El Picasso se dinamiza con préstamos
Un óleo de 1927 y un dibujo de 1910 se integran en el museo hasta mayo
El Museo Picasso de Barcelona ha empezado a activar su colección permanente con una serie de préstamos escogidos, que permitirán ampliar la mirada y ofrecer nuevas lecturas del fondo. "Mucha gente cree que con Picasso está todo hecho, pero no es cierto, hay todavía mucho que estudiar e investigar y sobretodo que contar", aseguró Bernardo Laniado-Romero, director del Museo Picasso, durante su visita a la feria de arte contemporáneo ARCOmadrid, restringida hasta mañana a los profesionales del mundo del arte.
Las dos obras de Pablo Picasso, que se integran a la colección hasta mayo, son el óleo Dos mujeres delante de una ventana, de 1927, y el estudio a lápiz y tinta china Mademoiselle Léonie, de 1910, propiedad respectivamente del Museum of Fine Arts de Houston y las Colecciones Fundación Mapfre. "Se trata de dos obras excepcionales que ilustran periodos de la producción artística de Picasso poco o nada representados en las colecciones del Museo y marcan el inicio de una iniciativa dirigida a ofrecer al público la oportunidad de ver piezas que le permitan abordan nuevas facetas del artista", explicó el director, que ya en la presentación de la temporada había anunciado estar a punto de cerrar acuerdos de colaboración para préstamos e intercambios con importantes museos internacionales. Una política que se plasma en estas dos primeras incorporaciones. El estudio para Mademoiselle Léonie forma parte de una serie de trabajos realizados para ilustrar el poema en prosa de Max Jacob Saint Matorel, que finalmente dio lugar a cuatro grabados. La obra, que demuestra el interés de Picasso por cómo el uso de las diversas técnicas podía contribuir al objetivo cubista de redefinir la percepción, se exhibe junto al volumen de Jacob, que forma parte de la colección de libros ilustrados del museo.
Dos mujeres delante de una ventana, una tela de gran formato que se expone sola en un lateral del salón neoclásico, representa a dos mujeres contrapuestas: una absolutamente geométrica y otra de perfiles redondeados. "La obra evoca por un lado las divisiones planas de las pinturas de las dos décadas anteriores, y por el otro sus inquietudes cuando trabajaba en los decorados y figurines del ballet Mercure", indicó Laniado-Romero.
El director ha instaurado también otra novedad, un estricto control de aforo. "Tenemos muy claro que el visitante quiere ver los Picasso y no el cogote de la persona de delante. Por ello hemos establecido unas limitaciones de aforo que serán flexibles, dependiendo de los visitantes de cada sala, para permitir una visita en las mejores condiciones".
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