La fotografía tras la revolución digital
Dos exposiciones en el Arts Santa Mònica y Fundación Colectania analizan la situación del género
Sin medios para poder pagar un equipo de producción, el grupo musical inglés To get out clause decidió utilizar las cada vez más numerosas cámaras de vigilancia. Dicho y hecho: primero se instalaron con sus instrumentos delante de diversas cámaras que “involuntariamente” les grabaron y después acudieron a sus respectivos propietarios, con la Ley de Protección de Datos en manos, exigiendo las secuencias en que aparecían. De ese modo pudieron montar su propio vídeoclip, que ahora se proyecta en la exposición From Here On. A partir de ahora. La postfotografía en la era de Internet y la telefonía móvil, abierta en el Centro Arts Santa Mònica, hasta el 13 de abril. La propuesta, que reúne obras de más de 70 creadores, cuenta con el comisariado de un teórico Clément Chéroux y cuatro artistas, prestigiosos representantes de la denominada postfotografía: Joan Fontcuberta, Erik Kessels, Martin Parr y Joachim Schmid. Más que una muestra, tal como su título indica, A partir de ahora se plantea como el poliédrico y polémico manifiesto que marca el adviento de un nuevo género fotográfico, basado en la apropiación, o mejor dicho en la adopción, de imágenes ya existentes. “Estamos rodeados. Hemos llegado a tal saturación, que las imágenes ya no representan hechos, sino ideas y estrategias de comunicación. Como reacción ética, estética y por tanto política a esta proliferación descontrolada, proponemos una nueva ecología de las imágenes. Qué sentido tiene producir más de lo mismo cuando podemos recuperar y reciclar críticamente material existente, otorgándole nuevos sentido y significado”, se preguntaba Fontcuberta, que en su propia trayectoria creativa ha utilizado a menudo imágenes descargadas de la red.
Internet, en tanto que almacén inacabable de recursos iconográficos, es el gran protagonista de la exhibición. La gran mayoría de las miles de imágenes expuestas, tras haber sido manipuladas, ordenadas, reagrupadas e intervenidas, proceden de sus páginas. “Esta muestra confirma que el rol del artista se ha disuelto y el papel ideológico del autor y el sentido de la autoría se ha convertido en temas de debate”, indicaba el artista reciclado en comisario, destacando la voluntad de “desacralizar los valores pomposos del mundo del arte, el museo e incluso el público. Hay que decidir si queremos ser fotosauros y extinguirnos o adaptarnos a los tiempos y tomar las riendas de los inevitables cambios”.
En su presentación barcelonesa, la muestra, que se estrenó el año pasado en los Encuentros de la Fotografía de Arles, ha incorporado dos obras inéditas de autores locales: un viaje por el deseo obsesivo y la autodestrucción a través de imágenes encontradas en sitios de anoréxicas de Laia Abril y el mundo virtual de la periodista de moda Joanna Dark, creado por Roc Herms con la iconografías de la realidad virtual extrapolada de la plataforma doméstica Play Station Home. Apropiándose de la íconoesfera de Google maps, YouTube y demás plataformas colectivas de la web 2.0, los artistas seleccionados multiplican y desdoblan el instante decisivo de Herni Cartier-Bresson, piedra angular de la fotografía de vanguardia. “La fotografía ya no solemniza episodios escogidos de la vida. El registro de lo extraordinario queda sepultado por el magma de lo ordinario. Lo que más se acerca al instante decisivo es el conocimiento de las estrategias de búsqueda”, explicaba Fontcuberta, comisario también de otra muestra simultánea sobre los mismos temas.
Obra-colección. El artista como coleccionista, abierta en la Fundación Foto Colectania hasta el 25 de mayo, puede considerarse, según Fontcuberta, como la sección más importante de un discurso global acerca de la postfotografía. La selección incluye tan sólo diez trabajos de otros tantos artistas, que reúnen más de 5.000 fotografías. El único autor presente en ambas exposiciones es Penélope Umbrico, que presenta un mural de atardeceres elegidos entre 11 millones de instantáneas sobre el tema en Flickr, una plataforma en la que se cargan cien mil fotos por minuto. Las letras del alfabeto (Eric Tabuchi), los números (Hans Eijkelboom) y los colores (Adrian Sauer) son utilizados como parámetros y categorías en obras irónicas y casi siempre comprometidas, que otorgan un significado artístico a imágenes intrascendentes y banales. “En un conjunto de imágenes, una refuerza la otra”, concluía Fontcuberta.
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