La torre de luces de Sueca-Literato Azorín no tiene permisos municipales
La estructura de 27 metros, que podrá visitarse por dentro, recrea una Torre de Londres La falla asegura que el Ayuntamiento de Valencia no les ha exigido ningún permiso específico Las luces cuentan cada año con un seguro a cargo de la falla para cubrir posibles accidentes
Cientos de tubos metálicos, herrajes, cables tensores y alambres, como un andamio gigante, copan la esquina de la calle Sueca con Puerto Rico, en Valencia. Es una Torre de Londres de 27 metros de altura rodeada de miles de bombillas y cientos de metros de cable eléctrico. Las tradicionales luces de la falla Sueca-Literato Azorín son visitadas cada año por miles de personas que este año, por primera vez, podrán subir a 14 metros de altura para verlas por dentro y recorrer un puente que conecta las torres. Pero esta estructura, a día de hoy, carece de permisos municipales.
Los vecinos de la zona llevan años quejándose de la falta de seguridad en la calle en la que, según dicen, comienzan los trabajos a mediados de febrero y terminan al desmontar las luces un mes después. Este año, la instalación consta de dos estructuras de 27 metros de altura, conectadas por un puente de ocho metros de largo. En el interior de cada torre, una escalera construida con tubos metálicos, permite subir hasta 14 metros de altura, para dar acceso al puente, por el que también se podrá caminar.
Viendo la estructura, es inevitable preguntarse si dispone de permisos y planes de seguridad o de evacuación. “Permiso, como tal, no hay, pero cuando se envió el proyecto de las luces al Ayuntamiento se les envió también el proyecto de la escalera”, cuenta José Pedro Ros, uno de los cuatro presidentes de la falla Sueca-Literato Azorín. “Es una estructura, tipo andamiaje, certificada y homologada por un ingeniero”, añade. Ros explica que la falla tiene un seguro para las luces y dice que ni el Consistorio ni la Generalitat le han pedido inspeccionar la estructura ni les ha exigido ningún tipo de permiso específico. Si les piden hacer una inspección, dice, no se negarán.
El Ayuntamiento argumenta que ellos “no llevan el tema” y remiten a la falla para más información. Y los bomberos que, dicen, nunca se han encargado de hacer supervisiones a las luces, están buscando quién ha autorizado esa estructura porque ellos, aseguran, no han sido.
Mientras tanto, ayer, trabajadores sobre las grúas sin casco y sin arnés, maquinaria pesada sin perímetros de seguridad y vecinos hartos del ruido, de la mañana a la noche, trataban de convivir en la calle. Su conflicto es recurrente, desde la oposición a que las luces se atasen a las antiguas fachadas hasta la denuncia a la fiscalía para que retiraran los tres tanques con 5.000 litros de gasoil que se instalaron durante las fallas de 2007.
“En el puente supongo que pondrán una malla porque por los agujeros de la barandilla cabe una persona”, dice Rubén Martínez, vecino de la cuarta planta de un edificio en medio del tramo de luces. Martínez, está cansado de que se utilice contra los vecinos un argumento recurrente: “No somos antifalleros, estamos en contra del desmadre que hay”.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.