cataluña viable económicamente a corto plazo? ¿Cuál sería el impacto de la secesión sobre las empresas? El catedrático de Economía Financiera y Contabilidad de la Universidad Pompeu Fabra (UPF), Oriol Amat, concluye que eso es imposible de cuantificar. La razón es que de la literatura económica que ha examinado se desprende que los investigadores son poco objetivos: quienes simpatizan con la independencia dicen que el impacto sería poco negativo o “incluso favorable” para las empresas catalanas, mientras que sus detractores dicen lo contrario. Esa conclusión consta en el primer capítulo del libro La cuestión catalana, hoy, del Instituto de Estudios Económicos (el think tank de la CEOE), que trata de aportar luz sobre ese debate y que ayer se presentó en el Círculo de Economía. Y siguiendo con el argumento de Amat, quienes acudieron a dar a conocer sus resultados más bien pertenecen al segundo grupo que describe el profesor de la UPF.

El presidente del IEE, José Luis Feito, fue el encargado de exponer cuanto le sucedería a Cataluña desde el momento de proclamar la independencia. Primero, el “impacto sobre los flujos de comercio e inversión” con España sería inmediato. Pero lo peor sucedería, dijo, porque “saldría de la Unión Europea”. “No tengo ninguna duda”, atajó. Y eso, a su vez, conllevaría varias consecuencias. Cataluña saldría del mercado único, debería gravar sus productos con aranceles, se produciría una caída intensa de la riqueza, se deslocalizarían empresas y las Administraciones perderían ingresos públicos.

Eso no es todo. Mientras unos le seguían con el ceño fruncido y otros asentían, Feito continuó con sus argumentos. Cataluña, dijo, también saldría del euro. ¿Por qué? “España sigue en el euro de milagro”, recordó. Dejar la moneda única, prosiguió, significa abandonar el Banco Central Europeo. Y ello, a su vez, que la banca catalana se quedara sin una financiación que ahora da esa institución y que no podría soportar, por lo que sugirió que estos incluso podrían dejar Barcelona para ubicarse en otra ciudad. Y por otro lado, la moneda catalana tendría que devaluarse. ¿Cuánto? Según Feito, “difícilmente” menos del 50%, con todo lo que ello supondría: efectos sobre los salarios, las hipotecas, el gasto público... “Los efectos serían desastrosos”, resumió.

El catedrático de Fundamentos del Análisis Económico de la Universidad Autónoma de Barcelona, Clemente Polo, aseguró que Cataluña es la “fábrica de España” gracias a que los productos se venden al resto de comunidades por encima de las importaciones y por las “ayudas” recibidas para desarrollar sectores industriales como el automóvil o el petroquímico. Se trata, dijo, de “decisiones discrecionales” de “Gobiernos franquistas y de la Transición”. Polo afirmó que la dependencia de Cataluña respecto a España es “extraordinaria”, y la cifró del orden del 50% en la venta de productos agrícolas e industriales y del 40% en el sector servicios. Con la independencia, dijo, esas ventas caerían en picado porque España pasaría a ser un país extranjero, como Francia o Alemania.

Polo insistió en que “no se dice ni palabra” de lo que ocurriría con la deuda y el capital público. Se refería a que una parte de la deuda estatal (unos 150.000 millones de euros), dijo, pasaría a manos catalanas. Y, añadió, “si Cataluña fuera independiente no tendría sentido el corredor mediterráneo, sino el central”. En realidad, hay al menos tres comunidades más interesadas en el trazado.

La respuesta del público llegó en especial del expresidente Jordi Pujol, quien admitió que una ruptura sería “dramática” para Cataluña, pero también para el resto de España. “Cataluña sería perfectamente viable. Estonia es un ejemplo de éxito. Continuar como ahora no es viable porque es un país disminuido en cultura, lengua, economía y capacidad de mantener el Estado de bienestar”, sostuvo Pujol. “Es decisivo jugar con alguien que crees que no hace trampa”, señaló. Del público también salieron Espar Ticó, quien advirtió de que “es muy difícil parar la recta que va en el camino del pacto amable con el resto de España”, y el secretario general del Círculo de Empresarios, Antonio Porto, quien dijo compartir la tesis principal del documento del IEE. Si se cumpliera, el drama griego sería insignificante comparado con el apocalipsis catalán.

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Sobre la firma

Lluís Pellicer
Es jefe de sección de Nacional de EL PAÍS. Antes fue jefe de Economía, corresponsal en Bruselas y redactor en Barcelona. Ha cubierto la crisis inmobiliaria de 2008, las reuniones del BCE y las cumbres del FMI. Licenciado en Periodismo por la Universitat Autònoma de Barcelona, ha cursado el programa de desarrollo directivo de IESE.

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