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Cables de altos vuelos

En la capital sobreviven cientos de postes de tendido aéreo El plan Madrid ha soterrado casi 67 kilómetros, pero deja en el camino los menos aparatosos

Patricia Peiró
Torre de alta tensión en Ciudad Lineal.
Torre de alta tensión en Ciudad Lineal. ÁLVARO GARCÍA

Chincheta a chincheta, los miembros de la asociación vecinal de Quintana completaron un mapa del distrito de Ciudad Lineal que mostraba todos los postes con tendidos aéreos. Esas incómodas torres de las que penden los cables que suministran electricidad a los bloques, que los vecinos tildan de "arqueología urbana". Algunas calles aparecían atestadas de ellos. Hasta 860 estructuras de este tipo siguen existiendo en el área, según sus cálculos. Los residentes piden a las compañías eléctricas que retiren estas torres que ellos consideran obsoletas en el siglo XXI. Pero soterrarlas no es tan fácil, advierten las empresas, porque el suelo no siempre lo permite y porque cada caso tiene sus particularidades.

El plan Madrid, un convenio firmado en 2003 por Iberdrola y Unión Fenosa, el Ayuntamiento y la Comunidad de Madrid, pretendía soterrar 100 kilómetros de cableado en la vía pública y 26 subestaciones en ocho años. El acuerdo solo atañe a las líneas de alta tensión, las más aparatosas. Por ahora han metido bajo tierra unos 67 kilómetros y 21 subestaciones. Para los postes telefónicos no existe un plan específico, ni tampoco para los de media y baja tensión, los que alimentan las viviendas.

El plan supone un coste de 400 millones de euros, según datos facilitados por Iberdrola. Las eléctricas aportan cada una, un 50% para soterrar las subestaciones y un 33% para el cableado. Ambas empresas obtienen también dinero por la venta a terceros derivada de la recalificación de sus terrenos antes ocupados por las infraestructuras a la intemperie, que pueden vender para usos lucrativos, como queda recogido en el convenio. Una subestación bajo el suelo ocupa un tercio de lo que lo hace en la superficie.

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Alfredo Ruiz, de 52 años, vive en la calle Sambara, en Pueblo Nuevo, a escasos veinte metros de un gran poste de hormigón, que se sitúa en medio de la acera. Su hija vive en el mismo bloque y si se asoma a la ventana, prácticamente lo roza. Este vecino se queja de la inseguridad que, según él, supone esta estructura por su estado deteriorado y su antigüedad. Cualquiera puede levantar la tapa del generador y ver toda la maquinaria. En su manzana y en las calles adyacentes casi todos los tendidos siguen discurriendo por encima de la cabeza. Diana Castro, de 50 años, regenta un quiosco en la plaza de la Reverencia, en el mismo barrio, desde hace 30 años. Su vecino es otra torre de la que cuelgan tres cables. “Yo he visto como de ahí salían chispas en días de lluvia”, indica.

Una portavoz del Ayuntamiento asegura que son las empresas y los usuarios directos del suministro los que tienen que llegar a un acuerdo para soterrar la infraestructura en el caso de las líneas de media y baja tensión (las que abastecen a los domicilios). Los servicios municipales actúan como mediadores cuando una o varias comunidades de vecinos solicitan que el tendido vaya bajo el suelo. El consistorio es el encargado de hacer las obras que afecten a la vía pública. Lo mismo sucede con los postes de telefonía. En el distrito de Ciudad Lineal se han retirado un centenar de postes de media y baja tensión, según los cálculos de la asociación vecinal, en el último año.

Las subestaciones bajo el suelo ocupan menos porque las eléctricas usan gases para aislar el cableado que a la intemperie no se pueden emplear. Lo que se conoce como compactar. En la superficie, el aislante es el propio aire, por lo que hace falta muchos más espacio para evitar el peligro para los transeúntes. Las infraestructuras soterradas son también más seguras y pueden dar más potencia. La de Melancólicos (distrito de Arganzuela), por ejemplo, es la más grande de España de este tipo y podría dar servicio a media planta nuclear. Ocupa un tercio de lo que ocupaba cuando estaba al aire.

“No pueden existir estas reliquias en una ciudad que aspira a ser sede de los Juegos Olímpicos”

“Un plan como este, solo se podía haber aplicado en Madrid porque se daban una serie de circunstancias, no creo que jamás se pueda volver a hacer”, reconoce Manuel Paredes, supervisor de la ejecución del convenio de Iberdrola hasta 2012. Estas circunstancias son el suelo disponible en la ciudad para que las eléctricas puedan rentabilizar la inversión, el deseo de los ciudadanos de retirar este tipo de estructuras y la tecnología existente para llevarlo a cabo.

El impacto visual, medioambiental, la seguridad y la obstaculización en la vía pública son los motivos que los vecinos alegan para exigir que se retiren también las estructuras de menor voltaje. “No pueden seguir existiendo estas reliquias en una ciudad que aspira a ser sede de los Juegos Olímpicos”, afirma Pedro Muñoz de la agrupación La Merced de Quintana.

Iberdrola espera completar el plan Madrid en dos años, la obra más importante será la de Ciudad de los Ángeles. Los postes de media y baja tendrán que esperar a un plan así y los vecinos de Ciudad Lineal seguirán colocando chinchetas.

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Sobre la firma

Patricia Peiró
Redactora de la sección de Madrid, con el foco en los sucesos y los tribunales. Colabora en La Ventana de la Cadena Ser en una sección sobre crónica negra. Realizó el podcast ‘Igor el ruso: la huida de un asesino’ con Podium Podcast.

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