Laboratorio de ideas

Tres espectáculos de Heiner Goebbels marcan la referencia de teatro musical del Festival de Otoño —con en el añadido en la denominación que proceda— en lo que va de siglo. Eraritjaritjaka, con textos de Elías Canetti, se representó en el teatro de La Zarzuela en 2005 y es una obra maestra absoluta. Procede, como Max Black, actualmente en los teatros del Canal, del imaginativo teatro Vidy-Lausanne (donde el bailaor Israel Galván estrenó La curvacon un éxito indescriptible) y contó, como ahora, con el mítico actor André Wilms.

El tercer espectáculo de Goebbels bajo la mirada atenta de Ariel Goldenberg en Madrid, Schwarz auf Weiss, se pudo ver en las naves del Matadero en 2007 con el Ensemble Modern de Francfort. Su magnetismo era irresistible. A los 30 años del Festival de Otoño se repone ahora Max Black, quizás el más experimental y conceptual de los tres.

Goebbels, actual director de la Trienal del Ruhr, practica en Max Black un tipo de teatro musical en el que se complementan la música propia con referencias ajenas —maravilloso el efecto del trío con piano de Ravel—, al lado del valor teatral de los objetos, el fuego como soporte de la iluminación, las sugerencias olfativas y el valor científico del sonido. Sin un actor de la profundidad de André Wilms todo esto se quedaría en agua de borrajas, pero los valores teatrales dan un empaque imprescindible al espectáculo. Entre los textos, la música experimental, el teatro de toda la vida y la fantasía plástica, Max Black se alza como una propuesta diferente que devuelve la confianza en la capacidad transgresora del teatro musical en estos tiempos de desconfianza hacia el todo y las partes.