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La gran cita del baile remonta

El evento jerezano ofrece más de medio centenar de espectáculos flamencos en cuatro escenarios Por primera vez, su programación está disponible en una aplicación para ‘smart phones’

Isabel Bayón durante una actuación.
Isabel Bayón durante una actuación.JAVIER FERGO

Concebido como una gran muestra de cuanto se cuece en el baile flamenco y la danza española, el Festival de Jerez volvió a su cita anual el pasado viernes con una gala inaugural producida por el propio festival, casi como en los mejores tiempos. La cita, que se extenderá hasta el próximo 9 de marzo, retoma así el pulso que perdía el pasado año, cuando sus espectáculos descendieron un 30%. En esta edición, la oferta reunida en los cuatro escenarios oficiales —Teatro Villamarta, Salas Compañía y Paúl, y Palacio de Villavicencio— asciende al medio centenar con una media de tres funciones diarias. La recuperación, milagrosa para los tiempos que corren, la explica la directora del evento, Isamai Benavente como el resultado de que el festival “se afronte con un compromiso de todas las partes implicadas —artistas y compañías, instituciones y el propio teatro— por estar y mantener el Festival de Jerez. El esfuerzo se ha hecho desde todos los ángulos. Las compañías y solistas han ajustado el caché y han aceptado condiciones de pago que hace unos años eran impensables. El Ayuntamiento, la Junta, a través del Instituto Andaluz del Flamenco, y el Ministerio de Cultura, por medio del INAEM, han mantenido los apoyos, al igual que han hecho los colaboradores privados”.

Es obligado reconocer que el festival nunca perdió su carácter, ni siquiera cuando la cita bajó de los 30 espectáculos. Siempre mantuvo la calidad y el perfil por el que se le reconoce y que provoca que, durante dos semanas largas, la ciudad se vea transformada por la llegada de un millar largo de visitantes atraídos por su programa de espectáculos, su área formativa o, sencillamente, por el ambiente que se respira en torno a él.

Porque, como en una ocasión afirmó Estela Zatania, periodista norteamericana afincada en Jerez, “el festival es una de esas cosas a las que hay que venir al menos una vez en la vida”. El evento se ha convertido en la principal cita mundial del baile flamenco, y sus cursos, más de 40 impartidos por autorizados maestros, atraen por sí solos a un millar de cursillistas, el 95% de ellos extranjeros procedentes de más de 40 países distintos. Estos no se limitan a aprender y, como explica Benavente, también compran el abono al teatro, con lo que “cada día el festival tiene 500 cursillistas, por lo tanto, el 40% del aforo diario del teatro está compuesto por extranjeros o nacional foráneo”.

Al nutrido programa oficial hay que sumar las actividades complementarias, la oferta privada paralela, un off festival que no para de crecer con talleres y cursos… Durante los 16 días del evento, el jerezano se encontrará el centro de su ciudad pacíficamente invadido por esos visitantes que aportan color y mucho movimiento. Las cuatro salas donde se ofrece la programación están cerca, y a todas se puede ir a pie. Es la reconocida “dimensión humana” del festival, como la definió su fundador y primer director, Francisco López, que provoca que el festival se palpe casi a cada hora del día con frecuentes encuentros, citas y fiestas espontáneas en los bares, restaurantes y, últimamente, en los tabancos de la ciudad. Por la mañana, un ir y venir de mochilas y faldas (la mayoría de los cursillistas son mujeres). Por la noche, mientras aparecen los artistas que han trabajado, la charla que disimula esa espesa incertidumbre a la espera de que salte el cante. Los trasnoches de Jerez se han hecho tan famosos que artistas ha habido que se acercan a ellos aun sin tener trabajo en el festival.

La programación de esta edición, que como novedad está disponible en una aplicación para smart phones, se ha regido, en palabras de su directora, por los patrones que le son habituales. “Un equilibrio entre artistas consagrados y artistas noveles, artistas más comerciales y artistas que no lo son tanto, aunque siempre partiendo de la calidad de las propuestas y la diversidad de estilos”, apunta. “En este equilibrio radica el atractivo del festival”, añade Benavente. De esa forma hay que entender un programa que va desde el baile más étnico de Farruquito, a la representación de la danza clásica española con figuras como Antonio Márquez y La Compañía de Estévez y Paños. Los cuatro estrenos tienen sello de mujer con Isabel Bayón, Rafaela Carrasco, María del Mar Moreno y Leonor Leal. El bailaor El Pipa celebrará sus 15 años de compañía con la recuperación de su primer trabajo. Eva Yerbabuena y Rocío Molina, dos de los seis premios nacionales de Danza presentes en el festival, traen sus últimas creaciones, al igual que el Ballet Flamenco de Andalucía. Pero eso es solo en el Villamarta. Las otras tres salas completan la programación con cante y toque. Entre ellas, el Giraldillo al Mejor Espectáculo de la pasada Bienal de Sevilla.

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